Recientemente, estuve en la ciudad de Medellín, Colombia, conociendo el Museo Casa de la Memoria. Creado en el año 2006 por el Programa de Atención de Víctimas de la Alcadía de Medellín, el museo nos remite a aquel terrible período de la violencia generada por un conglomerado de organizaciones paramilitares, durante las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo.

A diferencia de los vergonzosos “narcotours”, que explotan de modo comercial el violento pasado de Colombia, el Museo Casa de la Memoria intenta hacer un aporte a la reparación histórica de las víctimas de dicho pasado, cumpliendo con el deber de memoria.

Como ha señalado el filósofo Reyes Mate, el deber de memoria no consiste en un mero recuerdo del sufrimiento de las víctimas. Implica una reflexión y reconstrucción del pasado histórico que generó la situación de sufrimiento. Los proyectos de violencia sistemática, especialmente dirigidos desde el Estado o desde organismos paramilitares dependientes del mismo, constituyen programas del olvido, pretenden erradicar sus objetivos de violencia, sus raíces y su herencia.

Casa de la Memoria, de Medellín, constituye un espacio de conocimiento histórico, pero más importante aún, es también un territorio para re-vivir la experiencia de la vida y del dolor de la

la experiencia irreductible a la reconstrucción académica del historiador. Una tarja colocada al inicio de una de las salas del museo lo recuerda muy poéticamente: la pérdida de los hábitos cotidianos, del sabor de la ansiada fruta, de la brisa, de las voces queridas. La comprensión de estos aspectos de la vida nos proporciona una perspectiva que trasciende la mera lectura de los datos, de los documentos, la mera facticidad, proporcionándonos una dimensión más completa de lo acontecido.

La Casa de la Memoria es un texto en el que se entretejen las distintas voces que han construido la sociedad de Medellín. Como todo texto está abierto a una multiplicidad de lecturas e interpretaciones. Está abierto a una comprensión más acabada del pasado, mientras establece un compromiso con un futuro donde el imperio de la violencia no vuelva a imponerse.