La decisión de Grecia de declarar una posible suspensión de pagos a su deuda externa luego de la profunda crisis por la que atraviesa este país desde el 2009 ha mantenido en agitación y expectativa a todo el mundo político y académico a nivel global.

Este revuelo mediático sobre el país heleno frente a las posibilidades reales de que Grecia este dispuesta a saldar la deuda vencida a cambio de un tercer rescate puede significar la continuación del alto costo político, social y económico que ha hecho pedazos a la nación griega.

Lejos de una solución aquí está en juego la viabilidad de una nación asediada por acreedores con una deuda que alcanza el 177% de su Producto Interno Bruto (PIB) y con un desafortunado pasado reciente de incapacidad de pago.

Los países acreedores de la Euro Zona han puesto a Grecia en un callejón sin salida y han quedado incómodos con el “No” que se impuso abrumadoramente en el referéndum convocado por el gobierno de Alexis Tsipras el pasado 5 de julio, lo cual según la declaración del Presidente del Eurogrupo Jeroen Dijsselbloem rompe de entrada cualquier tipo de negociación o perspectivas de un futuro rescate financiero.

Economistas de la talla de Joseph Stiglitz y Paul Krugman han apoyado la negativa de Grecia a honrar sus compromisos, sobretodo por que en esta coyuntura pagar se convierte en sinónimo de ahogamiento, de estancamiento y la critica situación por la que atraviesa el pueblo griego pudiéndose afectar seriamente el plano política y a la gobernabilidad.

En el ínterin la moratoria de pagos por parte de Grecia ha puesto inquietos los mercados europeos en lo que se vislumbra un golpe mortal hacia la salida de la crisis en el país heleno caracterizada por una profunda recesión y un alto desempleo.

Los pronósticos no son nada alentadores y todo parece indicar que el aislamiento de Grecia en el caso de su eventual salida de la Unión Europea podría comprometer profundamente no sólo la estabilidad económica de muchos países Europeos (Acreedores y Deudores), sino que pone en tela de juicio la viabilidad e idoneidad funcional de la Unión Europea.

Génesis de una deuda impagable.

Ha existido consenso en lo que respeta a las causas de la crisis griega, por un lado la turbulencia producida por la gran recesión del 2008 y por otro la acumulación progresiva de altos niveles de deuda por más de una década y que absorbía una importante proporción de su producto interno bruto. Los déficit estructurales de las cuentas públicas junto a un endeudamiento en ascenso por más de una década agravó la capacidad de pago de Grecia en el 2008 coincidiendo dicha situación con la turbulencia global por la crisis inmobiliaria norteamericana que impacto de forma importante las economías de la Unión Europea, en esta coyuntura y siendo Grecia uno de los eslabones más débiles le tocó la peor parte.

Para el 2009 el déficit estructural que venía en incremento por años exacerbó la confianza de los inversionistas creando un profundo escepticismo en cuanto a la capacidad del país de pagar sus compromisos con los tenedores de bonos, esta situación dispararon la prima y el pago del rendimiento de los bonos a niveles fuera del umbral de el resto de países de Europa fue el detonante hacia la necesidad de un rescate financiero

Los dos principales rescates financieros hechos a Grecia por La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional mejor conocidos como “La Troika” en los años 2010 y 2012 respectivamente ascienden en total a unos 240,000 millones de Euros e implicaba la adopción de reformas estructurales, un plan profundo de austeridad y la privatización de activos del gobierno, dicho paquete de medidas no han tenido los resultados esperados a pesar de la ligera recuperación experimentada en el 2014

La Troika al desnudo

En el panorama actual encontramos a la Unión Europea encabezada por Alemania con el respaldo incondicional de “La Troika” y sin ceder un ápice en cuanto a sus intenciones de continuar presionado para lograr el cobro de los vencimientos de la deuda griega, por otro lado tenemos a Grecia cuya situación se caracteriza por una incapacidad profunda para asumir sus compromisos financieros pasados y futuros, una profunda recesión económica y un desempleo que ya ronda cerca del 26%.

En resumidas cuentas el plan de rescate ha mostrado una vez mas las filosas uñas de un capitalismo implacable y cada vez más decadente, en donde las restricciones económicas impuestas a cambio del plan de rescate más que resolver la situación de postración y estancamiento de la economía griega, ha ocasionado un problema serio de ingobernabilidad y malestar social en múltiples ámbitos de dicha nación.

“Los planes de rescate” hartos conocidos en nuestros países latinoamericanos se han convertido en arma de chantaje y dominación en donde las intenciones lejos de oxigenar las cuentas fiscales y dinamizar la actividad económica en pos del desarrollo, constituyen una camisa de fuerza en donde su nivel de rigidez y restricciones es directamente proporcional al nivel de deuda y cuyo único y exclusivo objetivo de que la deuda soberana sea saldada sin miramientos en los tiempos y condiciones de los acreedores.

Detrás de ese rescate ha prevalecido la filosofía de los países más poderosos de la Unión Europea con un apoyo irrestricto al sistema bancario sin importar las consecuencias económicas, politicas y sociales de los países deudores.

Los bancos son la piedra angular del capitalismo de ese “Establishment” bien enquistado, son la ubre que nutre y hace posible el juego macabro en donde priman las cuantiosas granjerías de una elite empresarial cuyo costo de transacción son las grandes mayorías.

Esta crisis en donde el capital domina y prevalece como centro de todas la decisiones desnaturaliza la noción que hasta ahora teníamos de la Unión Europea, lejos de una comunidad política de derecho y de integración y gobernanza entre los pueblos de Europa representa más bien un exclusivo Club Comercial Bancario cuya misión principal es la obtención y recaudación de capital sin importar las consecuencias de índole social y de derechos humanos.

Grecia con su “NO” ha puesto en jaque a ese capitalismo expoliador y deshumanizante ha sabido pararse desde sus cenizas. Grecia se para en alto y dice no a la TROIKA, es tiempo de apoyar y emular a sociedades que están despertando de su rezago, que saben lo mucho que está en juego y que no pueden continuar dependiendo del apetito voraz de esos organismos que son implacables con su capital y chantajean con un cataclismo y apocalipsis económico en caso de no pagarles cuando la realidad es otra, parafraseando a Stiglitz quien expresa “Si Argentina no declara moratoria a su deuda por allá por el 2002 se estuvieran comiendo vivos”.

Este capitalismo salvaje es una vorágine, muchas veces traicionero, pocas veces solidario, no busca el bien común, es una maquinaria bestial que sólo exige y no da nada a cambio, no se sacia y que tiene manos de hierro con el pueblo y manos de seda con los bancos.

Apoyemos una y cien veces la valentía del pueblo griego.