Resulta interesante no solo  ver nacer a un poeta, sino verlo crecer en términos de perfeccionamiento del arte. Como lector asiduo de poesía suelo ir a los clásicos, aprender de ellos el juego creativo sobre la palabra, cual escultor sobre la piedra fría. Porque eso es, en el fondo, un poeta: un escultor sobre la palabra fría. El poeta da forma al lenguaje, la palabra muerta y perdida en la lengua adquiere vida y plenitud de sentido en el decir poético, por ello, el arte poética es tan poco accesible a muchos que se lo dan de inspirados y no suelen pasar de terribles versificadores que vierten en el poema sus frustracciones y tristezas, como si el poema no fuese también un constructo, una obra imaginativa, un esfuerzo trascendental de ficción.

Ha llegado a mis manos Cuaderno Poético de Eddy Ulerio  publicado en Middlentown, 2020. Es un poemario dividido en 6 secciones: De la Vida (13 poemas), Sortilegio (8 poemas), Del Amor (21 poemas), Inspiración (6 poemas) Desencuentro (7 poemas), Soliloquio (10 Poemas); con prólogo y revisión de Miguel Contreras. 65 poemas en los que se muestra la labor del poeta escultor de la palabra que busca, de buena intención, la palabra o la expresión adecuada para cada ocasión. La mayoría son poemas breves (abundan los de tres y cuatro estrofas) con una versificación libre en la que el encabalgamiento y la intertextualidad se hacen notas distintivas. Por demás está decir del uso de las imágenes y los recursos estilísticos-literarios propios al quehacer poético; de todos modos, sorprende al no abusar de las metáforas ni las adjetivaciones rimbombantes, sino que están allí, precisas y certeras, sugerentes y sugeridas.

Una muestra, el poema Quijote: Aquel hombre de barro/escondió su apellido/ en las aguas de un río/ y nadie supo jamás quién era. Pretendiendo a su paso/ saltar todos los charcos/ beber el agua de los árboles/ provocar atardeceres. Ceñir la suerte a las palabras/ despertar ilusiones/ espacir en terrenos hostiles/ la esperanza mañanera.

Llama la atención, como dije anteriormente, la cantidad de versos o títulos de poemas que hacen alusiones, como un fenómeno de intertextualidad, a canciones populares o a poemas trascendentales en nuestra cultura caribeña. Menciono: Viento frío, Sortilegio, ¡Ay, Mujer!, De tu boca, Al final de este viaje, entre otros.

Por último, dejo una muestra más de un poema que ejemplifica mis aseveraciones anteriores; se titula Bañada en vino: Dos veces te he soñado/ bañada en vino/ arropada de rosas y poemas. Amo tu silueta de Venus/ cuando avanzas hacia mí/ desnuda y sun rubor. Ciñes tu cuerpo al mío/ bañas mi pecho con tu cabello/ y ese instante de entrega/ se eterniza en nuestra piel. Ya despierto/ mis sábanas huelen a ti/ tu piel sobre mi piel/ y la memoria de tu cuerpo.

Es grato saber que desde la otra orilla, allende los mares, se cultiva buena poesía y se hacen esfuerzos propios, alejados del compadreo y el compañerismo que siempre han caracterizado a nuestra literatura nacional y el respaldo dado a jóvenes escritores. Es loable el esfuerzo propio por despuntar con méritos creados a base de oficio y disciplina. Sí, ser poeta es un oficio a solas que no negocia con el compadreo y el amiguismo. 

Humildemente sugiero al autor volver a los clásicos, ante todo; no a los versificadores que se hicieron famosos; sino a aquellos que pulieron una y otra vez sus versos atados a unas reglas métricas (Lope de Vega, Quevedo, Neruda, Elliot, Bécquer,  Mistral, Pizarnick, Pessoa, Lord Byron, entre muchos otros). Como he dicho en otra ocasión, no hay modo de romper las reglas si no las conocemos. La creatividad es reglada y el modo más efectivo de ser creativo es conociendo la cultura literaria sedimentada en el género que se cultiva para, desde allí, innovar en la propia obra a través del uso de los símbolos, de las analogías, de los contrastres, de las antítesis tan esenciales al poema, del ritmo, de la relación entre estrofas y distribución de la temática. 

Anteriormente el autor ha publicado un poemario y un libro sobra la inmigración hispana en Hazleton. Así que esperamos nuevos frutos, como lo tiene prometido.