Hacia mucho tiempo que al gobernante de turno en maravilla land no le habían dado una buena noticia; los escándalos de corrupción, violación a las leyes y mal gestión gubernamental eran el tema que copaba los medios de comunicación de la comarca. Una muy larga jornada de denuncias, noticias y rumores sobre los manejos del régimen habían carcomido poco a poco esa imagen de aquel déspota moderno que una vez atrajo a las masas, inspiró esperanzas y brindó estabilidad a sus paisanos.

–¿Cuál será el bajadero para salir de estos escándalos? ¿Cuál excusa buscó para desviar la atención de tantos problemas sociales sin resolver? ¿Cómo acalló tantos delitos? ¿Cuál será el mejor pretexto que encumbra tan mala gestión y así no salir como un cadáver político cuando culmine este gobierno?

Eran las preguntas que se hacía en voz alta. Y el no tener respuestas era lo que le atormentaba a aquel ex profesor de política comunicativa, pues ya nadie le creía aquellos discursos fantásticos que rayaban en la autojustificación y que en momentos anteriores gustaron al público en el circo político.

El estrés era demasiado, la caída constante de popularidad era una tendencia que hasta ahora no podían cambiar sus técnicos y politólogos. Por más fórmulas que ensayaran, nada parecía poder parar la debacle, y era eso lo que perturbaba el interior de aquel presidente. ¡Claro! fueron sus acciones, errores y omisiones los que hoy le cobraba caro. Porque toda acción tiene consecuencias y él estaba empezando a sentir las repercusiones de sus actos allí donde más le dolía, en su imagen.

El estrés, la ansiedad y las depresiones profundas empezaban a ganar terreno. Pra nada  servían las visitas a psiquiatras. Parecían ser fallidos los tratamientos y terapias.

Para él, la situación de su iconografía era lo más importante, cosa que no entendían los profesionales de la salud mental, y estaba siendo inmisericordemente cuestionada. No hay peor cárcel que aquella condena social de ser rechazado y no tener credibilidad. No es para menos, ya que había engañado a muchos y esos muchos le habían agarrado la seña, se había convertido en tan predecible, que había perdido la capacidad de generar expectativas.

Pero eso fue sólo hasta esa mañana, cuando todo cambio de un momento a otro, así de repente, como por arte de magia, a modo de la suerte del destino. Cuando llegó a la oficina de aquel depresivo presidente su más fiel Rasputín, la excepción al refrán de que los veganos son buenos todos, el ingreso de este ministro al despacho -dicho en palabras llanas- era la de un perro por su casa. Como siempre con su caracteristica sonrisa, sí, esa sonrisa de suspenso, de Mona Lisa maquiavélica, la cual semióticamente te dice "cuidao conmigo, de si te descuidas te jodo".-.

Aquel Rasputín no dejó que pasara el tiempo, rompió el silencio que había en la habitación palaciega y dijo:

-Líder, le tengo la solución, parece que valió la pena toa la vela que le prendió a tatica, el agüita de Liborio que trajo Félix el gato de su pueblo, y el baño de sal que se dio en Juan Dolio en semana santa…

Fueron estas las palabras coloquiales con que saludó aquel ministro (que fungía como su agente de compra de medios y su crea cuentos comunicativos) a la primera figura del Estado.

-¿Dime que hay de nuevo Rafi? Dame la buena – le contestó amenamente y confianzudo aquel jefe palaciego.

-Lider, tú sabes que ya no nos creen el cuento de la crisis financiera global,  de que la piña ta' agria  o que fue la ruina de los banqueros y los ladrones del gobieno pasado. Taba hablando con juancito y él me decía que lo kikise no tan fluyendo, Manilo ta jodón, pues no sirve ni para encantar serpientes, y el desgaste de su imagen y gobierno según FunLaundry ta jodón. Según ellos, esa caída estrepitosa no la para ni la viagra, pero tenemos una suerte del diablo, ¡adivine!…, acabo de ingeniarme y se me ocurrió el plan Emily-

-¡Explícate Rafi! ¿qué es eso de Emily?-

-Como usted sabe, viene una vaguadita que quizás sea tormenta o ciclón. Bueno, la idea es que sea en lo que sea en que se convierta esa vaina, hay que potencializarlo, lo vamos a convertir en un espectáculo. Ya contratamos los expertos chilenos que hicieron el show de los mineros. Y to' ta lito presidente, tenemos los boletines del COE y Meteorologia, vamos a evacuar gente por pipá, en agricultura vamos a hacer informes exagerados sobre las pérdidas, ya usted sabe… el cuento es que se acabó el mundo, que la tormenta nos dejó jodíos, y por eso el gobierno no da abato.

El presidente miraba a su asesor de medios atentamente, muy interesado, mientras el Rasputín le continuaba relatando el plan:

-La Idea es que post/ciclón usted en todos los discursos diga que la crisis y desbarajuste del país, son el producto de los efectos negativos causado por Emily. Así que, presidente, de ahora en adelante na de crisis económica global o especulación de precios internacional de petróleo, ahora la excusa es Emily.

Todos quedaban en aquella oficina hechizados por la idea, mientras él seguía argumentando.

-Mírele lo beneficioso, amarramos bien el show, lo sacamos a usted de paseo por lugares destruidos, algo parecido a lo que hicimos cuando Olga y Noel, que usted agarró el megáfono allá en Barahona. Pero ahora con más caché y drama. Así que prepárese pa' dar cajitas y hasta llorá un poco, porque lo vamos a vender como un filántropo abnegado, una suerte de Madre Teresa; y  así vamos mejorando su imagen, además de que fluirán mas kikise, pues usted sabe que en desatre los préstamos son más fáciles de conseguir, la ayuda internacional es rápida. ¡Y tituá! volvemos a bailar la danza de los millones.

Fue allí cuando a aquel depresivo presidente se le dibujo en el rostro una sonrisa y dijo:

-¡Pues pa´ lante, Bienvenida sea Emily!