¿Quién en su sano juicio cuestionaría en código negativo el derecho al disenso, al reclamo y a la protesta? Seguro que más de uno lo cuestionaría, pero no siempre por razones ideológicas o de reclamo contradictorio al del origen de la protesta.
En esta ocasión, al desacuerdo al que nos queremos referir es al del ciudadano particular, que “sin comerlo ni beberlo” se encuentra un buen día con un tumulto, atasco o tapón que no le deja llegar, en tiempo y forma, a su destino, porque una protesta, un reclamo o un ejercicio de reivindicación de principios, o un disenso con algo, ocupa el espacio de circulación público.
En ese momento y sin importarle las razones de las protestas, validas o no, el afectado ciudadano se encuentra recordando a todos los santos y parientes, vivos o muertos, de los promotores de la actividad en la vía pública. Decimos actividad en la vía pública para ampliar el espectro y que no se circunscriba solo a situaciones como las descritas más arriba, pudiendo ser –incluso- una actividad de celebración que ocupe los espacios urbanos para la circulación vehicular o peatonal.
Experiencia personal
La semana pasada nos encontraos con una protesta en plena centro neurálgico de la ciudad de Madrid. Transitábamos por el eje Paseo de La Castellana, intentando acceder a Paseo de Recoletos y finalmente a Paseo del Prado que era nuestro punto de destino. No fue posible llegar hasta la codiciada Plaza de Neptuno en menos de 45 minutos, cuando el trayecto habitualmente nos puede tomar 5 minutos. Una especie de manifestación en forma de acampada ocupaba el frente del Banco de España y nos impedía llegar al Hotel Palace a nuestra cita. La esposa del autor tuvo la genial idea, transformada en orden ejecutiva, de que diéramos la vuelta en Cibeles e intentáramos tomar Serrano y luego Alfonso XII, obedecimos para nuestra buena suerte y así solo nos retrasamos 40 minutos…Luego reconocimos que la genial idea nos salvó de morir de un sincopé o lo contrario, un crisis hipertensiva en aquel tapón de mil infiernos.
En medio de la crisis, nos preguntamos, ambos, si había derecho a hacer esto en horario familiar…¿? En ese momento, recordamos a todos aquellos parientes de los manifestantes que aunque siendo inocentes, tendrían que pagar la ira de nuestros corazones.
También en ese momento, y aun siendo progresistas convencidos, rescatamos una idea del partido de ultra derecha español, Vox que plantea que algunas manifestaciones, como las del orgullo gay, sean llevadas al gran parque de Madrid conocido como la Casa de Campo y que se encuentra en las afueras de la ciudad.
Luego, después de la cuerda que teníamos, reflexionamos y pensamos que todos, ciudadanos por igual, tienen derecho a manifestar su disenso, su reclamo y su protesta (previo los correspondientes permisos municipales o del Ministerio del Interior), en la vía pública y a la vista de todos los demás ciudadanos, que son quienes en solidaridad o no, con los manifestantes, pueden crear opinión e incluso promover los cambios…o no..
Recordamos este pensamiento atribuido a Martin Niemöller, Pastor Luterano, para que podamos vivir con buen talante aquellas protestas de los que tienen algo que reclamar; aun cuando esta nos afecte el libre tránsito y el uso de nuestros espacios públicos urbanos; cito:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, ya que no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, ya que no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío, Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.