Alberto Ascheiro (italiano) y Roberto Capote Mir (cubano), han sido los profesores  de maestría más juiciosos que he tenido jamás. Ambos hacían referencia a la pronunciada “probidad” latinoamericana de incumplir leyes, normas y reglas. Ascheiro refería que durante las grandes epidemias de peste bubónica acontecidas en Europa y especialmente en Alemania del siglo XVII, cada vivienda de las ciudades afectadas tenía que reportar forzosamente a la autoridad, los casos de tos y fiebre que aparecieran bajo la pena de que si no se cumplía esta orden debía atenerse a consecuencias mortales.

A los infractores de esta norma el Ayuntamiento les sellaba la casa con madera y su vivienda era quemaba con sus residentes adentro. Los alemanes se distinguieron también, por efectuar la primera campaña masiva de alfabetización cuya ejecución data del siglo XVIII. Eran drásticos con los ciudadanos que no  registraban si sabían leer o escribir.

Santiago de los Caballeros debiera distinguirse por ser la primera ciudad de la República Dominicana, donde una orden, norma o regla municipal, local o nacional se cumpla con eficiencia y rigor. Sobre todo en ciertos temas que considero esenciales para que nuestra ciudad retorne a la habitabilidad, seguridad ciudadana e higiene que nos caracteriza. Enuncio algunas normas que debieran ser aprobadas en el Concejo Municipal de Regidores de Santiago, a considerar de cumplimiento obligatorio.

Primero: el Concejo Municipal de Regidores debe imponer uniformes, carnets e identificaciones para todos los "deliberis" de Santiago. Cada negocio, comercio, farmacia o establecimiento de comida debiera uniformar e identificar a todos sus mensajeros. En Santiago deben existir más de 1,000 mensajeros que llegan a las casas, entran a las salas y terrazas a entregar productos, medicamentos o alimentos demandados por los clientes sin ningún tipo de identidad, vestidos con ropas de hogar, que además de gastadas y roídas, porque la mayoría son jóvenes humildes de las diferentes barriadas, andan con indumentaria especial de aretes, camisetas, y jean, sin ningún tipo de tipificación. La primera inspección de un hogar que sea potencialmente robable de seguro, podría ser realizada por uno de estos mensajeros oficiosos. Los dueños de negocios deben asumir su compromiso de seguridad con Santiago.

Segundo: el Concejo Municipal de Regidores además debe restringir la circulación de dos personas por motocicleta o “motor”. Si son motoconchistas obviamente deben estar debidamente certificados y numerados por el Ayuntamiento para ejercer ese oficio, así como estar organizados en sindicados y asociaciones para hacer esta labor de transporte. El Ayuntamiento y el AMET deben aliarse para imponer un permiso especial a los motoristas. Cientos de crímenes y asesinatos ejecutados por sicarios, también miles de robos realizados en la ciudad, lo efectúan dos motoristas. Esto debe controlarse, mejor aún eliminarse y suprimirse. Para que dos personas puedan circular en una motocicleta debieran tener un permiso especial del Ayuntamiento.

Tercero: el Concejo Municipal de Regidores además, debe imponer por norma el uso de uniformes, guantes y mascarillas en todos los trabajos que impliquen riesgo laboral a la salud. Todos los recogedores de basura del Ayuntamiento y de las empresas privadas contratadas para este servicio, andan “sueltos en banda” sin protección. Todos los trabajadores de la construcción tampoco tienen cascos protectores, ni guantes, que no decir del hecho vergonzante de que ninguno tiene un programa de vacunación especial contra enfermedades infecciosas como la hepatitis B y el tétano entre otras. Se debe aprovechar que por primera vez en muchos años es un médico, educado en Cuba, el Alcalde de Santiago, Doctor Gilberto Serulle. Así además lo imponen las leyes de salud y de seguridad social.

Cuarto: el Concejo Municipal de Regidores tiene que formular una norma u ordenanza que relance a Santiago como ciudad del empleo digno para la juventud. Un proyecto de ENTRENA y la USAID que en los próximos meses va promover la seguridad ciudadana vía el empleo digno.  Hay que habilitar el capital humano de la ciudad, tendente a lograr que Santiago sea un territorio con programas integrales de educación. Sustantivamente debemos extender la educación hacia el desarrollo de habilidades y prácticas en áreas que tecnifiquen la calidad de los recursos humanos existentes en oficios, quehaceres y labores de apoyo al desarrollo urbano integral, incluyendo deberes y derechos de ciudadanía. En todo lo anterior el Concejo Municipal de Regidores tiene mucho que aportar. Eso esperamos.