Por el Rio Ozama, cuyas orillas sirvieron de puerto desde el inicio de la colonización, han pasado muchas figuras ilustres y otras no tanto, pero figuras al fin. En este caso nos referimos al maestro de las artes plásticas Camille Pissarro, quien fuera hijo de madre dominicana, y en su paso por nuestra isla dejó varios dibujos y bocetos de nuestra geografía.
Uno de sus dibujos realizado con plumilla, tinta y acuarela, ilustra una imagen del puerto de Santo Domingo en el año 1850. En el mismo se plasma el movimiento de veleros, gente y burros en la orilla fresca y desorganizada del Rio Ozama.
En el fondo se nota casi esfumada completamente la capilla de Nuestra Señora del Rosario, en la cima del farallón que domina la desembocadura en la margen oriental del Rio.
Desembarcadero del Ozama
Camille Pissarro, plum, tinta, y acuarela, 1850
Pissarro nació el 10 de julio de 1830 en la isla caribeña de St. Thomas, hijo de Abraham Gabriel Pissarro, un judío sefardí portugués y Rachel Manzano-Pomié dominicana. En 1850 estuvo viajando por el Caribe con su maestro el pintor danés Fritz Melbye, realizando ambos varias obras sobre la vida cotidiana y el paisaje en Santo Domingo.
En 1855 se trasladó a París, donde asistió a la Escuela de Bellas Artes y a la Academia de Jules Suisse. Estudió con el paisajista francés Camille Corot.
Fue uno de los fundadores del impresionismo francés alejándose de la escuela clásica, junto con Renoir, Monet, Degas, Cezanne, Sisley, Berthe Morisot y otros. Camille Pissarro fue un maestro universal de la pintura.
Ante la importancia de esta obra, y por tratarse de un lugar que me trae recuerdos muy amenos de mi niñez y adolescencia, pinté una obra al óleo recreando el dibujo de Pissarro, con menos detalles, ya que muchos eran imperceptibles en la copia impresa que tenía a mano.
Desembarcadero del Ozama.
Marino Chanlatte, Oleo, 1999
Sin ser una copia del trabajo de Pissarro, aunque partiendo del mismo e interpretando su obra libremente, traté de rescatar la frescura del rio, y el verdor y exuberancia del paisaje como me lo imagine sería en aquella época. Joya de la naturaleza tropical y caribeña.
La transformación de este histórico lugar, puerta principal del nuevo mundo, ha sido constante. En permanente renovación, desde que se construyeron el puerto de carga y las aduanas de Santo Domingo, custodiadas por los altos y ominosos muros de la Fortaleza Ozama, que miran al rio con desdén.
Continuó la transformación convirtiéndolo en puerto turístico y atracadero de yates y cruceros, la construcción de la avenida del puerto, y la completa remodelación del área del puerto.
Como se puede apreciar en esta última fotografía, la cual tomé en el año 2006, el cambio ocurrido en más de 150 años de evolución no impresiona positivamente.
No se nota la belleza ni lo espectacular del modernismo, y se ha perdido mucho del encanto de la naturaleza que inspiró al fundador del impresionismo Camille Pissarro.
Marino Chanlatte
Foto del Puerto de Santo Domingo, 2006