¿CÓMO RAYOS empezó todo?

La semana pasada traté de describir la guerra de 1948, a partir del tiroteo en un autobús judío al día siguiente de la resolución de la partición de la ONU. Algunos lectores cuestionan el momento. Insisten en que la guerra comenzó el 15 de mayo, al día siguiente de la fundación del Estado de Israel, cuando los ejércitos de los países árabes vecinos entraron en el país.

He visto esto muchas veces. Todo debate serio sobre el conflicto israelí-palestino plantea la pregunta: "¿Cuándo empezó?". Cada lado tiene su propia fecha, demostrando que el otro lado lo inició.

Los árabes lo iniciaron, afirman los sionistas. El conflicto comenzó con la "invasión" de los ejércitos árabes. ("Invasión" entre comillas, porque entraron en los territorios asignados por la ONU al Estado árabe palestino, aunque su objetivo declarado era aplastar al nuevo estado judío al principio).

Los judíos lo iniciaron, afirman los árabes. Comenzaron a expulsar a la población árabe, lo cual llevó al Naqba ("desastre").

Los árabes lo iniciaron, replican los sionistas. ¿Por qué tuvimos que desalojar a la población árabe? Fue porque ustedes dispararon contra nuestras aldeas después de la resolución de la ONU del 29 de noviembre de 1947.

Los judíos lo iniciaron, responden los árabes. Todo empezó con esa resolución atroz. La ONU, que consistía entonces principalmente de estados occidentales y comunistas, le dio un país que no les pertenecía a los judíos.

Sí, dicen los judíos, pero realmente comenzó con el Libro Blanco publicado por los británicos en mayo de 1939, que en efecto cerró las puertas de Palestina a los judíos justo cuando los nazis estaban planeando el Holocausto.

No tuvimos opción, intervienen los británicos. En 1936 los árabes iniciaron una revuelta en la que los judíos y nuestros soldados fueron asesinados en todo el país.

Pero, ¿por qué tuvimos que hacerlo?, gritan los árabes. Porque las masas de judíos alemanes comenzaron a venir a Palestina después de 1933, cuando Adolfo Hitler asumió el poder en Alemania. Tuvimos que detenerlos, incluso por medios violentos, para evitar que Palestina se convirtiera en un país judío.

En realidad, replican los judíos, pero lo comenzó mucho antes, en 1929, cuando organizaron disturbios en todo el país matando a muchos judíos.

No teníamos elección, afirman los árabes. El gobierno británico de Palestina favoreció a los sionistas y les permitió asentarse por todas partes.

Ese era nuestro derecho −dicen los judíos−, consagrado en el Mandato conferido por la Sociedad de Naciones a los británicos.

¿Quién le dio a la Sociedad de Naciones el derecho de conferir un Mandato a nadie? Preguntan los árabes. La tierra pertenecía a sus habitantes, casi todos árabes. Así fue como empezó todo.

Pero los árabes atacaron a los judíos en 1919, mostrando cuán necesarios eran los británicos.

Los británicos no tenían por qué estar aquí, contestaron los árabes. Todo el desorden comenzó realmente en 1917 cuando los británicos publicaron la Declaración Balfour, prometiendo establecer un "hogar nacional" judío en Palestina, que pertenecía, entonces, al Imperio Otomano (Musulmán).

El Imperio Otomano se estaba muriendo, dicen los judíos, y el movimiento sionista, fundado en 1896, ya había proclamado su derecho a Palestina.

Pero al mismo tiempo nació el movimiento nacional árabe moderno, que reclamaba un derecho indiscutible a Palestina y a todos los países árabes.

Dios ha prometido…

Alá ha ordenado…

Y así.

TENGO MI propia teoría sobre cuándo y cómo comenzó el conflicto.

En 1904 murió Theodor Herzl, el padre fundador del movimiento sionista. A Herzl no le gustaba mucho Palestina, y comenzó su búsqueda ideológica con la idea de fundar un estado judío en la Patagonia, entonces un territorio argentino recientemente “pacificado”.

