El cristianismo está bajo ataque. La presión crece sobre los creyentes y las iglesias. Mientras usted lee este artículo, muchos de ellos están pagando con sus vidas el haber creído en Jesús como Señor y Salvador de sus vidas.
En Oriente Próximo, el Estado Islámico (ISIS) aniquila poblaciones completas, cuyos habitantes se han convertido del islam al cristianismo. Los hombres son decapitados, las mujeres vendidas como esclavas y los niños crucificados.
ISIS controla porciones del territorio de Siria y de Iraq. Este grupo terrorista, el mejor armado y financiado de la historia, tiene como meta convertir gran parte del Oriente Medio en un califato universal, erradicando todo vestigio de creencias cristianas en la región.
La realidad mueve a sorpresa, cuando Siria, uno de los bastiones de ISIS, fue un pilar del cristianismo durante los primeros siglos de la era actual.
En Occidente, las vidas de los cristianos no están siendo amenazadas, pero sí su libertad de conciencia, de asociación y de culto. La persecución es más sutil, pero no deja de mover a preocupación que Occidente, cuya civilización fue levantada sobre las bases del cristianismo, hoy pretende darle la espalda a esa cosmovisión, la cual ha permeado la ética y la legislación durante más de veinte siglos.
La década de 1960 fue revolucionaria en términos culturales. La misma se resume en una frase: desconocimiento de la autoridad y de lo establecido. Trece años después, en 1973, el “derecho al aborto” fue convertido en derecho fundamental por la Corte Suprema Federal de los Estados Unidos y la Asociación Americana de Psiquiatría retiró la homosexualidad de su lista de enfermedades.
El paso de una sociedad moderna a una sociedad post-moderna, donde los absolutos pierden significado y lo relativo adquiere valor y predominio incrementó la fuerza de las corrientes políticas que fomentan un libertinaje cultural y un alejamiento del fundamento cristiano de la civilización occidental.
El inicio del presente siglo trajo como resultado el ataque a la institución del matrimonio. Durante veinte siglos, se entendió que el matrimonio entre un hombre y una mujer constituía el vehículo seguro para la continuidad de la sociedad y la multiplicación de la raza humana. Desde el año 2001 en adelante, comenzando en Holanda, un sinnúmero de países han aprobado leyes favorables al matrimonio homosexual y cada vez se insiste en devaluar más la institución que debe ser más protegida.
En República Dominicana, la ética cristiana ha permeado nuestra Constitución y nuestras leyes durante toda nuestra historia republicana. Los liberales se equivocan al pretender hacer creer que se trata de una imposición. No, simplemente la Constitución y las leyes han reflejado la cosmovisión de la mayoría en Occidente y en nuestro país. Durante la última década, ese fundamento se pretende destruir y es por ello que se recurre al poder del Estado para impedir que República Dominicana sucumba ante la ola de libertinaje que pretende arropar a Occidente.
Si el Estado no interviene y deja que estas corrientes de pensamiento libertino se impongan, no se sorprenda en unos años no sólo de ver el reconocimiento de las uniones homosexuales y lésbicas, sino de las relaciones poligámicas, poliándricas y pedófilas. Las decisiones recientes de la Sociedad Americana de Psiquiatría así lo confirman. Tampoco se sorprenda de ver la marihuana siendo vendida en los supermercados. Ya en Uruguay está sucediendo
Debemos actuar pronto. Etienne Gilson dijo: “Sólo queda Dios para proteger al hombre del hombre. O le servimos a Dios en espíritu y en verdad o nos esclavizamos a nosotros mismos sin cesar, más y más, al ídolo monstruoso que hemos hecho con nuestras propias manos a nuestra imagen y semejanza”.