El poder del diálogo cinematográfico está en convencernos sobre la realidad de los acontecimientos. Una historia en cine es un acontecimiento de ficción basado en una recreación de la vida real. Todo diálogo escrito debe no sólo transmitir el mensaje de la historia sino reflejar la personalidad y la realidad de cada personaje.
El ser humano en su vida cotidiana reflexiona en tantos temas y tantos disparates que hasta llegamos a pensar “Tengo que ser yo el único que llega a estas conclusiones”. Pero la realidad está muy lejos de ser esa. Todos pensamos y especulamos sobre las mismas interrogaciones raras y sin valor. Estos temas al azar de la vida son los que nos llevan a las conversaciones cotidianas que aunque no parezcan significativas en el progreso de nuestra vida profesional, son los temas que le dan un sentimiento familiar al espectador. La familiaridad de parar tus cálculos contables cotidianos en el trabajo y pensar “¿Por qué será que Superman lleva la ropa interior por fuera del traje?”.
Ejemplo: En la serie de ficción estadounidense “Daredevil” el joven superhéroe ciego Matt Murdock que en su día a día es un abogado de profesión. Se sienta a tener una conversación con su cliente luego de muchas preguntas de trabajo. La cliente le dice: “¿Te puedo hacer una pregunta personal?”, Murdock responde: “No, no nací ciego”, ella sorprendida le responde: “¿Cómo sabías que esa era la pregunta?”, Murdock le dice: “regularmente es eso o ¿Cómo me peino por las mañanas?”, ella lo mira y dice: “¿Cómo te peinas por las mañanas?”, Murdock: “Se hace lo que se puede y se espera que pase lo mejor”.
Cuando pensamos en un dialogo en cine debemos tomar en cuenta que no solo es el que explique los acontecimientos sino que debe ser el que nos apegue a los personajes que tanto necesitamos que agraden para poder darle razón a nuestras historias.