En virtud del sitial y el papel que desempeña la Biblia en el discurso de las comunidades cristianas (católicas y evangélicas), como marco de referencia vital para la ética social y praxis cristiana; un tema tan humano y que nos interpela, como el derecho a la vida de la mujer (sin importar su edad, color, condición socio económica, religión, etc.) que se expone a un embarazo (deseado o no, planificado o no, buscado o no) con todas sus implicaciones;  demanda una lectura seria y crítica de los textos bíblicos que habitualmente son empleados para justificar la tradicional postura de oposición al aborto a ultranza, incluso en las conocidas y defendidas tres causales.

Por supuesto, estamos al tanto de que dichos textos bíblicos no son leídos en un marco de neutralidad, sino en un franco compromiso con la agenda y el discurso tradicional del cristianismo conservador y ultra conservador, católico y evangélico.

En todo caso, la serie de artículos que iniciamos con el presente, se sustenta en un acercamiento crítico a la Biblia y a la tradicional argumentación y apelación que el cristianismo conservador hace de algunos textos bíblicos en su radical oposición al aborto incluso en las únicas y excepcionales tres causales que defendemos.

Por otro lado, reconociendo que los libros más recientes de la Biblia tienen una existencia de cerca de dos mil años, es preciso que pongamos de relieve una serie de factores que el discurso religioso con base en la Biblia (respecto del tema que nos ocupa y frente a muchos otros), no puede, no debe ignorar.   

Consecuentemente, ante el carácter esencialmente contextual de los textos bíblicos (en términos históricos, socioculturales, ideológicos, lingüísticos, geográficos, etc.), se impone que reconozcamos la existencia de algunas realidades que actúan como limitantes en el ejercicio de apelación, lectura interpretación, actualización (lectura hermenéutica) y aplicación de los textos bíblicos en cualquier tema actual y, precisamente, como el que ahora es objeto de nuestra reflexión.

Entre las referidas limitantes están las siguientes:

1.No siempre los temas, asuntos y desafíos que nos interpelan hoy, estuvieron en el horizonte de los autores de la Biblia, por lo menos no en la forma, ni bajo los términos en que los conocemos y enfrentamos las sociedades contemporáneas.

En otras palabras, muchas de las problemáticas que enfrentan las sociedades contemporáneas sencillamente no fueron asuntos con los que tuvieron que lidiar los autores de la Biblia.

2. No siempre las cosas que son importantes o desafiantes para nosotros hoy, lo fueron alguna vez para los autores de la Biblia.

3. No es cierto que la Biblia posee una guía y respuesta automática para todas las preguntas que las personas y comunidades hermeneutas quisieran plantearle hoy, o se planteen: la Biblia no es una “bola de cristal” ni el mejor horóscopo de la historia.

4. Nuestra apropiación de los textos bíblicos supone el reconocimiento de lo parcial y tentativo (no conclusivo) que muchas veces fue el abordaje de un determinado asunto por los autores de la Biblia; por supuesto, nos referimos estrictamente a aquellos asuntos que de una forma u otra hayan estado en el horizonte de los autores de la Biblia.

5. La perspectiva y el enfoque que tienen en la Biblia muchos asuntos, no siempre concuerda con la tradicional ortodoxia y moral cristiana. Es más,  muchas veces chocan con ellas o se las encuentra en franca e indiscutible oposición.

6. Si bien las distintas expresiones de la fe cristiana (muy posteriores a los textos bíblicos) apelan incesantemente a los textos bíblicos (y hasta los manipulan), siempre de una manera que no ponga bajo cuestionamiento su distintivo sistema de creencias o doctrinas; no es menos cierto que ningún autor de la Biblia fue cristiano en el sentido en que lo son las distintas comunidades cristianas actuales, ni escribió comprometido con el sistema de pensamiento de las más diversas comunidades cristianas contemporáneas.

7. En consecuencia, se impone el que evitemos proyectar en los textos bíblicos nuestros propios prejuicios, nuestros temores, nuestros optimismos y triunfalismos, los cuales podrían  impedir o dificultar el que escuchemos la propia voz de los textos bíblicos, con sus propios matices y modulaciones.

8. Ante la falta de precisión, profundización y ciertos detalles de los textos bíblicos mismos, respecto de muchas realidades contemporáneas; se hace necesario conocer (hasta donde nos sea posible) las formas en que ciertos textos han sido asumidos e interpretados por las tradicionales expresiones del cristianismo (católico y evangélico) en relación precisamente a muchas problemáticas sencillamente contemporáneas.

Finalmente, por todo lo dicho, el enfoque de esta serie de artículos ha de ser crítico, valiente y consistente como para exponer abiertamente y sin reservas algunas ideas y perspectivas, muy a pesar de que no sean del agrado del cristianismo conservador, católico y evangélico.