Como parte trascendente de las celebraciones históricas-culturales en el calendario oficiar de nuestro país, durante años, se ha sido el “Día de la Raza”, (12 de octubre) como conmemoración sagrada, donde se reafirmaba orgullosamente el encuentro de dos culturas, como resultado del “descubrimiento de América”, siempre acrítico, elaborado desde la visión españolizante que marcó el inicio, ¡gracias a Dios!, de nuestro desarrollo como sociedad y la salida del salvajismo hacia la civilización.

Desembarco en América.

Lo primero, es que la conceptualización de “raza” desde el punto de vista antropológico y sociológico es falsa, prejuiciada, discriminadora y racista, porque lo que existe son grupos étnicos, seres humanos, donde ninguno es superior o mejor que otro y que  las diferencias en el color de la piel de los seres humanos, la ciencia hoy tiene sus explicaciones.

El llamado “descubrimiento de América”, está en el debate de “quien descubrió a quién”, ya que cuando los españoles llegaron a la isla que hoy compartimos con Haití, hacía más de 2,500 años que era habitada por seres humanos, nuestros habitantes originales.  En realidad, fue una invasión donde los “descubridores”, se impusieron por la fuerza, esclavizaron a su población e impusieron un sistema de explotación, muerte y miseria, con el saqueo y la complicidad de toda la impunidad del mundo.

En este “encuentro” desigual, los españoles, se declararon propietarios de todo, gentes y tierras, considerando que ellos eran seres humanos superiores, civilizados y los indígenas eran seres salvajes, ignorantes, que no eran cristianos, que vivían en las tinieblas y que no eran hijos de su Dios, entendiendo incluso, que la religión y las deidades de los indígenas eran falsos y que había que eliminarlos.  ¡La religión católica, entendida de esta manera, era su cómplice, su pretexto y su sustento ideológico!

Como parte de una sociedad europea que comenzaba a agrietarse, se impregnó la tendencia de aumentar las riquezas para el afianzamiento del Poder, deslumbrada por las descripciones de varios aventureros sobre las riquezas de los pueblos orientales, entre los que se encontraba Marco Polo, que marcaron el camino de como llegar a las riquezas, el oro y las especies allí abundantes.  ¡El secreto era la búsqueda del camino más corto para los europeos para llegar a la India.

Por lo tanto, el oro y las especies eran objetivos a conseguir a vida o muerte: El oro para el aumento del Poder y las especies para el mantenimiento de las carnes en el invierno, en una sociedad europea sin refrigeración artificial.  ¡Por eso Colón encontró apoyo en España!

En el Poder está prohibida la inocencia. La exaltación del “Día de la Raza”, además, es racismo y discriminación, para tratar de invisibilizar la presencia africana en la formación social dominicana y para eliminar sus aportes a la cultura y a la identidad nacional.

De esta manera, con la elaboración y la vigencia de una historia al revés, distorsionada, colonizada, el sistema vigente y el Poder prevaleciente han tratado de invisibilizar el aporte africano y la presencia afro, minimizando, silenciando y distorsionando los acontecimientos históricos y a sus actores.

La invisibilidad de la presencia afro se convirtió en ideología oficial del Poder, llegando incluso a incluir durante la dictadura trujillista, la categoría de “Color Indio” en la identificación de la o el dominicano en su carnet de identidad (“Cedula”), para no colocar “negro” o “mulato”, escondiendo también un antihaitianismo, ya que los “negros son las haitianos”. Los dominicanos somos “indios” o blancos.

Para la élite gobernante, el negro, los afrodescendiente han aportado muy poco a la literatura, el folklore y la cultura popular, por su bajo nivel cultural, por ser brutos. dejándonos huérfanos, porque las y los dominicanos, a pesar del bembe, la nariz achatada y los cabellitos enroscados,  somos hijos de España, la “madre patria”.   ¡Nos dejaron sin papá!

En este proceso de invisibilización del negro, se pasó a sobredimensionar la herencia indígena en un indigenismo sin indígenas, que solo alcanzaron presencia trascendente en el carnaval.  Para contribuir a este proceso, la dictadura trujillista, a pesar del mulataje, desarrolló una ideología hispanista, donde terminamos siendo descendientes de España.

Nació un esteticismo neocolonial, de que lo “ello” era blanco y lo negro era feo.  Las mujeres bellas eran las blancas, rubias, ojos azules.  Subliminarmente, indujeron a que había que avergonzarse de lo que somos. Era “bella”, la negra que tuviera “facciones finas”, porque se parecía a las blancas.  ¡A nivel popular, el alisado fue el camino y la tenaza caliente fue la magia!

Críticos irreverentes, comenzaron a describir, revalorizar y a difundir la riqueza de la herencia afro a nivel folklórico y de la cultura popular, a mostrar la riqueza de nuestra diversidad como expresión de nuestra identidad en la gastronomía, la religiosidad popular, la música, la danzas, el carnaval y sobretodo en nuestra maneras de ser, de sentir, de expresarnos, en un proceso de criollización y de dominicanización.

Es hora de revisar las simbolizaciones, los valores, nuestros patrimonios y redefinir nuestra historia. A nivel nacional, hay que reponer identidades invisibilizadas como Liborio o Lemba y a eliminar de nuestro contexto símbolos coloniales como las estatuas del Almirante o calles como la “Ovando”.  Igualmente, revisar símbolos neocoloniales y expresiones de la dependencia, como por ejemplo sobredimensión de la Av. George Washington, la Av. Winston Churchill o la Av. J.F. Kennedy,

¡Llegó la hora del afianzamiento de lo que somos y la redefinición de nuestra identidad!  ¡Llegó la hora del orgullo y de la dominicanidad!