Analizar un discurso en las limitadas líneas de un artículo resulta tarea difícil pues se deben apretujar las ideas para poder abarcar lo más que se pueda e intentaré hacerlo.

Un discurso puede ser analizado desde dos vertientes: desde la posición de quien lo emite, el autor o el orador, y desde la posición de quien lo percibe, el receptor o el auditorio, desde el cual se reciben o interpretan los discursos. En mi caso lo haré desde la segunda perspectiva y tocaré levemente la primera.

En primer lugar miremos el contexto socio-político en que se sitúa el discurso en cuestión. El PRM asume el poder luego de 16 años ininterrumpidos del PLD en el gobierno. El partido saliente lo hace en medio de grandes acusaciones de corrupción y la atribución de la responsabilidad de unas elecciones fallidas que conllevó a una amplia manifestación de sectores de clase media.

También nos encontramos en un contexto de una pandemia que es el Coronavirus que a la fecha lleva un saldo de  86,309 personas infectadas y 1,453 fallecidos. Esta situación mantiene a la población en un estado de perplejidad y pesimismo, por consiguiente el discurso de ayer debía insuflar una bocanada de aire fresco que devolviera la esperanza.

Luis Abinader leyó la realidad y sobre ese escenario construyó un discurso que respondía a las inquietudes de la sociedad hasta con ciertos matices poéticos y muy bien pronunciado. Se notó un rostro sereno, pausado, pero enérgico, dominó a su antojo el escenario haciendo que el público enardeciera por momentos o suspirara en otros. Veamos los temas y su prioridad según lo pronunciado ayer.

En el discurso hubo 22 aplausos y 10 ovaciones. Las palabras más utilizadas fueron las siguientes: Covid-virus (14), empleo (8), salud (8), cambio (7), educación (6), economía y crisis (5), corrupción (4), (transparencia 3) y justicia (2). Se observa que el discurso respondió al contexto del momento.

Esto nos dice que es consciente de la crisis y en un primer momento su prioridad estará en enfrentar el tema del Coronavirus, recuperar la economía, aumentar el empleo, mejorar la salud y elevar la educación. Los demás temas que tienen menos menciones no significa que no sean prioridad pues la corrupción y la justicia su mención fue 6 veces. Aunque el cambio fue su arma discursiva en la campaña se cuidó de no abusar de él y lo mencionó 7 veces. Fue un discurso breve con relación a los pronunciados por quienes le han precedido y matizado por una gran carga emocional y pasional.

Dos aspectos relevantes fue que habló de restablecer las relaciones con Estados Unidos, España, América Latina, incluso Haití, pero nunca mencionó a China. Se puede pensar que el maridaje con Estados Unidos está de regreso, sobre todo cuando se evalúa el papel que jugó el país norteamericano en que hoy fuera Presidente Luis Abinader, sin embargo me parece delicado que ni siquiera lo mencionara.

Por último hizo el anuncio formal de lo que mucha gente esperaba y fue la designación de Miriam Germán como procuradora general. En un próximo artículo me voy a referir al respecto. Cierro este análisis recordándole a Luis Abinader que casi todos los presidentes, en su discurso inicial, dicen lo que el pueblo quiere escuchar sobre todo en lo relativo al tema de la corrupción.

Hipólito dijo que un funcionario suyo podía meter la pata pero, no la mano, Leonel afirmó que la corrupción sería cosa del pasado en su gobierno y Danilo acotó que los iba a destituir por el solo rumor público y ya sabemos la historia.

El triunfo del PRM fue la combinación de la indignación con  el PLD, y es bueno que eso siempre se tome en cuenta porque están obligados a hacer un gobierno ejemplar ya que ahora debe ganarse al pueblo que votó por él y esto no se consigue persiguiendo solamente a los de afuera, sino castigando a los de adentro.