Porque… “el poder político es el poder organizado de una clase, para oprimir la otra”

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Destruir este gobierno invisible, disolver la non sancta alianza entre los negocios corruptos y la política corrupta, es la primera tarea de los hombres de Estado de hoy (Partido Progresista USA, 1924)

El vivir está compuesto de momentos y ese hábito adquirido por la práctica frecuente que comúnmente llamamos costumbres, donde lamentablemente, tanto uno como el otro tienden a esclavizarnos.

Los pueblos son por igual proclives a llevar un conjunto de inclinaciones que luego logran formar lo que se llama su carácter nacional distintivo, como aquel de los pueblos valientes, desarrollados o simplemente, pueblos pendejos, como el nuestro.

Y no es que sea malo ni bueno, simplemente nos hemos acostumbrado por el uso continuo desde el mismo saqueo primario, -que se ha dado a conocer como el “descubrimiento”- a cambiar oro por espejitos, a sacar de cualquier yagua vieja tremendo alacrán, hacer de cualquier pendejo un héroe o de cualquier chofer o guardaespaldas, un general. Si, esa a sido nuestra costumbre. Pendejos desde el inicio mismo.

Continuamos con la costumbre de olvidar, de perdonar y sobre todo, mostrando cada día nuestra condición de pendejos

Hemos avanzado tanto en este pendejismo, que ahora los actos delictivos son juzgados por el éxito de los mismos. Tamaña moral. Un juan de los palotes, años atrás, había que darle trescientos pesos para que se pegara un “pote” y, como por arte de magia, en pocos años se convierte en un rey Midas, donde hasta las piedras de los ríos los convierte en dólares. Otra vez, ¡tamaña moral!

Esa ha sido la costumbre modernísima y vanguardista, ese ha sido el accionar y su triunfo, donaciones y fundaciones los convierten en reales tanques de guerra blindados para los cuales la justicia, -esa misma que solo tiene poder de fuego para los pendejos- carece de los proyectiles para siquiera hacerle cosquillas a ese blindaje y si los tiene, nada hace para evitar su avance arrollador, porque ya son unos “prósperos hombres de negocios”.

Mientras así sea, nos mantendremos jodidos como país, liderados por mafias apocalípticas, blindados, faranduleros, indelicados, justificados y aplaudidos por la claque clientelista, que no significa que sean pobres ni mucho menos, porque el clan de los más entusiastas defensores está formado por reales “agradecidos” y que no desean despegarse del rabo, de la teta, cual si fuesen vulgares parásitos o garrapatas.

La incertidumbre ahora, es que con los políticos nada es, todo tiene su intríngulis, como en la milicia y la policía, que desde hace un tiempo y ya por costumbre, los mejores activos no están conformados por los reales y verdaderos profesionales militares y policiales sino, por las lacras convertidos en espalderos de políticos que aúpan y permiten esta degradación inmoral de estas instituciones.

Ese conjunto de inclinaciones llevadas a cabo principalmente en las últimas décadas, es lo que nos ha hecho perder la capacidad de asombro ante los hechos de estos engendros de la ambición, la idolatría y prepotencia que llegan a decir sin sonrojo o vergüenza alguna, que con relación al voto preferencial “si no me metes en ese arrastre…no lo apruebo”

Estos señores nos han acostumbrado a sus malas acciones, nos han obnubilado hasta el buen pensar de manera tan sutil, que ha nombre de la “democracia”, ni cuenta nos damos como han llevado a cabo la banalización de nuestra cultura, como anidan en su seno a confesos contrabandista y otros tantos cuyas fortunas iniciales el vox populis le da su origen en el negocio de la maldición aquella. Y el rosario de indelicadezas continua hasta donde a cualquier farandulero, se lo muestran a la juventud como el mejor ejemplo a seguir.

Y, como somos tan dados a la costumbre del olvido, cuidadito con olvidarse de la espada de Damocles que pende sobre los pendejos, representada por el abusivo, indolente y perverso nuevo impuesto de las placas y los nuevos impuestos del ITEBIS para el año entrante, que se aboca como si fuésemos a entrar al mismo infierno.

Mientras tanto y en lo que nos clavan más impuestos abusivos, para el uso y usufructo de los “honorables”, los magos reyes que siempre andan regalando y dando y, mientras los barriles y cofres crecen y crecen a merced del sudor y el esfuerzo de todo aquel que se faja a trabajar, es decir, los de la asociación nacional de pendejos, compuesto por el pueblo, con la clara excepción de los políticos, que en verdad son clase aparte, continuamos con la costumbre de olvidar, de perdonar y sobre todo, mostrando cada día nuestra condición de pendejos. ¡Sí señor!

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