El 27 de febrero 2020 recién transcurrido he vivido la celebración de aniversario de independencia de la República Dominicana más emocionante, épica y satisfactoria de toda mi vida y ello es y ha sido gracias al despertar e indignación de nuestra juventud con sus gritos reclamando: libertad, institucionalidad, democracia y transparencia, así también repudiando la corrupción, el robo, las mentiras, los fraudes electorales, la violencia, los abusos e injusticias del danilismo y demás malos gobiernos que alimentan el sistema podrido de la administración pública y privada. Es digno felicitar y reconocer esa juventud de la que hoy me enorgullezco decidida al cambio y adueñarse de su futuro que ha estado secuestrado por ese sistema corrupto imperante durante nuestra historia Republicana.

Pocos han hablado y escrito sobre los oscuros secretos en torno a las perversidades, crímenes y abusos de poder de la gran mayoría de nuestros gobiernos en toda la historia del Estado dominicano y hasta hace poco el temor generalizado por la población común, consideraba hablar de estos un tabú, razón que entiendo ha permitido excluir el escrutinio y que no sean examinados minuciosamente la importancia e incidencia de los actores que han servido de instrumentos para el control social opresor, antidemocrático y dictatorial.

Dicho sistema tradicional corrupto y corruptor que ha subsistido protagonizado por los gobiernos irresponsables y sus cómplices socios de la oligarquía privilegiada que han administrado la cosa pública como una empresa privada monopolizando con exclusividad los beneficios del producto interno bruto y socializando los problemas, conflictos y números negativos cargándolos al pueblo trabajador y honesto, ha sido posible por el monopolio de la fuerza que aportan los cuerpos castrenses y de seguridad que conforman las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional con los demás organismos dependientes y relacionados que incluyen los de inteligencia, investigación y espionaje o caliesaje.

Situación a la que nuestra sociedad ha vivido de espaldas y sin reconocer o aceptar que este sistema deshonesto se sostiene protegido por las instituciones de armas o de uniformes, las cuales han sido adoctrinadas para ser sumisas, dóciles, obedientes, serviles y subordinadas a los gobiernos y grupos de poder que controlan todo. Y esta realidad continúa porque la población y los sectores pensantes no le interesan o no entienden que la represión, el autoritarismo, la fuerza bruta, los abusos e injusticias existen por la facultad y privilegio de el monopolio de la fuerza que reposa en nuestras instituciones militares y policiales manejadas al antojo del presidente y sus secuaces.

Hoy los policías y militares, de igual manera los pensionados están más desmoralizados y debilitados que nunca. Le han matado su dignidad individual e institucional, lo que los convierte en instrumentos serviles con débil institucionalidad para aplicar la ley y el orden con responsabilidad a favor de la sociedad, pero fuertes y peligrosos para usarlos en los negocios oscuros, corruptos y criminales operando como mafias organizadas al servicio del mal.

Nuestros militares y policías han perdido su orgullo y espíritu de cuerpo: No tienen derechos ni libertades, no pueden votar, no tienen instancias de reclamo para que protejan o defiendan sus derechos, no tienen libertad de expresión ni facultad para deliberar, no tienen seguridad social mínimamente aceptable, no se les respetan ni reconocen el escalafón ni los méritos, los entrenan como animales sin la más mínima dignidad y para colmo tenemos las instituciones policiales y militares peores pagadas de América y el mundo a pesar de ser la profesión de mayor riesgo según estadísticas de víctimas en el desempeño de sus funciones.

Hoy la sociedad dominicana y la juventud como protagonista se indignan en un gran despertar para reclamar institucionalidad democrática y transparencia ética en los procesos electorales y exigen justicia con régimen de consecuencias para los corruptos y ladrones para poner fin a la impunidad. Sin embargo esto será muy difícil si no involucramos a todos los sectores sociales y muy especialmente a los que conocen y han mantenido un compromiso responsable y transparente en sus acciones, en los asuntos públicos o como funcionarios.

El sector social conformado por los policías y los militares debe ser tomado en cuenta en esta coyuntura de diálogo. Si hacemos un repaso por nuestra historia, fijando la mira en el evento considerado por algunos historiadores como Roberto Cassá como el más significativo de la historia dominicana, la guerra de abril del 1965 y sus consecuencias, nos damos cuenta de que quienes ejercieron un papel protagónico eran militares como el coronel Rafael Fernández Domínguez Francisco Alberto Caamaño. Por desgracia estos no contaron con el apoyo de otros sectores sociales y la oligarquía que terminó aliándose con la invasión norteamericana se opuso a ellos.

Luego de la derrota del bando constitucionalista, los militares que hubieron tenido un papel protagónico en este bando durante el desarrollo de la contienda, pasaron a ser en el gobierno dictatorial de Joaquín Balaguer el principal instrumento represivo de su régimen. Si estos hubieran sido apoyados y tomados en cuenta durante la contienda de 1965 tal vez no hubieran jugando un papel tan nefasto durante régimen de Balaguer.

Ninguna revolución en el mundo ha tenido éxito si no cuenta con apoyo de los militares y policías de pensamiento liberal y patriótico. Hemos señalo este sector castrense porque es en el que me he definido, pero no es el único a destacar para aportar en esta crisis actual que pone en riesgo la débil institucionalidad democrática que nos queda. Con el protagonismo surgido en algunos grupos proponiendo dialogo para consensuar soluciones se han excluidos sectores y personalidades de gran relevancia para el desarrollo institucional de nuestra enfermiza democracia.

Por lo antes expuesto quiero hacer un llamado de atención, en especial a los jóvenes que están organizando las reuniones y encuentros relacionados a buscar soluciones consensuadas a la crisis institucional actual del país: No deben hacerse exclusiones ni discriminaciones de ningún tipo a las personas que quieren aportar, apoyar y participar de manera responsable y transparente en los encuentros y reuniones de diálogos para el consenso de soluciones.

Dios bendiga siempre al pueblo dominicano. Todo por la Patria.

*El autor es político duartiano independiente, mayor general retirado PN, periodista, activista social, miembro fundador y vocero de la Asociación de Policías y Militares Activos y Jubilados Dominicanos, APODOM, Pro Dignidad y Derechos. Incluye a todos los veteranos.–

Dios les bendiga hoy y siempre.