A propósito de la disertación del gobernador del Banco Central (BC), don Héctor Valdez Albizu, en la Asociación Dominicana de Exportadores (ADOEXPO), y su reiterado planteamiento en el sentido de que el país tiene como un gran reto mejorar los salarios de los trabajadores para que sea posible impulsar la demanda agregada por la vía de un aumento en el consumo, en la inversión y en la producción, se ha reavivado una vieja polémica con una parte del sector empresarial, el cual siempre responde a la defensiva, en forma adversa, enarbolando argumentos que dejan entrever una visión muy estrecha y serrada sobre un tema en el que ellos son parte importante e interesada.

Cuando introdujo el tema en esta oportunidad, el Sr. Gobernador lo hizo haciendo referencia a un planteamiento que también ha sido reiterativo del actuar presidente de la República, el Lic. Danilo Medina, a quien cito declarando la necesidad de dignificar los salarios en el país para corregir la desigualdad que afecta a nuestra sociedad. Pero en oportunidades anteriores las autoridades BC habían insistido en la incongruencia de que los salarios nominales existentes en el país han crecido menos que la inflación y la productividad laboral.

Como ejemplo de su planteamiento el Gobernador indico que "el ingreso promedio real de los trabajadores dominicanos al cierre de 2014 es prácticamente igual al vigente en 1991, pese a la productividad haber aumentado 65.5% en esos 23 años", y continuo argumentando que a pesar del reciente aumento de un 14% en los salarios mínimos del sector privado, aun persiste una brecha significativa que se debe al rezago acumulado en los ajustes salariales.

El presidente Medina ha sido reiterativo cuando ha tratado el tema salarial, incluso en reuniones con los propios empresarios, oportunidad en la que ha expresado que ha llegado el momento de que todos los sectores públicos y privados se sienten a discutir un aumento salarial porque, a su juicio, con RD$10,000 “no se vive en este país”.

Ha dicho ser partidario de que entre el Gobierno, empresarios y trabajadores se debe alcanzar algún tipo de acuerdo para mejorar los ingresos de los empleados y obreros dominicanos, y creo que ha hecho saber que ello es conveniente hasta para los propios empresarios porque le amplia el mercado para el desarrollo de sus empresas.

Sin embargo, en respuesta a preguntas formuladas por algunos periodistas sobre el planteamiento del gobernador del BC, uno de los principales ejecutivos del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) rechazó las declaraciones del gobernador del Banco Central criticando que haya vinculado los bajos salarios con la tasa delictiva, y tacho dichas declaraciones de inaceptables y muy dañinas.

El presidente Medina ha sido reiterativo cuando ha tratado el tema salarial, incluso en reuniones con los propios empresarios, oportunidad en la que ha expresado que ha llegado el momento de que todos los sectores públicos y privados se sienten a discutir un aumento salarial porque, a su juicio, con RD$10,000 “no se vive en este país”

En relación con el tema del aumento salarial, el ejecutivo del CONEP dijo que el empresariado está de acuerdo en que se hace necesario un proceso para mejorar los ingresos en la economía dominicana, pero que para ello "se necesitan las reformas estructurales y otras medidas de parte, incluso del propio Banco Central, para garantizar que más recursos vayan a los sectores productivos para que haya más zonas francas, más fincas, más leche; "entonces, nosotros le hacemos un llamado al gobernador del Banco Central, para que se concentre en preparar ese paquete de reformas y de medidas que puedan mejorar la competitividad y la productividad del país”.

Tal vez sea conveniente recordarle a ese empresario del Conep que en el país existe la Ley Orgánica de Estrategia Nacional de Desarrollo (END), la cual fue el producto de un amplio consenso de todas las fuerzas vivas de la nación, incluyendo a los empresarios, y que establece el proyecto de nación que a que aspiramos los dominicanos.

