Las formas de la cultura contemporánea  generan los específicos modelos intencionales, cuyas ramificaciones promueven un entendido comunicacional, un no-entendido situacional y un mal-entendido acto de significado, que motivan cada vez más la reflexión sobre el lenguaje público y el lenguaje privado, conjuntamente. Esto así, puesto que el modo-mundo-lenguaje es el universo de universos comunicativos y en sus canteras simbólicas la vida social misma tiende a concentrarse y a dispersarse.

Los acontecimientos de la vida pública y privada se traducen en tipos normativos, administrativos y sociocomunicativos, a través de los cuales, el sentido se percibe como opaco y transparente en un devenir tramatizado y continuo.

El lenguaje privado es aquel territorio de la conflictividad humana cuyo fundamento es la acción social, colectiva o individual

Origínase de esta suerte un proceso biotópico y psicológico sobre el conocimiento de formas contingentes de vida y estratificaciones comunicacionales. Se genera de esta manera una conducta de lenguaje que los filósofos del significado han denominado lenguaje privado o lenguaje potencial del sujeto (Wittgenstein: Tractatus, Cuadernos azules, Fundamentos).

El lenguaje privado es aquella travesía interna donde los signos se movilizan en la negatividad y en la positividad del sujeto, siendo así que, los significados alternan su aparición en la estructura de lo social y en la subjetividad misma del lenguaje. El lenguaje privado es aquel territorio de la conflictividad humana cuyo fundamento es la acción social, colectiva o individual.

Los psicólogos norteamericanos y franceses de la década de los 50, así como toda la tradición que arranca de la sociología Weberiana, analizan lo social (Véase R. Merton, T. Parsons, P. Bourdieu A. Touraine), como un  conjunto microsecuencial, relativo a los órdenes territoriales del sujeto, y uno macrosecuencial (o relativo a los órdenes extraterritoriales). Ambos órdenes están concebidos en el marco de la expansión ideológica y en la perspectiva de la cotidianidad y sus hechuras.

Pero el lenguaje privado penetra en los órdenes anteriores, puesto que el sujeto de la acción genera la conflictividad en base a un contacto y una formalización humanas, y cuyos contenidos son diversos y ajustados a modelos vivenciales y convivenciales, motivados por el continuo cambio cultural.

De ahí que la posición estratégica del hablante en el marco de la acción haga posible un entendimiento no articulado y un “querer decir” intencional que constituyen, de manera presentativa, la escena del discurso privado y público.

Así las cosas, entre el hablante interno y el hablante externo existe un “conocer” que desde los orígenes de la cultura occidental ha sido marcado por el logos. Este filosofema con más de quinientas posibilidades léxicas de conceptualización en el movimiento de las lenguas indoeuropeas, permite en el contacto interlingüístico y secuencial, las más variadas intencionalidades del sujeto social.

Tanto la manipulación social, como las interinfluencias, las formas de la autoridad, el poder político (heterosexual por excelencia), y las diversas actitudes del sujeto en la esfera de la acción pública, desarrollan el lenguaje privado como una posibilidad ocultada y cuyo ocultamiento es el punto de partida del lenguaje público y sus estructuras direccionalmente explícitas.