Desmantelar el nido de garrapatas de la OISOE o permitir que dejen en el hueso a la pobre res pública.

Acosar  a Félix Bautista hasta que se tranque él mismo o dejar que celebre fiestas y se ría con las muelas de atrás.

Pensar en el destino de las generaciones futuras o endeudarlas hasta el cuello.

Promover una sociedad civil fuerte y valiente o tratarla como a una banda de delincuentes. Mandarles portavoces, representantes y negociadores o cascos negros, caliés y coroneles arbitrarios. Hablarles con la mano en el hombro o maltratarlos con el pie en el culo.

Respetar la existencia de partidos de oposición fuertes o comprarlos como gallinas en el mercado. Promover una democracia sólida o propiciar un simulacro de democracia.

Respetar la independencia del poder legislativo o convertirlo en un simple sello gomígrafo.

Respetar la independencia de la justicia o regalarles lentes para que vean bien qué intereses no deben tocar.

Respetar la indepentedia de la prensa o comprarla por un montón de papeletas sucias.

Responder a las preguntas del puñado de periodistas serios o alardear de un silencio que otorga.

Imitar la integridad de Juan Bosch o usarla como medio de propaganda.

Sentirse dominicanos primero y luego peledeistas o lo contrario.

Servir al partido para servir al pueblo o servirse del pueblo para servir al partido (y a sus miembros).

He aquí el dilema del PLD. He aquí su lema.

Pero su dilema no es dilema sino impostura: hace tiempo que eligieron lo que querían.

Pero su lema no es lema sino patraña: nadie puede servir a dos señores.