Ese proyecto de Nación contemplado en la referida Ley para el 2030 dice que: “República Dominicana (deberá ser) un país próspero, donde las personas viven dignamente, apegadas a valores éticos y en el marco de una democracia participativa que garantiza el Estado social y democrático de derecho y promueve la equidad, la igualdad de oportunidades, la justicia social, que gestiona y aprovecha sus recursos para desarrollarse de forma innovadora, sostenible y territorialmente equilibrada e integrada y se inserta competitivamente en la economía global”

Dicha Ley dice que "En esta formulación de la Visión de la Nación que deseamos construir para el año 2030 está implícito un nuevo modelo de desarrollo. Este nuevo modelo de desarrollo se propone, por un lado, enfrentar los principales problemas y rezagos que exhibe la sociedad dominicana en los ámbitos institucional, social, económico y ambiental y, por otro lado, enfrentar los retos que depara el futuro, asociados a un mundo en constante cambio en términos tecnológicos, climáticos y de las relaciones".

Lamentablemente parece ser que para este empresario lo único importante es que el estado promueva las condiciones y proporcione los recursos para un incremento de la productividad, pero en ningún caso reconoce la necesidad del aumento salarial para reducir la brecha acumulada entre el incremento de los precios y el aumento de los salarios, que sería, entre otras, una buena forma de combatir la desigualdad y la pobreza en el país, y aun de crear un mercado más amplio y profundo para los propios empresarios.

En alguna parte hemos visto que un famoso conferencista, hablando de esta temática, decía que “el modelo para nosotros los ricos debería ser el de Henry Ford", quien tomo la decisión de duplicar el salario de sus trabajadores no solo con la idea de incrementar la productividad de sus fabricas, sino para convertir a trabajadores pobres y explotados en una clase media próspera que pudiera permitirse comprar los productos que fabricaba”.

El propósito de un empresario como Henry Ford no era diferente al de cualquier empresario que se desenvuelva en la sociedad dominicana en el sentido de la rentabilidad como objetivo principal, pero sí la visión de cómo lograrlo. Se trataba de un hombre que no hacia depender sus actividades productivas de las prebendas ni de los recursos que el estado le pudiera proporcionar por diferentes vías, sino de su condición de empresario creativo y de su conciencia de que tenía que hacer las inversiones que fueren de lugar para que su mercado creciera y tuviera más capacidad para demandar sus productos y hacer crecer sus empresas.

Nadie discute la importancia de que en el país se adopten las reformas estructurales que se sean de lugar para que se incremente la productividad y la eficiencia de los sectores productivos, removiendo los obstáculos que por mucho tiempo se han venido acumulando como consecuencia de malos manejos de los recursos y de políticas equivocadas en cuestiones y sectores que son fundamentales. Sin embargo, hay que reconocer también que las reformas que hay que encaminar no son una responsabilidad exclusiva de las autoridades de turno. Eso le luce decirlo a un político de la oposición, del cual no se puede esperar algo mejor, pero no a un empresario que conoce como se cuecen las habas en nuestra sociedad y que sabe muy bien a donde van a parar buena parte de los recursos que se distraen de las arcas públicas. Recordemos que la corrupción es una carretera de doble vía.

Cada vez que las autoridades del Banco Central dan a conocer en sus informes trimestrales los resultados del desempeño de la economía y hablan específicamente del crecimiento de la misma, muchos analistas, políticos de la oposición y ciudadanos comunes normalmente reaccionan quejándose de que ese crecimiento no es percibido en términos de un incremento en el ingreso por parte de la sociedad. Y no dejan de tener razón los que así reaccionan porque lo que se percibe, en sentido contrario, es una mayor contracción del ingreso en mano de unos pocos y una mayor desigualada social, que en cierta medida se manifiesta en un incremento de la delincuencia, aunque algunos empresarios, no todos por cierto, no lo quieran reconocer.

