En la trayectoria de un político, no todas sus decisiones son aciertos, como cualquier ser humano comete errores, pero en el caso del presidente Leonel Fernández, ha sido y es un político exitoso, por lo que podemos afirmar que ha tenido muchos más aciertos que desaciertos; sin embargo, cuando en el 2012 tomó la decisión de apoyar a su compañero de partido Danilo Medina, cometió su mayor desacierto.

Sin dudas “donde Dios no puso, no puede haber”. Danilo Medina se había presentado como candidato oficialista en las elecciones del 2000 y fue ampliamente derrotado por Hipólito Mejía y prácticamente empató con un 24% de los sufragios, con el octogenario Dr. Joaquín Balaguer.

Luego, en el 2007, desafío el liderazgo del presidente Fernández a sabiendas de que la Constitución le permitía la reelección consecutiva y que los niveles de aceptación del presidente Fernández superaban el 70%; aun así, Danilo se empecinó y compitió en contra de Fernández, recibiendo su segunda gran derrota.

Mas tarde, en el 2011 volvió a presionar las estructuras del partido para que lo llevaran como candidato, a pesar de que Margarita Cedeño quería presentarse como candidata y contaba con muy buenos niveles de simpatía para hacerlo; pero basados en la trayectoria del compañero Medina, le dieron la prioridad sin darle la oportunidad de competir a la Dra. Cedeño de Fernández. Se le regaló la candidatura y fue consignado como tal.

Desde el principio de la campaña, el Ing. Hipólito Mejía encabezaba las encuestas con más de 30 puntos porcentuales, por encima de Medina; los compañeros de la tendencia Dos Vente, como se le llamaba, comenzaron a desesperar y a gestionar el apoyo del presidente Fernández que, en todo momento estuvo en la mejor disposición de colaborar, aunque no así, los principales funcionarios del entonces gobierno; pero no fue hasta que le enrostraron el hecho de que cientos de miles de los compañeros de las bases corrían el riesgo de perder sus puestos de trabajo, cuando él exhortó a todos los PLDeistas a integrarse a la campaña del compañero Medina y la tendencia Dos Vente.

Sin embargo, no valía acciones para tratar de hacerlo repuntar, hasta que Margarita Cedeño de Fernández accedió a ser la candidata vicepresidencial, endosándole todos sus simpatizantes y concitando el apoyo mayoritario de la fuerzas leales al presidente Fernández (la base del PLD), que apenas lograron darle un primer impulso a la candidatura de Medina, hasta que el propio presidente se integró activamente a la campaña abriendo un tercer frente y sustituyendo al candidato de poca oratoria, por el líder y orador que es Leonel Fernández. Así y solo así, se logró revertir la ventaja que tenía Hipólito Mejía, además que hubo que comenzar obras que se consideraban prioritarias en las principales comunidades, de forma que se logró ganar con un muy estrecho margen. 

El error del presidente Fernández fue, llevar a alcanzar la presidencia a un candidato que no tenía los atributos para alcanzarla, pues hoy nos encontramos en un momento histórico en el que se ha cristalizado un peligroso fenómeno social: La Mediocracia. El gobierno de los mediócratas se habría consolidado como una clase dominante al servicio del poder, en el que ahora se atacan las normas establecidas con una sonrisa y, si hace falta, miran hacia otro lado cuando las tropelías del orden político o económico se hacen evidentes. Bastaría con seguir el juego a un sistema cuyo funcionamiento exige una mediocridad expansiva capaz de expulsar del terreno a los mejores.

Sin embargo, el primer período de gobierno de esta mediocracia alcanzó adecuados niveles de popularidad, basados en haber recibido un gobierno y una economía sana en franco crecimiento, además de que estableció un estilo de gobierno que pretendía ser más cercano a la gente, en el que semanalmente el presidente Medina visitaba comunidades empobrecidas y llevaba, en algunos casos, soluciones populares que sí mejoraban las condiciones de vida de un puñado de dominicanos, en otros casos no pasaba de promesas. Esto demuestra que las visitas tenían una causa y un efecto que eran más político que económico, pues en reiteradas ocasiones hemos manifestado que el campo dominicano requiere de políticas macro, en las que se pueda satisfacer necesidades de sectores completos, de la agropecuaria y la agroindustria, de forma tal, que se generen industrias más competitivas y capaces de alcanzar volúmenes exportables.

