Durante toda la historia y sobre todo desde el siglo I a.C., los romanos debatían en el senado o círculos pequeños y foros donde asistía parte de la población. La decisión de quienes iban a representar a la población en el senado era una tarea de los cónsules. No existían las campañas electorales como las conocemos y los candidatos primero tenían que cumplir una serie de requisitos. Por ejemplo, debían declarar ante un magistrado la professio (su intención de ser elegidos para un cargo).
Sin embargo, es otro texto el que resultó ser el catalizador de la política romana. Se trata del Commentariolum petitionis, que fue una carta o documento que envió Quinto Tulio Cicerón a su hermano Marco Tulio Cicerón previo a unas elecciones*. En este escrito estableció los lineamientos y puntos de partida que debe tener en cuenta un político y candidato. Pero además planteó estrategias e ideas claras para conseguir apoyo y votos necesarios. Era muy importante, por ejemplo, visitar el Foro y debatir; Q. Tulio Cicerón reitera esto como una excelente estrategia para medirse a sus contrarios y ganar adeptos. Supongo yo que todo político debe haberse leído esto en algún punto inicial de su carrera. Por lo cual deben estar conscientes de que es algo conveniente para la democracia y toda la ciudadanía.
Tenemos que pensar en el debate y la circunstancia en el cual sería productivo para la sociedad. Solamente hay que recordar la República Dominicana de 1962, y el extenso debate de Juan Bosch contra el padre Lautico. Miles se lanzaron a las calles vitoreando al profesor por su magistral clase de política, oratoria, compostura y templanza, a toda la nación dominicana. Y además porque borró cualquier duda que existía sobre él y catapultó a su partido en las elecciones tres días después. ¿No fue esa discusión determinante para el país tal como podría serlo sería ahora?
Danilo Medina tiene la oportunidad de imitar a Bosch, despejar toda duda y reafirmar a su partido ante una oposición que tiene mucho disgusto en sus entrañas. Que viene con mucho ímpetu y megáfono vociferando consignas de corrupción en todos los ámbitos, errores políticos, malas decisiones económicas, falta de reformas (salvo la de la Constitución), cargas impositivas y mayor endeudamiento, inseguridad ciudadana, y la lista continúa.
Tan importante es esta contienda que hay vientos soplando desde el sector económico más poderoso para que se dé. O al menos una brisa. Por supuesto, todo ciudadano quiere ver “en vivo y en directo” a sus candidatos debatir ideas, propuestas y defenderse de los embates de sus contrarios.
En República Dominicana se ha intentado antes de las elecciones, varias veces, en la última década. Lo más cercano al debate que se ha llegado es una entrevista con periodistas que realizan una pregunta y dejan al candidato dar una respuesta. En muchos de esos casos, el candidato responde y argumenta lo que él desea, sin importar que responda realmente o no la pregunta formulada o al tema propuesto. Los experimentos más cercanos fueron en las campañas del 2008 y 2012.
Más allá de que el candidato oficialista quiera o no asistir, sus asesores le aconsejarán que no, e intentarán diluir cualquier posibilidad de un debate. Es entendible que el candidato del PLD, Danilo Medina, no quiera ir a un debate. Tiene todo los recursos y está en el poder, por lo tanto lleva la ventaja. Ir a un debate sería arriesgar toda una estrategia de comunicación política que le ha costado mucho dinero. Que no sólo trata de los spots publicitarios y nuevos eslóganes de la reelección, apoyados en “logros” inexactos o datos manipulados. También se trata de una comunicación que, si bien ha arreciado en los últimos meses, tiene un eje y un comienzo en el primer día de campaña de Danilo Medina en las elecciones pasadas. Por otro lado existen temas muy susceptibles como la corrupción e impunidad reinante que, aunque se debata constantemente en los medios y en la opinión pública, deben ser evitados en la televisión nacional. Esto no justifica para nada que no vaya a un debate, por el contrario, pone en evidencia que la poca ventaja que tiene no la quiere arriesgar. Pero un candidato que se sienta seguro y que realmente crea en lo que dice no debería temer a un debate, especialmente, si tiene tantas cosas positivas a su favor.
Los demás candidatos, por supuesto, puede que estén frotándose las manos para que esto ocurra. Y aunque sea un arma de doble filo, tienen mucho más por ganar que perder. Considero que aunque el candidato oficialista no asista al debate, debería realizarse con la participación de los demás candidatos.
Un debate bien estructurado y serio
Suponiendo que el candidato oficialista participara en el debate, hay otros aspectos muy importantes que deben considerarse a la hora de realizarlo. Lo primero es el medio por el cual será televisado y preparado. Por supuesto, esto es algo muy difícil, puesto que en República Dominicana la prensa independiente es prácticamente nula o no tiene los recursos suficientes. Aun así hay sectores importantes que apoyarían económicamente un evento como este, como he dicho antes. Y tampoco sólo por el poder mercadológico, también por algunas incertidumbres que siente el sector privado y que son fruto en gran parte de las altas cargas impositivas, y la corrupción estatal.
El otro punto muy importante del debate es el moderador. En nuestro país la prensa está tan manipulada que, de darse un debate, se hace difícil escoger a un equipo de dos o tres comunicadores críticos e incisivos. Por supuesto, a mi mente llegan periodistas como Marino Zapete, Edith Febles, Gustavo Olivo, Fausto Rosario, José Laluz, Huchi Lora, Amelia Deschamps, Inés Aizpún y otros pocos. Pero ¿creen ustedes que algunos de ellos fuesen elegidos como moderador para un debate presidencial? Lo dudo. Aunque estoy seguro que esos periodistas, si les dieran la oportunidad, atacarán los puntos débiles de cada candidato y pondrían en evidencia si realmente están preparados o no. Y lo más importante: si sus propuestas están realmente enfocadas en las necesidades del pueblo dominicano.
En Perú, en las noches del jueves y viernes de esta semana los candidatos a la Presidencia se enfrentaron en un debate televisado organizado por los colegios de Abogados y de Periodistas. Y pudiera haber otras fórmulas.
Pero lo cierto es que la población dominicana necesita un debate serio de ideas y propuestas. El primer debate político televisado en Estados Unidos tuvo una audiencia de 60 millones de personas. Fue determinante para la campaña de John F. Kennedy que terminó ganándole a Richard Nixon. En el caso de nuestra República Dominicana sería decisivo tanto para los candidatos como para la población dominicana. Ojalá quedara en manos del pueblo y no de los candidatos…