“Nacido de mujer”
Si bien es posible que sea el reflejo del carácter patriarcal del contexto general de los textos bíblicos (que veía el hogar como el espacio natural y vital de la mujer, y la maternidad como condición biológica indispensable); lo cierto es que en la tradición bíblica (Antiguo y Nuevo Testamentos) encontramos una frase que de manera general describe al ser humano que viene a la existencia: «nacido de mujer».
Esta peculiar y significativa expresión, «nacido de mujer», sólo se encuentra en la Biblia en tres ocasiones, dos en el llamado Antiguo Testamento y una en el llamado Nuevo Testamento (Job 14.1; Job 15.14; Gálatas 4.4).
Por otro lado, no existe en la tradición bíblica la expresión paralela «nacida de mujer», puesto que el referido carácter patriarcal que está en el trasfondo de los textos bíblicos, por lo general evitaba la mención de la mujer en las listas genealógicas y en los censos, y sólo se nombraban los cabezas de familia, de los clanes y de las tribus que, por supuesto, sólo eran varones.
Honrosas excepciones a esta regla son: Génesis 4.18-22 (aquí, se afirma que “Ada dio a luz a Jabal”, versículo 20; y que “Zila también dio a luz a Tubal-caín”); 25.1-6; 2 Crónicas 11.18-20; Mateo 1.3, 5 y 6.
La expresión «nacido de mujer» versus la expresión «hijo de»
En primer lugar, la expresión «hijo de» apunta específicamente a la paternidad masculina en lo que podríamos llamar «árbol genealógico». Un caso muy ilustrativo del empleo de la frase «hijo de», en dicho contexto, lo tenemos en Mateo 1.1.
Pero la expresión «nacido de mujer» no se usa en conexión a nombre de varón alguno, sino en conexión estricta a la mujer. Consecuentemente, la frase «nacido de mujer» señala y viene a reconocer ese papel único y vital que desempeña la mujer en el proceso de la reproducción humana, por supuesto, con todas sus implicaciones.
En segundo lugar, la expresión «hijo de» (en conexión a un varón en un ambiente patriarcal) es de carácter muy particular, mientras que la expresión «nacido de mujer» es de carácter general y apunta a una condición biológica general en el ser humano.
Luego, si hay algo que tenemos en común los seres humanos y con carácter de axioma, al margen de la cultura, lengua, pueblo, nación, color de piel, religión, condición socioeconómica, etc., es que todos somos «nacidos de mujer».
La tradición bíblica nos provee por lo menos un ejemplo claro de mortalidad materna: el relato de la muerte de Raquel (Génesis 35.16-21)
Además de este triste relato de la muerte de Raquel (una mujer, una madre) en el contexto de un alumbramiento, la tradición bíblica también se hace eco de lo terrible, angustioso y doloroso que es el parto y el alumbramiento para la mujer, con el empleo de una serie de frases o expresiones metafóricas muy particulares e ilustrativas: «angustias de mujer de parto», «voz como de mujer que está de parto», «angustia como de primeriza», «dolor como de mujer que está de parto» (Isaías 13.8; 21.3; Jeremías 4.31; 6.24; 22.23; 30.6; 49.24; 50.43; Miqueas 4.9, 10; Romanos 8.22; Gálatas 4.19, 27; Apocalipsis 12.2).
Consecuentemente, el relato de la muerte de Raquel nos invita a hacernos las siguientes preguntas:
¿Qué nos dice el nombre elegido por Raquel par su criatura respecto de su papel y experiencia como madre en el proceso de embarazo y parto? ¿Qué nos dice el nombre elegido por Jacob respecto de su papel en el proceso de embarazo y parto, como padre? ¿Qué lectura podemos darle a este cambio de nombre efectuado por el padre, a pesar de que la madre muere en el parto?
¿Por qué difieren el padre (Jacob) y la madre (Raquel) en la forma de nombrar a la misma criatura, al mismo niño? ¿Entendemos los hombres del todo y siempre, la forma en que el proceso de embarazo y parto afecta e impacta la vida de la mujer?
¿Sienten las mujeres, del todo y siempre, que los hombres entendemos las implicaciones que tiene el proceso de embarazo y parto para sus vidas? ¿Sienten las mujeres que los hombres le damos siempre el compañerismo adecuado (que somos los ideales compañeros de travesía) en el proceso de embarazo, parto y posparto?
Por otro lado, llama la atención que para la época del llamado Antiguo Testamento muchos de los nombres dados a las criaturas nacidas se inspiraban en las condiciones del nacimiento relacionadas principalmente con la madre.
Entonces, ¿entendemos los hombres del todo y siempre, la forma en que el proceso de embarazo y parto afecta e impacta la vida de la mujer? ¿Lo entenderán las personas congresistas al redactar ciertas leyes y al promover el establecimiento de ciertas legislaciones? ¿Lo entenderán los sectores del cristianismo conservador y hasta fundamentalista, al promover el establecimiento de ciertas legislaciones perjudiciales estrictamente para la mujer?