Surge entonces el problema, en el 2012 esa mediocracia manejando los hilos del poder, que, a pesar de sus aparentes aciertos, no pasó de mostrar un nuevo estilo y una aparente buena administración basada en sobre endeudar el futuro de todos los dominicanos; pero sin que el presidente Medina alcanzara la categoría de líder, sabiendo que fuera del aparato del Estado serían sólo parte de la historia, comenzaron una campaña con miras a desprestigiar políticamente y personalmente la moral de su compañero y líder del PLD, al mismo tiempo que iniciaron un proyecto de modificación constitucional con miras a perpetuarse en el poder. 

En esa primera ocasión, lograron sus objetivos, modificaron la Constitución y lograron la reelección presidencial, pero en ese segundo período estalla el más grande escándalo de corrupción de la historia de Latinoamérica y uno de los más grandes del mundo, en el que se establece con claridad que la empresa ODEBRECHT tenía como base de las operaciones fraudulentas y de sobornos a la República Dominicana y que esta empresa utilizaba los servicios de Joao Santana, asesor de campaña de Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva, así como de otros presidentes de Latinoamérica, incluido el presidente dominicano Danilo Medina; luego Joao Santana terminó puesto bajo arresto en su país de origen, Brasil.

El presidente Medina continuó con su segundo período presidencial con sus políticas populista, su estilo propio y acelerando los empréstitos al punto de duplicar la deuda pública no consolidada, al pasar de 16 mil millones de dólares en diciembre del 2011 a 32 mil millones de dólares a diciembre del 2018, generando una aparente estabilidad económica y cambiaria, que no es sustentable en el tiempo; pero además, la opinión pública comenzó a presionar y a exigir que se investigara a fondo todas las obras realizadas por esta empresa Brasileña, sin una respuesta satisfactoria por parte del Estado Dominicano.

En medio de toda esa turbulencia, habiéndose hecho público que esa empresa había repartido al menos 39 millones de dólares de sobornos en la obra más trascendental del gobierno de Medina, la planta termo eléctrica de Punta Catalina; se monta una vez más un intento de Modificación Constitucional con miras a tratar de ser reelegido por un tercer período consecutivo, poniendo de manifiesto el temor “al día después” que tienen los gobernantes intranquilos por las consecuencias penales al concluir su mandato. Esta vez, fue contenido el intento, gracias a la firmeza de un grupo de legisladores de la corriente del presidente Fernández y los del PRM, unidos a la fuerza del pueblo que se mantuvo manifestando su oposición.

Comienzan los sentimientos encontrados en las más altas esferas de Mediocracia, miedo a salir del poder, combinado con un terrible sentimiento de odio a quienes ellos consideran son sus verdugos, además de una impotencia que los lleva a enfrentarse al sentir de la gran mayoría de la población, que indignada comienza el clamor de que “e pa fuera que van”. Entonces ponen en ejecución un plan B que consiste en llevar como precandidato al más auténtico de la Mediocracia, a quien el mismo Danilo llamo: “un Penco de Candidato”, el personaje que más contratos ha firmado con la empresa Odebrecht y que según denuncias recientes, habría firmado contratos grado a grado, con la hermana del Procurado General. Un Penco al que sólo le basto con ser sumiso, para que lo eligieran y lo impusieran como candidato, con la esperanza de doblegar a todo un sentimiento, sin siquiera imaginar la determinación, la firmeza de los que no se amedrentan y en especial la determinación de un pueblo con una Causa, que cuenta con líderes de la talla del Dr. Leonel Fernández Reyna. 

¿Será la mediocracia la antesala de una nueva Venezuela?

Todos sabemos que un “Penco de Candidato” al que no se le deja hablar para protegerlo, según el propio Danilo Medina, es incapaz de crecer o afianzar un liderazgo, más, si el que habla por él, peca de la misma falta de talento. Por lo que, para responder esta pregunta, dependerá de la obstinación ante lo imposible y del afán de alcanzar lo inalcanzable, de ese grupo que hoy ostenta las siglas del PLD y el Gobierno. Aunque en el caso de Republica Dominicana, no creemos que sus ciudadanos seamos tan pacientes como nuestros hermanos venezolanos.