El discurso de la ministra Germán ante la Asamblea de la UNESCO definitivamente suena innovador, contenedor de ideas más abarcadoras, democráticas, y más a la par con los procesos de afirmación de dignidad colectiva mediante derechos que soplan por el mundo hoy en día, cuando las comparamos con las que solían (o no solían) salir de esa dependencia del Gobierno del presidente Luis Abinader antes de la llegada ministra Germán.

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El discurso suena como una útil e interesante declaración de intenciones, que ahora necesita el arduo trabajo de concreción de iniciativas por parte del conjunto del equipo de la dirección ministerial, una concreción donde nosotros los dominicanos necesitamos (y merecemos) la definición de objetivos claros a medio y largo plazo, y mecanismos de evaluación y constatación permanentes, transparentes y fácilmente accesibles por nosotros los ciudadanos que mantenemos con nuestros impuestos al Ministerio entero, y una nueva visión donde por fin quepamos todos como receptores de los servicios de la política cultural estatal con todas nuestras diversidades, tratadas con una atención y un respeto igualitarios en todo el territorio habitado del país.

Dos señalamientos hechos por la ministra Germán nos parecieron particularmente interesantes por su importancia y valor estratégico, y uno se pregunta cuánto tardará el conjunto de los viceministros y directores del Ministerio en incorporarlo no solo a su práctica cotidiana de comunicación con el público-ciudadanía (tan escasa, tan árida, y por eso mismo tan desconcertante y tan poco inspiradora de ilusión y respeto, hasta ahora), sino también y sobre todo a su accionar desde las poltronas de poder e influencia que ocupan en el Ministerio, tanto internamente como de cara a público de ciudadanos que somos los destinatarios de su trabajo y que como tales debemos tener la mirada siempre activa para evaluar lo que hacen con los recursos que, con mucho sacrificio, aportan al estado la enorme mayoría de los conciudadanos.

Un criterio útil e inspirador expresado por la ministra fue el de la necesidad de acercamiento entre cultura y educación como políticas estatales-gubernamentales proveidas por el gobierno a la población nacional. Mencionó incluso la necesidad de una “reestructuración” de la educación. Los dos conceptos, el de acercamiento-colaboración y el de re-estructuración, son eminentemente conceptos de acción. Para colaborar y para reestructurar hay que dar pasos concretos, y no uno ni dos, sino muchos. Y en verdad que hasta ahora la sinergia entre ambos aspectos del Gobierno Abinader/PRM ha lucido tímida, super-lenta, enclenque.

Y como hemos dicho  en otras ocasiones, no creemos que se pueda argumentar con eficacia y credibilidad que esa excesiva lentitud, rayana con la inoperancia se le pueda achacar a la crisis de la COVID y a la manera en que esa crisis a requerido la atención de todos, porque no todo el mundo en los ministerios tiene las mismas responsabilidades cotidianas, y porque cuando las ideas están claras y la voluntad existe, por ocupada que sea la agenda inmediata ante una crisis, se siguen viendo y oyendo cuáles son las prioridades que cada uno intenta y se propone tratar como tales.

Entonces está por verse si la ministra Germán y sus viceministros van a tomar iniciativa en empezar a provocar la nueva época, la nueva manera de actuar, que se concrete en colaboraciones más definitivas, visibles, medibles e impactantes con las autoridades del Ministerio de Educación pública que controlan las escuelas y las autoridades del Ministerio de Educación Superior que controlan esa otra importantísima área de la educación que son las universidades, tanto la pública como las privadas. Durante el año largo del gobierno PRM prácticamente nadie en el Ministerio de Cultura ha planteado con continuidad (una característica imprescindible para lograr impactos institucionales) el tema del lugar y la función de la cultura en el sistema educativo, y esa falta de continuidad es a todas luces una conducta mortal para los fines que se pretenden.

Si en el Ministerio de Educación no hay las personas capaces, o suficientemente entendedoras, o suficientemente dotadas de autonomía de gestión o de autonomía de recursos de parte del Despacho del ministro Fulcar para llevar esa agenda de colaboración cultura-educación adelante, a lo peor les toca a la ministra Germán y su equipo tomar la iniciativa y tocar insistentemente la puerta para que el Ministerio de Educación no luzca absolutamente arropado por la respuesta a la COVID, y para que dentro de su enorme empleomanía, quienes bregan con los aspectos más inmediatamente cercanos a la cultura (la enseñanza de las artes, las humanidades, las ciencias sociales, y el civismo o cultura de ciudadanía, incluyendo los contenidos y visión que queremos de una dominicanidad democrática y plenamente incluyente de sus diversidades) puedan responder a lo que ahora mismo es un reto planteado desde el ángulo del Ministerio de Cultura por la ministra Germán.  Al final, da igual quién inicie el proceso de acercamiento activo, con tal de que se traduzca en beneficio palpable para los niños de las escuelas dominicanas y los jóvenes de las universidades del país.

Pero por haber sido la ministra de Cultura quien públicamente ha llamado la atención (incluso ante un foro mundial como la UNESCO) sobre la necesidad de mayor colaboración entre ambos Ministerios, está claro que un sentido de coherencia ahora requiere que sea el Ministerio de Cultura quien de los primeros pasos activos, insistentes, de acercamiento, para que las declaraciones de la ministra no queden en letra muerta y de paso, en fin de cuentas, se siga dando la impresión ante la ciudadanía dominicana de que Educación y Cultura bajo el liderazgo de Luis Abinader no saben ponerse de acuerdo y rendir resultados de acuerdo a las necesidades colectivas más perentorias de los dominicanos en estos dos aspectos esenciales de nuestra vida social.

