Entre los dominicanos existe un substantivo colectivo (el Cuco) que hace que las dentaduras de los más pequeños suenen como castañuelas de Navidad. ¡Trrrr!.
El Cuco vive entronizado en las profundidades de nuestro subconsciente, con el cual nuestras abuelas nos mantenían mansitos como espantados ratoncitos.
Este es el mismo mecanismo que se ha usado, a través de la historia, para mantener sumisos y amaestrados a nuestros pueblos.
El Cuco de moda después del 11 de septiembre del 2001 fue Osama Ben Laden. En una ocasión lo presentaron por la televisión diciendo que él no tenía nada que ver con la demolición controlada de Las Torres Gemelas. Sin embargo, el Osama que aparecía por la cadena de noticias árabes, Al-zaera, era zurdo y el otro Osama, además de tener la barba teñida de negro con un tinte de Jesucristo, era dextro.
Uno hablaba con acento británico y el otro lo hacía con acento casi tejano.
¿Cuál de los dos era el verdadero Osama? ¡Casi suena como “Obama!”
¿Queremos mejor Cuco que ese?
Lo mismo sucedió con la “decapitación” de los dos “periodistas” estadounidenses con la que nos hipnotizaron por la televisión, como a miserables conejillos de indias. ¿Vimos los “cuchillitos” con que dizque le cercenaron la yugular a estos actores de circo? De acuerdo con algunos analistas cibernéticos, se trató de otro espectáculo montado para aterrorizar al mundo y “motivar” a las masas contra la entelequia conocida como el “Estado Islámico”, parecido al de la “ejecución” de Ben Laden y su “entierro” en alta mar.
En psicología clínica el miedo al Cuco equivale a un estado de parálisis generalizada o de negación permanente (state of denial), donde el área cerebral del Hipocampo recibe un chiguetazo de endorfina, aletargando al cerebro. Ese es el miedo que hace que un individuo o todo un pueblo rehúsen aceptar otra “realidad” que no sea la que le han programado a aceptar como “real”.
Una especie de mecanismo subconsciente de defensa colectiva que no permite aceptar nuevos paradigmas (nuevos modelos de razonamiento).
El mejor ejemplo de este fenómeno es la mentalidad antes y después del 11 de Septiembre. El que aún se aferra a la leyenda de que las Torres Gemelas de Nueva York y el Edificio #7, contiguo a ellas, fueron derribados por el fuego causado por el impacto de los dos aviones tripulados por 19 árabes fanáticos (15 de los cuales eran sauditas y 9 de ellos, de acuerdo con el FBI, aún residen en Arabia Saudita), continúa viviendo en un estado de negación selectiva.
El que se haya dado cuenta, sin embargo, de que se trató de una demolición militar controlada a control remoto, fríamente planificada para justificar la mal llamada "guerra contra el terrorismo" y la ocupación del Medio Oriente, ha podido cambiar de paradigma.
Por lo menos eso piensa Michel Chossudovsky, autor del best seller "War on Terrorism” (La Guerra contra el Terrorismo"). De ahí en adelante hemos sido testigos de “otra realidad”, muy distinta a la anterior.
Entre paréntesis… ¿sabes de donde procede la palabra “testigo”? De la costumbre de los senadores de la antigua Roma de jurar agarrándose los testículos (testes) con la mano derecha, como señal de que decían la verdad. ¡Ni Michael Jackson en sus mejores días!
De acuerdo con Chossudovsky, ciudadano canadiense, existen pruebas fehacientes de que los planes para invadir a Irak y a Afganistán se comenzaron a hacer un año antes de que sucediera la tragedia del 11 de septiembre. Esa tragedia se usó para justificar las invasiones del Medio Oriente, de acuerdo con el General Wesley Clark, ex jefe supremo de la OTAN. Este dijo en una entrevista que el plan de invadir esos países ya existía mucho antes de esa fecha.
Eso mismo afirma Paul Levy en su libro "War on Consciousness" (Guerra contra la Conciencia) confirmando las palabras de Albert Einstein: "La verdad al principio es rechazada como una mentira, luego es aceptada por un pequeño grupo y atacada por la mayoría para, más tarde, ser aceptada como evidente y real".
De acuerdo con Paul Levy la reacción normal a una atrocidad es la de borrarla de nuestra conciencia como si no hubiera existido nunca (denial). Es un mecanismo de defensa colectivo subconsciente. Eso sucedió exactamente con el trauma que sufrimos el 11 de septiembre. La mayoría de la población norteamericana prefirió tragarse el cuento oficial con su consiguiente encubrimiento, tal como se tragó la versión oficial de la Comisión Warren sobre el asesinato de JFK (John Fitzgerald Kennedy). No se tomaron la molestia de averiguar qué fue lo que en realidad sucedió. Fue mucho más cómodo aceptar el infundio oficial, porque lo contrario implicaba un cambio de paradigma. Todo el mundo continuó su agitada vida porque no había tiempo para “pensar”. Comer para trabajar y ver televisión; trabajar para vivir y seguir viendo más televisión. Por eso la población se encuentra hipnotizada y acepta cualquier versión que le den de la “realidad”.
¿Cuál es la película y cuál es la realidad? Eso no importa porque el Cuco no nos deja pensar. Estamos viviendo la película como si fuera real. Soñamos que estamos vivos, que podemos comer y cambiar de automóvil cada cinco años, mientras el resto del mundo se muere de hambre. Nunca podremos ser parte de lo que la antropóloga británica Margaret Mead describió de la siguiente manera: "No dudemos que un puñado de seres humanos comprometidos puede cambiar la realidad de nuestro mundo, ayudando a despertar a los que están aún dormidos".
De acuerdo con John Cooley, autor del libro "The Unholy Wars: Afganistán, Irak and the War against Terrorism" (Las Guerras Sacrílegas: Afganistán, Irak y la guerra contra el Terrorismo), el Cuco de Osama Ben Laden y de Al Qaeda fueron una creación de la CIA en contubernio con el servicio de inteligencia israelí (Mosad) y el M-16 británico. Un mecanismo conocido como “falsa bandera”, una especie de cortina de humo para confundir al vulgo.
De acuerdo con esta versión, no fue coincidencia que Ben Laden haya sido “eliminado” sin dejar rastro alguno…porque lo “enterraron” en el mar. Pero a nadie se le ocurrió dudar, aceptando la película sin rechistar. ¿No estamos ya acostumbrados a ella?
Ahora a Ben Laden lo han resucitado con otro nombre: “Estado Islámico”.
Otro Cuco que, como el Ebola, nos impide conciliar el sueño. ¡Trrrr! ¡Trrrr!
¿Llegaremos algún día a despertar del Cuco?