Identidad es la palabra que aflora en mis sentidos al ver toda la emoción, esperanza, pasión, expectativa, fuerza, volcadas en las calles en el corazón, las manos, las voces y los carteles de los que nos hemos dado cita el jueves 8N frente a Funglode, el viernes 9N frente al Palacio de la Policía Nacional, el domingo 11N en el Parque Independencia, el martes 13N lo más cerca de Funglode que los policías nos dejaron estar, y anoche en las inmediaciones del Teatro Nacional.
Hacía años que no se respiraba tanta unidad, tanto sentido de pertenencia, de amor a nuestra patria, solidaridad de clase. Esto es producto de la olla de presión de la crisis de valores, que próxima a su punto de explosión, nos ha sacado del letargo en que habían sumergido al pueblo dominicano, enterrando nuestra dominicanidad bajo tierra y construyendo un país lleno de falsedades.
Uno en el que solo tienen cabida los que se fundan en el sistema, sea por dádivas, prebendas, nominillas, barrilitos, carguitos y todo lo que conlleva hacerse parte de esa dimensión paralela. Una dimensión donde los problemas que enfrentamos los dominicanos de a pie, son espejismos.
Donde los salarios oficiales permiten una mejor capacidad adquisitiva y donde el costo de la vida no ejerce una presión de tanta importancia como sobre los demás mortales.Pero esa dinámica no es sostenible ni eterna. Ese paisito de mentiras que han ideado para exprimir nuestras riquezas, entregándoselas a la Barrick, a Falcondo…
Donde todas las instituciones son una orquesta de cómplices que responden a los intereses del poder, donde no hay seguridad jurídica ni una atención eficiente al usuario de los servicios públicos: Está próximo a su fin.Porque a los que nos duele nuestro país, la juventud, la clase media, la baja y todo el que sabe que ser dominicano va más allá que cantar el himno nacional, sino más bien, hacer suyas sus letras y velar porque sus principios se mantengan vigentes, a la luz de la época que sea, porque es nuestro legado, nuestro tesoro. NOSOTROS y NOSOTRAS sí estamos dispuestos a EXIGIR cambios reales.
Donde la palabra pese, donde se garanticen los derechos fundamentales mediante un desarrollo verdadero, en el que todos y todas tengamos bienestar, como producto de políticas públicas serias y comprometidas con el país a corto, mediano y largo plazo.Un país con mejor educación, salud pública, transporte, mercado laboral, seguridad ciudadana, seguridad jurídica: Esa es la visión de todo el dominicano y la dominicana que se reencuentra con sus valores patrios en cada marcha, en cada manifestación.
He aquí la razón de la dimensión insospechada de este movimiento. Somos los mismos protagonistas que impedimos el establecimiento de la Cementera en Los Haitises. Los mismos que venimos exigiendo la asignación del 4% del PIB para la Educación, el cual pronto será realidad, gracias a las presiones que iniciaron hace una década (aunque pocos lo sepan), pero que despertaron la atención del pueblo hace apenas casi tres años.JOVENES, FAMILIA,TOD@S: Tenemos los medios, la capacidad, la fuerza, la experiencia para lograrlo. Estamos hablando de NOSOTROS, los hijos del siglo XXI, que ya hemos venido logrando cosas y podemos honrar la memoria de nuestros patricios y asegurar un mejor futuro para nuestros hijos.Primero la Educación, ahora la reforma y la corrupción, mañana será cualquier esbirro que quiera apartarnos de la restauración de nuestra patria, que aún tiene tareas pendientes.FUERZA PUEBLO!!! SEREMOS LEGION!!!