La prohibición impuesta por el gobierno haitiano a la importación de  huevos y pollos dominicanos ha reavivado el nacionalismo en ambos lados de la frontera. El sentimentalismo llegó a su paroxismo y las invectivas se han estado lanzando de todas partes. El ex presidente Hipólito Mejía le recordó al pueblo haitiano las ayudas que le ha brindado su país, al tiempo que lo califica de ingrato. Contra esta fiebre del nacionalismo, ni siquiera el cardenal López Rodríguez, la más alta autoridad de la Iglesia Católica en la isla, fue inmunizado, ya que habló de una invasión de los haitianos a su país y de que “Haití pone de "mojiganga" a República Dominicana en el exterior”.  En cuanto a Haití, la respuesta no se hizo esperar. Algunos señalaron la arrogancia y la hipocresía dominicanas, y declararon que Haití es soberano y no les compete a sus vecinos dictarle su política exterior. Ante el rápido contagio de la fiebre nacionalista, mucho más peligrosa que las gripes aviaria y H1N1, como tristemente lo ha demostrado la historia de la humanidad, quiero proporcionar algunos elementos para un debate fructífero entre los líderes de opinión de ambos países, y con miras a mejorar las relaciones bilaterales.

Mis reflexiones tendrán cuatro dimensiones fundamentales de las relaciones dominico-haitianas: económica, política, diplomática y antropológica, y se comunicarán a través de una serie de artículos. Mis publicaciones comienzan con la dimensión económica. No es que esta última sea más importante que los otros aspectos para entender la cuestión dominico-haitiana, sino que ha sido el detonante del actual conflicto que oponen los dos países. Antes de exponer mi posición sobre la crisis de los huevos y los pollos, y sobre la posibilidad de un acuerdo de libre comercio entre Haití y la República Dominicana, considero oportuno ofrecer una visión de conjunto del comercio haitiano-dominicano.

El embargo impuesto a Haití tras el golpe de Estado de 1991 provocó un aumento considerable de las insignificantes exportaciones dominicanas hacia dicho país, ya que la República Dominicana fue su único lugar de abastecimiento. En 1996, el año de la fundación de la Comisión Mixta Bilateral, Haití importó US$ 25 millones de productos dominicanos, mientras que esta cifra casi se triplicó en cinco años para ubicarse en US$ 72 millones en el 2001.

Durante los últimos siete años (2006-2012), la República Dominicana exportó más del 70% de sus productos a sus tres socios principales, los cuales son, por orden de importancia, Estados Unidos, Haití y Puerto Rico. En el 2012, Estados Unidos recibió US$ 3.5 mil millones de exportaciones dominicanas, alrededor del 47% del total, Haití le compró por US$ 1.14 mil millones correspondiente al 15% del total (de las exportaciones dominicanas) y al 30% de sus importaciones, y Puerto Rico, US$ 482 millones.

Cabe señalar que las exportaciones formales haitianas hacia República Dominicana son de unos diez millones de dólares anuales, aunque alcanzaron los US$ 60 millones en los años 2007 y 208.

La idea de que Haití pasó a ser el segundo mayor socio comercial de la República Dominicana sólo a partir del 2008 está errada,  porque no toma en cuenta los intercambios informales, los cuales son tan importantes como el comercio formal y que pude estimar a partir de un estudio realizado en la PUCAMAIMA (Ver Pierre, 2012). En el 2006, cuando las exportaciones formales dominicanas a Haití (US$ 301 millones) representaron sólo el 60% de las hacia Puerto Rico, la suma de los productos dominicanos en el mercado haitiano – transacciones formales e informales – para el mismo año, fue estimada en US$ 894 millones, o sea 1.75 veces los bienes y servicios comprados por Puerto Rico. En el 2012, las exportaciones formales dominicanas a Haití representaron 2.35 veces las hacia Puerto Rico. Cuando se consideran los intercambios informales, es decir, aquellos que no están registrados y que son adquiridos sea por contrabando o por los mercados fronterizos, los productos dominicanos en Haití son 3.63 veces las exportaciones hacia Puerto Rico para el mismo año.

Estos datos evidencian que Haití siempre ha sido el segundo mayor socio comercial de la República Dominicana y que el comercio bilateral ha aumentó considerablemente en la última década. Hay que añadir también que el crecimiento de las exportaciones dominicanas a los Estados Unidos, Puerto Rico y Haití son 2%, 0% y 12% (operaciones formales e informales), respectivamente, lo que refuerza la idea de la importancia cada vez mayor del mercado haitiano para los productos dominicanos destinados al exterior.

Varias razones explican por qué el mercado haitiano es importante para la economía dominicana. La balanza comercial de esta última es deficitaria del orden del 20% del PIB (la haitiana tiene con déficit del 30% del PIB). Sin embargo, Haití es el único país con el que los Dominicanos tienen una balanza comercial no deficitaria. Por otra parte, los mercados binacionales, como argumentaron Dilla Alfonso & De Jesús y Cedano (2005), “resulta(n) una válvula de escape a las ineficiencias de la economía dominicana, al lograr colocar en un mercado externo [algunos] productos no competitivos, (…) que, [de otra forma], no pudieran ser vendidos (…)". Los haitianos proveen una tercera parte de los productos ofrecidos en esos mercados y obtienen beneficios equivalentes a entre 5% y 20% de sus costos, mientras los dominicanos que ofrecen las dos terceras partes (2/3) de los bienes tienen ganancias de entre 15% y 40% de sus precios de compra (Ibid.).

Sin embargo, al lado de estos beneficios del lado dominicano, hay que resaltar algo muy sorprendente, es que Haití tiene una mayor participación en los mercados binacionales que en las transacciones formales. Mientras que sus exportaciones formales promedian diez millones anuales, sus productos en los mercados fronterizos se estiman  a más de US$ 200 millones al año (Pierre, 2012).

Los datos que acabo de presentar, muestran el gran dinamismo del comercio dominico-haitiano y resalta, al mismo tiempo, la importancia de los mercados binacionales, es decir, las transacciones informales. Una cosa es cierta: la República Dominicana saca grandes beneficios de estos mercados. Una lectura superficial del cuadro presentado llevaría a pensar que es el único ganador de este comercio. Sin embargo, tal no es el caso. Demostrar esta afirmación desborda el alcance del presente artículo. Los argumentos estarán expuestos  en el próximo texto sobre la veda a los pollos y huevos, y la posición que haría de tomar el gobierno haitiano para el bien de su pueblo.

Referencias

DILLA ALFONSO, Haroldo & Sobeida DE JESUS CEDANO (2005). De problemas y oportunidades: intermediación urbana fronteriza en República Dominicana. Revista Mexicana de Sociología 67, núm. 1, enero-marzo. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales. México. 99-126.

PIERRE, Joseph Harold (2012). Caracterización de las exportaciones de República Dominicana a Haití (2000-2011) y Proyecciones (2012-2020). PUCAMAIMA, Santo Domingo.