A Herzl no le gustaban los turcos ni los árabes, pero los acontecimientos le convencieron de que los judíos no irían a ninguna otra parte sino a Palestina. En su libro Der Judenstaat (El Estado Judío), la Biblia del Sionismo, declaró que los judíos servirían en Palestina como un puesto avanzado de la civilización occidental contra los bárbaros de Asia, es decir, los árabes.

Se puede argumentar que fue aquí donde el conflicto realmente comenzó: justamente al comienzo de la idea sionista. Pero tengo en mente un momento aún más preciso.

Pocos años antes de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Otomano mostró signos de ruptura. Un movimiento modernizador dirigido por oficiales del ejército asumió el poder en 1908. Se llamaban a sí mismos "los Jóvenes Turcos".

Entre la inquietante población árabe también surgieron grupos revolucionarios. No se atrevían a hablar todavía de independencia, sino que propusieron un plan para la "descentralización" del Imperio Otomano, dando a sus diversas naciones una cierta autonomía.

Un grupo de miembros árabes del parlamento turco, encabezado por Rukhi al-Halidi (miembro de una familia de Jerusalén, incluso ahora prominente en asuntos palestinos) tuvo una brillante idea: ¿por qué no acercarse a los sionistas y ofrecerles una alianza contra los turcos en la lucha por esta idea?

El representante sionista en Jerusalén se apresuró a presentar esta oferta a Max Nordau, el nuevo presidente de la organización sionista. Nordau había heredado el puesto de Herzl después de la muerte del fundador.

Este fue un momento histórico, uno de esos momentos en que la historia contiene el aliento. Se abría una perspectiva totalmente nueva: ¡una alianza entre árabes y judíos! ¡Un movimiento de liberación conjunto!

Nordau, un famoso intelectual judío-alemán, no soñó con aceptar esta oferta. Debe haberlo considerado algo disparatado. Los turcos eran los amos del país. Podían darles Palestina a los judíos. Podrían ser sobornados. Los árabes eran impotentes. No podían darnos nada.

Por eso pasó el momento. Nordau mencionó la idea al Congreso Sionista en Hamburgo, pero nadie lo tomó en serio.

Pocas personas saben de este episodio. Se describe en el libro autorizado del fallecido Aharon ("Aharonchik") Cohen.

La posibilidad sólo existía en teoría. La historia está hecha por personas reales, cuya conciencia está formada por las realidades de su tiempo. Para los europeos de principios del siglo XX, la idea de una alianza con los nativos contra el poder imperial rondaba la demencia.

EN RETROSPECTIVA, esta idea podría haber cambiado la historia. Habríamos nacido en un mundo diferente.

En el otoño de 1947, cuando yo tenía sólo 24 años, publiqué un folleto llamado (en hebreo) "Guerra o paz en la región semítica".

Era una repetición casi exacta de las ideas en el incidente de Nordau, del cual yo no sabía nada entonces.

Comenzaba con estas palabras:

"Cuando nuestros padres, los sionistas, decidieron establecer un ‘refugio seguro’ en este país, tuvieron que elegir entre dos caminos:

"Podrían aparecerse en Asia Occidental como un conquistador europeo, que se ve a sí mismo como la cabeza de puente de la raza blanca, un amo de los nativos, como los conquistadores españoles y los colonos anglosajones en América. Esto es lo que los cruzados en su tiempo hicieron en este país.

"El otro camino era verse a sí mismos como un pueblo asiático que regresa a su patria; que se ve a sí mismo como un heredero de la tradición política y cultural de la raza semítica, y está listo para conducir al pueblo de la región semítica en la guerra de liberación contra la explotación europea".

Con la excepción de la terminología, que pertenecía a la época, suscribo todas las palabras de hoy, casi 70 años después.

El conflicto israelí-palestino comenzó cuando el primer colono judío llegó a este país en 1882, incluso antes de la fundación oficial del movimiento sionista. Comenzó como un choque entre dos grandes movimientos nacionales que eran totalmente ignorantes el uno del otro. Esta ignorancia persiste, en gran medida, hasta el día de hoy.

El pasado no se puede cambiar.

Pero tal vez, tal vez, podamos aprender de él y sacar algunas conclusiones.