El conflicto árabe-israelí, del Cercano o Próximo Oriente. Las razones son históricas, religiosas. Judíos primero, desde el Éxodo a la Tierra Prometida, hasta que se produjo la Diáspora o dispersión en el año 70 de nuestra era, árabes después, a partir del siglo VII producto de la expansión musulmana, ocuparon estas tierras. Judaísmo, Cristianismo e Islamismo, judíos, cristianos y musulmanes.
El Muro de las Lamentaciones, la Iglesia del Santo Sepulcro y la Mezquita de Al-Aqsa o Mezquita Lejana. Lugares sagrados de las tres principales religiones monoteístas. Patria, el único lugar donde un judío no se siente extranjero, su terruño, sus antepasados; igual para los palestinos, quizás en menor medida.
Por eso es que en ese pequeño territorio, entre el Mediterráneo y el Mar Muerto, que no llega a 30.000 km², sumando la superficie del Estado de Israel y la superficie de la Autoridad Nacional Palestina, existe uno de los conflictos más sangrientos en los últimos 63 años. Si bien las causas son históricas, milenarias, el conflicto como tal es reciente.
Todo comenzó el 29 de noviembre de 1947, cuando se produjo la Resolución 181 de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), con la que se planteó la partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe y una zona bajo régimen internacional particular compuesta por los lugares santos de Jerusalén y Belén.
Fue una resolución desafortunada, no aceptada por los árabes, medianamente aceptada por los judíos. Apenas saliendo los británicos del territorio e Israel proclamando su independencia se inicia lo que se conoce como la primera guerra árabe-israelí, entre el 15 de mayo y 10 de junio de 1948. Para Israel, que anexó un 26% más a su territorio, esta fue su guerra de independencia. Conocida como la Guerra de Suez, en el 1956, se produce la segunda guerra árabe-israelí, en esta ocasión Israel, también gana.
Pero la mayor victoria israelí se produce entre los días 5 y 10 de junio de 1967, lo que hace exactamente 44 años, cuando enfrentó a Egipto, Jordania, Siria y en menor medida a Iraq en lo que se ha llamado la Guerra de los 6 Días. Se anexó la Península del Sinaí, la Franja Gaza y Cisjordania lo que supone a Jerusalén occidental, y los Altos de Golán.
Aunque con el tiempo Israel ha ido devolviendo parte de esos territorios en disputa, por ejemplo la Península del Sinaí, la Franja de Gaza, no ha hecho lo mismo con Jerusalén y los Altos del Golán que siguen siendo parte del conflicto. A pocos días de conmemorarse el 44 aniversario de la Guerra de los 6 días, el presidente de los EEUU, Barack Obama, le pide a Israel que vuelva a las fronteras de 1967, o sea, la frontera que tenía antes de dicha guerra.
Eso significa volver a las fronteras establecidas por la ONU en la Resolución 181 de 1947, que otorgaba a Israel sólo 14.100 km² de los cuales 11.750 km² corresponden al desierto del Néguev, y peor aún, Obama sugiere a Israel perder su contacto con Jerusalén, que era para ese entonces posesión Jordana-Palestina. Imposible, le respondió Benjamín Netanyahu en su propia cara y en su propia casa, o sea, la Casa Blanca, a Obama, esas fronteras de 1967 son indefendibles. Jerusalén, que significa, la ciudad de la paz, es innegociable para los judíos, es más, para ellos es "capital eterna e indivisible" del Estado de Israel apoyada en una ley de 1980.
Aunque los hechos, las evidencias, las agresiones, los extremismos, los grupos radicales, nos hagan pensar lo contrario, tanto árabes como judíos, quieren la paz, quieren vivir tranquilos. No obstante, hasta tanto no se pongan de acuerdo, no aprendan la tolerancia y la pluralidad, no habrá paz en la región. Esa es una de las zonas más hermosas, rica en historia, que tiene el planeta, al mundo le haría bien la paz en esa zona y ellos ganarían mucho recibiendo cada año a los miles de millones de cristianos, judíos y musulmanes que tienen allí sus lugares sagrados.