Es una cuestión innegable, como lo afirmaba el Gobernador, "que mejorar la distribución del ingreso es importante para la sostenibilidad del crecimiento económico", que es por lo que todos propugnamos en este país. Pero es obvio que no tiene sentido que la economía crezca en forma sostenida si ese crecimiento no se va a distribuir en forma adecuada en la sociedad. Este es un planteamiento que se ha generalizado, tanto en el plano interno como en el internacional, porque se reconoce que es clave no solo para enfrentar la desigualdad social sino también para darle soporte al fortalecimiento del sistema democrático.

Por ello, el Gobernador en su disertación hacía referencia a una declaración reciente de la actual Directora Gerente del Fondo Monetaria Internacional (FMI), Christine Lagarde, quien se basaba en un estudio de ese organismo para decir que “hay que elevar los ingresos de los pobres y la clase media para reducir la desigualdad e impulsar el crecimiento”.

En ese estudio se planteaba que "si se lograra que el 20% más pobre de la población aumentara en 1 punto porcentual sus ingresos como proporción del PIB, se esperaría que el crecimiento promedio anual de la economía aumente en 0.38%".

Además de lo que plantea el FMI a través de su Directora Gerente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha expresado su preocupación en la misma dirección, al decir, a través de su representante en el país, la Lic. Flor Montealegre, que si bien el crecimiento de la RD es positivo, el mismo contrasta con los niveles de desigualdad y pobreza que exhibe la población.

En unas declaraciones del 7 de septiembre de 2015, la referida representante del BID reconoció que si bien las autoridades están haciendo ajustes importantes en el modelo de crecimiento para reducir los indicadores que muestran la realidad de la mayoría de la sociedad, se debe seguir trabajando para reducir los índices de pobreza y desigualdad, incluyendo "la mejora de la calidad de la educación, de los servicios de salud y la implementación de programas que promuevan el desarrollo productivo y la innovación, que las instituciones del Gobierno deben seguir profundizando”..

Por su parte, el Banco Mundial (BM), en un estudio desarrollado por Miguel Eduardo Sánchez Martin y Gisela Redondo, puesto en circulación el 10 de agosto de 2013, se refiere

a la misma problemática indicando que de cara a alcanzar este objetivo de crecimiento inclusivo con equidad, algunas de las áreas de acción (a desarrollar) son la mejora en la sostenibilidad fiscal y las políticas redistributivas; la transparencia y eficiencia de las instituciones públicas, la eficacia de la coordinación interinstitucional, la gobernabilidad y la participación de la sociedad civil, los sectores de salud y educación, la protección social y los mercados de trabajo, y la competitividad.

El organismo también se refiere a la necesidad de "trabajar en una serie de elementos nucleares como son el sector energético, las tecnologías de la información y comunicación, el acceso al financiamiento o infraestructuras y logística, así como en los sectores de turismo y agricultura, que el Gobierno de la República Dominicana ha definido como prioritarios".

No hay dudas de que tanto los representantes de la comunidad nacional como de la internacional vienen expresando desde hace tiempo y en diferentes escenarios, la necesidad de que se tomen medidas para reducir la alta concentración del ingreso que se viene percibiendo y, por vía de consecuencia, el incremento de la desigualdad y la pobreza. Es que se ha venido tomando conciencia de que esa situación de pobreza y desigualdad constituye una amenaza para la estabilidad del sistema democrático y para la misma economía de mercado. Se reconoce que en la medida en que esa situación se agrave, se crean las condiciones para que surjan movimientos sociales a nivel de los países que se revelen en contra del sistema. Experiencias las ha habido.

Es claro que existe una contradicción que pone en peligro el sistema político y económico que injustamente nos viene gobernando desde mucho tiempo, el cual no quiere reconocer la importancia de fortalecer el mercado sacando a tantas gentes de la pobreza y fortaleciendo la clase media, que es, en última instancia, la que le da soporte al mercado de cualquier industria o empresa. No hay forma de que las empresas puedan crecer y desarrollarse si no cuentan con un mercado y una clase trabajadora que sea cada vez más productiva y eficiente. Esa debería ser la gran cuestión a considerar.