En el 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 11 de octubre como el Día Internacional de la Niña, porque al igual que las mujeres y el 8 de marzo, las niñas y adolescentes enfrentan las consecuencias de situaciones aun hoy inexplicables como la discriminación, la desigualdad o la exclusión, y la consecuente violación y vulneración de sus derechos fundamentales.
Las niñas y adolescentes necesitan un día para que se recuerde que son sujetos de Derechos, cuyo respeto y garantía son obligatorios, legal y moralmente, por parte del Estado, la familia y la sociedad.
Las niñas y adolescentes necesitan un día para que volvamos a llamar la atención, y quizá agitemos alguna conciencia, sobre como nuestro país lidera a nivel regional la tasa de niñas y adolescentes casadas o unidas, en su gran mayoría con hombres adultos.
Las niñas y adolescentes necesitan un día para que se recuerde a los legisladores y legisladoras que, en los últimos tres informes del Comité Internacional de los Derechos del Niño, se ha solicitado reiteradamente al Estado Dominicano que elimine cualquier dispensa en el Código Civil que permita el matrimonio infantil. Que, en caso contrario, están vulnerando los derechos de la niñez y las obligaciones que se asumieron al ratificar en 1991 la Convención Internacional de los Derechos de la Niñez, tratado vinculante que este año cumple 30 años con brechas tan significativas e indignas como esta.
Las niñas y adolescentes necesitan un día para que se escuche que en nuestro país son las principales víctimas, junto con las mujeres, de la trata de personas con fines de explotación sexual comercial. Un día que no será suficiente para que como sociedad empaticemos, entendamos la dimensión del problema y sus consecuencias para ellas, y exijamos ponerle fin.
Las niñas y adolescentes necesitan un día para que recordemos que la Igualdad de Género no es una cuestión ideológica sobre la que estar de acuerdo o no, es una cuestión de Derechos que se recoge no solo en la Constitución, sino en los tratados firmados por el Estado Dominicano, en la Estrategia Nacional de Desarrollo o en la Agenda 2030, y que debería, por demás, estar recogida en la conciencia de todos y cada uno de nosotros y nosotras.
Las niñas y adolescentes no necesitan un día. Lo necesitamos nosotros como sociedad. Ellas necesitan que cada día construyamos una sociedad inclusiva, donde sus aspiraciones no se vean limitadas de manera obligatoria a los roles de madre o esposa. Donde sean libres e iguales.
Y para eso necesitamos transformarnos, apostar por una nueva cultura, romper con los estereotipos, responder de manera tajante a la discriminación y exigir sin miedo y sin consecuencias. Necesitamos que la voluntad política no se restrinja a la determinación de unos pocos, sino que esté empujada por la determinación de una sociedad que quiere que cada día las niñas, sean eso, niñas.