Otro concepto muy útil y progresista que compartió la ministra Germán fue el de la necesidad de conexión entre cultura (o más exactamente política cultural estatal) y reducción de las desigualdades, que apunta a un pensar más moderno y democrático que parecería partir de la base moral y ética de un reconocimiento al menos desde el Ministerio de Cultura de que la sociedad dominicana está plagada de unas inequidades inaceptables, que los dominicanos progresistas y demócratas llevan décadas denunciando.  Es sin embargo un concepto que, por lo nuevo en el panorama público dominicano mayoritario, necesitaría de un constante diagnóstico y comentario de parte de la misma ministra Germán, y sobre todo, de la empleomanía y funcionariado del mismo Ministerio en la medida en que interactúen con la ciudadanía intentando poner en práctica las directrices que señale al respecto quien dirige el Ministerio.

Por último nos parece muy fundamental y urgente (por lo largamente menospreciado por los gobiernos PLD-(FUPU) y en cierta medida olvidado hasta ayer por el mismo Ministerio de Cultura PRM) el concepto o valor de los derechos culturales como derechos humanos de todos los dominicanos. Si la ministra Germán fuera capaz de insuflar en el funcionariado de su Ministerio de Cultura esa noción y ponerla mínimamente en práctica, contribuiría a oxigenar y modernizar de una manera muy palpable todo el tema de la orientación excesivamente europeocéntrica (y sobre todo hispanocéntrica) que ha tenido la política cultural estatal dominicana desde que existe, y que no solo la ha llevado hoy a estar entre las más atrasadas del mundo en este asunto central en la cultura democrática moderna global, sino que se ha traducido en un menosprecio, discriminación, marginación, abandono y maltrato a toda las herencias negro-africana, y indígena-taína de los dominicanos, con claro ensañamiento predominante contra la primera, en una práctica absolutamente desconcertante (aunque entendible desde el punto de vista de las mentalidades de dominación social, cultural y política de los dominicanos de derecha y ultraderecha) de vivir de espaldas a dos culturas que están en el centro de nuestras mentalidades populares por los cuatro costados de la nación y presentes en la enorme mayoría de la población-ciudadanía dominicana.

Es esta última una de las áreas donde la ministra Germán, si quisiera invertir el “capital político” necesario y ejerciendo el poder que le da su cargo,  a pesar de la previsible protesta y pataleo de los sectores más reaccionarios de la sociedad dominicana, pudiera hacer una de las contribuciones más sentidas y apreciadas no solo por los dominicanos de mentalidad moderna y democrática incluyente, integradora, igualitaria, sino por el resto del mundo y la misma UNESCO, que llevan décadas ya clamando por la necesidad de que se superen en todas las naciones los prejuicios raciales y culturales del supremacismo blanco-europeocéntrico. Es un concepto enorme, de consecuencia estratégicas y generales que potencialmente pueden afectar para bien, sanándola o al menos mejorando su salud, toda la cultura dominicana y sus conexiones con todos los otros aspectos de nuestra sociedad.

Eliminar los restos y consecuencias del racismo anti-negro y anti-indígena heredado de siglos de colonialismo europeo racista y esclavista que quedan, visibles y encubiertos, en la sociedad dominicana, y que dejan siempre marginados y en enorme desventaja a los dominicanos más directamente herederos de las antiguas poblaciones negro-africana e indígena de nuestro territorio, y a las comunidades que esos dominicanos descendientes de ellas forman hoy en día por las diversas provincias dominicanas (incluyendo la Provincia de Santo Domingo), sería un paso de modernización y democratización que los dominadores de derechas y quienes les siguen le han negado a la sociedad dominicana por demasiado tiempo.

Y como todos los otros objetivos mencionados por la ministra Germán, ese combate activo y sanador contra las discriminaciones declaradas u ocultas no se puede lograr solo con palabras sino que tiene que traducirse en una reestructuración de la asignación de fondos desde el Ministerio de modo que todas las expresiones, prácticas y manifestaciones culturales del gran legado afro-negro-taíno de los dominicanos se vean respaldadas por unas condiciones materiales que les permitan reconstituirse y ocupar el lugar de visibilidad y apreciación tanto en el ámbito educativo-cultural como en el aspecto de turismo cultural, que ayude a que algunos de los dólares al menos que llegan al país por la presencia de turistas sirvan para dar oxígeno a la supervivencia de esas herencias culturales a la vez que se las damos a conocer a los extranjeros para que tengan una visión mucho más cabal y auténtica de quienes somos los dominicanos.

En el intento de cumplir todos estos propósitos cada cual más necesarios y urgentes, la ministra Germán no solo puede y debe contar con el apoyo de la UNESCO sino sobre todo con la incorporación activa de todos los dominicanos que llevan décadas articulando respuestas a esos abandonos culturales tradicionales, y haciendo de tripas corazón por labrar una vida cultura nacional más auténtica y amante de sus propios valores y orígenes, y diagnosticando las carencias e imaginando y soñando las soluciones más adecuadas a nuestra realidad. Ojalá la Ministra Germán pueda reclutar e integrar a esa masa crítica de dominicanos defensores espontáneos de nuestra cultura, con un historial de lucha y sabiduría en este aspecto, que la han defendido por décadas desde fuera de los diversos gobiernos de los paisanos que nos han llevado con su negligencia hasta el empobrecimiento y el abandono de nuestra memoria histórica diversa y rica, y milagrosamente “resiliente”, que hoy todavía sufrimos.