Desde la perspectiva sociológica, el dilema de la diferencia es la tensión que se fragua entre alternativas que la sociedad, y con ella la autoridad, puede adoptar al tener que tomar decisiones frente a las diferencias.
En una sociedad de clase, la conflictividad que es su historia y génesis desde los individuos, grupos y estratos, el mecanismo más idóneo es aquel que menos impacto negativo tiene entre los distintos hechos de un fenómeno social. La integración y la segregación, como vehículo de la asimilación, constituyen el núcleo nodal para posibilitar la convivencia social en el seno de una sociedad.
Es en esa misma perspectiva sociológica, que desde el Estado se deben propiciar políticas públicas que orienten hacia una sociedad inclusiva; a la necesaria construcción de una sociedad que no se cimente en procesos de exclusión o de marginación; sino en una fragua humana que fomente la inclusión como espacio de modelo de la vida social.
Esa vida social comienza necesariamente por entender, comprender y valorar las diferencias; en tanto estas diferencias encajen con el paradigma de la igualdad de oportunidades y por políticas públicas inclusivas que igualen a los ciudadanos en los territorios.
Para ello, el Estado debe dejar de ser un Estado Predatorio. Un Estado donde la elite política burocrática se enriquece y ve a este como el escenario perfecto, enteramente patrimonializado. Es lo que explica que en los últimos 30 años las prioridades de la sociedad vayan por un camino y las decisiones de los ejecutivos del Poder Ejecutivo caminen de manera ostensiblemente diferente.
En la China Continental hace 30 años – el país más poblado del mundo – el 80% de sus habitantes eran pobres. Hoy, en el 2011, China que sigue siendo el de más habitantes, con 400 millones más que hace 30 años; solamente tiene 16% en la pobreza.
Igualmente, Brasil, el país más grande en su territorio de América Latina (8,544,270 km²) y más poblado (198,214,000 de habitantes); con el de mayor grado de desigualdad. Sin embargo, en los últimos 12 años (Fernando Henríquez Cardoso), pero sobre todo, en los últimos 8 años (Luz Ignacio Lula Da Silva), en este coloso país sacó de la pobreza absoluta a más de 40 millones de habitantes y movilizó socialmente a 28 millones a clase media.
La sociedad dominicana hace 30 años, el 33 % de su población era pobre. 30 años después, seguimos teniendo el 33 % en la pobreza. Sólo que hace 30 años éramos 6 millones de habitantes y hoy somos 9.7 millones de dominicanos y dominicanas; todo lo cual significa que hoy tenemos más pobres en términos absolutos. Hace 30 años teníamos 1, 980,000 pobres. Hoy tenemos 3, 300,000. Conviene señalar que en el 2003-2004 tuvimos un 43 % de pobres y que desde el mismo 2001, los elementos fundamentales de la Macroeconomía (desempleo, tasa de cambio, tasa de intereses y crecimiento de la economía) comenzaron a deslizarse por la pendiente negativa de la economía hasta explosionar en los años de la crisis bancaria. En ese interregno “el trickle Down Effect”, que se produce como "consecuencia" del crecimiento de la economía fue enteramente fallido.
Lo que vemos en el estudio de la vida cotidiana del dominicano, vale decir, en las interacciones sociales, en el día a día que es lo que nos va estructurando y conformando por lo que hacemos, que nos poda la vida social, que nos expresa las distintas formas como enfrentamos la realidad y de cómo las instituciones y sistemas sociales coadyuvan con la vida colectiva; es pesarosa en nuestra realidad social.
Mientras Francia tiene una población de 62, 751, 344 habitantes; España cuenta con una población de 47, 208, 363 y Gran Bretaña con 61,762, 815. Es decir, 5 y 6 veces la población dominicana. En estos países cuando mueren 40 mujeres por feminicidios la población, la sociedad completa grita a una sola voz a las autoridades para que refuercen su política social antifeminicidios. En cambio nosotros, en el 2010 tuvimos 210 mujeres muertas por violencia intrafamiliar y en lo que va de año 80 mujeres han muerto.
El 100 % de las mujeres muertas con menos de 40 años; es decir, reproductivas y en edad productiva, y el 96% con hijos. Un drama social penoso para la sociedad y para las familias que nunca se repondrán emocional y psicológicamente de esa enormidad de violencia, en su duelo permanente. ¡No hay una política social, activa, proactiva, permanente y sistemática que desestructure este estado de barbarie. Igualmente, el suicidio y la violencia social están aumentando!
Analizar los presupuestos, los factores sociales y las fuerzas estructurales que actúan dentro del conjunto de los procesos sociales que existían y vienen incubándose en el seno de la sociedad, y en consecuencia, desarrollar una visión acerca de los mismos, es la labor fundamental de la sociología y de los sociólogos, para entender toda la problemática social que tenemos hoy.
La pobreza y la exclusión social son elementos vitales para comprender todo el entramado de la violencia social, intrafamiliar y el suicidio. La pobreza, no tan solo como carencia material e imposibilidad económica, sino como juicio de valor sobre su propio quebranto de existencia; es lo que da pauta al síndrome de la desesperanza aprendida de la vida cotidiana de un 60% de los dominicanos.
Es que la vida, más que vida es una constante lucha continua por sobrevivir, donde en "medio del círculo vicioso de la pobreza", sólo encuentra respuestas de su reafirmacion en la "violencia", sea esta social, íntima e individual.
Varias ilusiones con muchas esperanzas redentoras: 1978 (Antonio Guzmán y el PRD); 1982 (Salvador Jorge Blanco y el PRD); 1996 (Leonel Fernández y el PLD); 2000 (Hipólito Mejia y el PRD); 2004 (Leonel Fernández y el PLD). 28 años con muchas nubes llenas de desesperanzas. Las desesperanzas y la falta de fe, el no ver un horizonte de futuro cargado de posibilidades positivas, van generando frustraciones individuales y colectivas. Las frustraciones potencializan las angustias, las ansiedades y las depresiones. Ellas activan en el inviduo, canalizando acciones y decisiones que destruyen vidas y configuran comportamientos desviados.
Los que han dirigido políticamente en los últimos 28 años, no tienen manera de explicar la enorme interdicción y el poco Índice de Desarrollo Humano que acusa nuestra sociedad. Sólo la visión de ver la política y la dirección del Estado como un Estado Predatorio que produce pobreza y exclusión social, inequidad e iniquidad.
¡La indulgencia de la sociedad para con ese Estado predatorio nos está conduciendo a este momento desgarrador y doloroso en que nos encontramos!