Hoy, como cada tercer jueves de noviembre desde el año 2005, se celebra a escala global “El Día Mundial de la Filosofía”.
La conmemoración, apadrinada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), tiene como propósito promover la importancia de la enseñanza de la filosofía para el pensamiento crítico, la consolidación de las sociedades democráticas y la cultura de la paz.
En sociedades carentes de pensamiento crítico no existe el empoderamiento ciudadano. Sin éste, no se puede sostener una comunidad de derechos y deberes. La democracia requiere para su consolidación de individuos participativos, dispuestos al diálogo, capaces de analizar las propuestas de sus dirigentes y conciudadanos, activos en el espacio público.
Al mismo tiempo, dentro de una cultura del debate crítico se promueve la paz, porque dentro de ella son las ideas las sometidas a la batalla por la sobrevivencia, en lugar de las personas.
Las sociedades sin experiencias de debate crítico tienden a ser colectividades donde los individuos se forman con la idea de que el poder, el chantaje, la fuerza, el ataque personal o la violencia pueden servir como mecanismo de validación en lugar de la argumentación racional.
Propugnar por la filosofía no es pues, apostar por un saber de accesorio para satisfacer el egocentrismo de intelectuales o eruditos. Es una apuesta por una sociedad más libre, abierta, pacífica y por tanto, civilizada.