El 11 del mes de abril de cada año se celebra en el país  el dia nacional del café, desde hace varios años no creo que haya razón para celebrar nada, más bien, debe ser un dia de reflexión sobre la realidad por la que está atravesando el sector café; para explicar la situación de la caficultura dominicana se ha escrito mucho y creo que no se ha logrado transmitir lo dramático de la situación, por lo que sería mejor presentar la realidad con humor en forma de analogía a ver si con este recurso narrativo se entiende mejor la problemática.

La caficultura en estos momentos  se encuentra como un barco que navega a vela y a motor, pero el motor está dañado, las velas están rotas y deshilachadas, por lo que está a la deriva; además tiene muy poco combustible y el que hay está mezclado con agua. El barco está comandado por tres capitanes, uno ciego, otro sordo y el tercero mudo,  entre los cuales la planificación, la comunicación,  la coordinación y  la estrategia solo se limita a que el ciego le dice al sordo que le diga al mudo que le indique cual debe ser el rumbo a seguir para evitar que la nave zozobre; pero mientras tanto la nave está repleta de pasajeros confundidos, desesperanzados, desmotivados, hambrientos, sedientos y en un estado de ánimo que los hace pensar en tirarse por la borda y no se hace nada ni se toman decisiones para llegar a puerto seguro.

Creo que la ley que crea el día nacional del café debería ser cambiada por la ley del día de la desaparición de la caficultura dominicana y para ello deberíamos los caficultores ir en masas al congreso con el proyecto de ley para establecer el dia de la desaparición de la caficultura dominicana y solicitarles a los “honorables” congresistas  que dicho proyecto legislativo sea conocido y aprobado en ambas cámaras; en el mismo, mediante articulado se establecerá la creación de una comisión formada por el canciller de la república y Osmar, si Osmar…..Así con ese, el de la junta agroempresarial Dominicana; para que elaboren los términos de referencias de un tratado de libre comercio con Brasil, Colombia, Vietnam y otros países productores de café de forma que su producto pueda entrar libre de arancel y con vaselina a Dominicana, todo en aras de la santa y bien mentada competitividad.

En otro articulado el proyecto de ley ordenaría  a la junta agroempresarial y al poder ejecutivo  que eliminen respectivamente el capítulo de caficultores de la JAD y que el  estado proceda a la revocación de los decretos de incorporación de todas las asociaciones, cooperativas, núcleos y federaciones de caficultores, pues los caficultores emigraron en masa para la Barquita, Quijá Quieta, Cógelo Parao, Canta la Rana, Muerto Sentao  y otros cinturones de miseria, con nombres jocosos pero de dramática realidad, que “adornan” las diferentes ciudades del país; en ese mismo artículo, la ley, también creará en la JAD un comité de subasta para “sortear”  los permisos de importación de café de forma que se “beneficie  democrática e igualitariamente” a todos los importadores de café inscritos en los diferentes partidos políticos y que cooperaron abundantemente con la campaña del presidente de turno.

El proyecto de ley, en el aspecto ambiental,  tendrá un artículo en el que se declarará como la única loma importante para el país, la nación y el extranjero a la loma Miranda, la aplicación de dicho artículo estará a cargo de la Dra. Amparo Chantada, reputada ambientalista; ya que las demás lomas son una porquería pues están carcomidas y destruidas por un hongo internacionalista y los servicios ambientales que esas lomas dejaran de aportarnos no representan nada para la estabilidad de la vida en la nación.

Para pasar la ley en el congreso se deberán repartir varios maletines conteniendo sumas desde cientos de miles hasta millones de dólares que serán obtenidos mediante la venta en masa de todas nuestras propiedades cafeteras a los narcotraficantes y lavadores profesionales de dinero; pero solo podrán venderse las fincas que todavía no hayan sido expropiadas por los banco a causa de la morosidad y falta de pago de las acreencias en las que están incurriendo esos infelices y jodidos caficultores.

Creemos que con la aprobación por las cámaras legislativas y publicación por el poder ejecutivo  de la tan importante y necesaria ley de la desaparición de la caficultura nacional le estaríamos haciendo un gran favor a nuestro país y le estaríamos quitando del medio a una partida de pendejos que se han dedicado en cuerpo y alma a empobrecerse alegremente y a joderle la vida a los políticos con sus necedades.