Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer.

Rubén Darío

 

Sin duda alguna, las manifestaciones de la juventud dominicana en la Plaza de la Bandera, en todo el territorio nacional y en el mundo, donde viven dominicanos, es una demostración positiva de esperanza y de rebeldía. Y no podía ser de otra forma. Los jóvenes han jugado su papel cada vez que la patria necesita de ellos.

Ha cada generación le toca su momento histórico. La de ahora; inteligente, creativa, valiente e ingenua, ha escrito páginas gloriosas y aleccionadora que le demuestra al país y al mundo, que todo no está perdido. Que el despertar de los jóvenes será el muro de contención para evitar que la corrupción y la impunidad hagan sucumbir nuestra patria.

No existen actividades de los seres humanos que no estén guiadas por intereses ideológicos y políticos. La imparcialidad, no injerencia de la política como se quiere vender el caramelo, es un sofisma ideológico del sistema para meter de contrabando su veneno peligroso que desarma a los jóvenes.

El aspecto político no debe desligarse de los movimientos sociales de los jóvenes. Identificar políticamente a los responsables de la desgracia y derrotarlo en cualquier escenario. La imparcialidad no existe. Excluir a los políticos es dejar abierta el espacio para que oportunistas y los enemigos de siempre pesquen en río revuelto.

La apoliticidad, imparcialidad e independencia en la lucha política y social es una farsa; a la larga, con el tiempo, se descubre las verdaderas intenciones. Utilizar modalidades de protestas que no permitan la presencia de políticos corruptos y banderías políticas partidarias es otra cosa, muy diferente.

El problema es grave, de índole político y como tal debe de enfrentarse con determinación para evitar que la sociedad sucumbe en el mar de la podredumbre y la degeneración. Los gobernantes de turno son responsables de la debacle, no busquemos culpables en otro lado. Los que gobernaron antes y los de ahora. En atención con los que vienen…

Los jóvenes protagonizaron epopeyas gloriosas y heroicas luchas contra la dictadura de Trujillo y después de su caída. La Era post trujillista y balaguerista fueron épocas de enfrentamiento y resistencia de una juventud que se entregó en cuerpo y alma por el establecimiento de un estado de derecho, de democracia, libertad e independencia.

La maltrecha democracia que disfrutamos hoy es el fruto, consecuencia, de tanta sangre derramada a lo largo de nuestra historia. Los jóvenes de ahora se adaptan, con valentía y sin miedo, a las nuevas condiciones de vida y de trabajo para ocupar el lugar que les corresponde. Admirable actitud pone a pensar a un gobierno corrupto, prepotente e insaciable.

Juventud, divino tesoro; no debe desmayar, ni un instante, su indetenible movimiento de protesta para detener el deterioro acelerado de la sociedad dominicana. Estamos hartos es el grito de guerra en las redes sociales que unen a los jóvenes en contra de los políticos, corruptos, tradicionales que se ha burlado de la confianza de depositada.

Hoy como ayer, la juventud no se rinde. Ni con bombas ni con balas; ni con flores ni banderitas. Hay que mantener la presión en la cancha entera y evitar que el gobierno de Danilo y el PLD impidan la celebración de elecciones transparentes y limpias. Cuentan con la JCE para imponer el fraude y perpetuarse, a través de su candidato Gonzalo Castillo, en el poder.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
¡Mas es mía el Alba de oro!