Un académico amigo, ha insistido siempre en que debemos compartir las experiencias del entrenamiento en la especialidad, por el hecho de haber tenido la oportunidad de realizarlo en el extranjero y porque podría resultar provechoso para los alumnos en formación actual.

Vamos a intentar también contar algunas vivencias a nuestros lectores, en la esperanza de que comprendan mucho mejor, la que se considera la más amplia y completa de las especialidades de la medicina.

El cirujano general, no es como se podría malinterpretar, un equivalente al médico general. Tampoco, como en forma ligera lo definiera hace poco un lector anónimo, un cirujano "a secas".

La cirugía general es la especialidad médica de índole quirúrgica, que incursiona en las operaciones del tracto gastrointestinal, sistema biliar, bazo, páncreas, hígado, glándulas mamarias y sistema endócrino, enfermedades oncológicas, así como también de las hernias de pared abdominal.

También resuelve los casos de trauma, en donde de hecho, es quien dirige el equipo que maneja los múltiples trastornos ligados a lo que se considera la epidemia de los tiempos modernos y resuelve las emergencias de las lesiones vasculares, torácicas y de cara y cuello.

Participa activamente en el diagnóstico, evaluación y cuidados pre y post operatorios y en la  vigilancia de esos pacientes, además de trabajar en equipo con otros especialistas como internistas, oncólogos, intensivistas, nutriólogos, ortopedas, etc.

La rutina de un residente de cirugía, en un hospital general del tercer nivel y de 4,800 camas como el que nos tocó laborar, comienza muy temprano en la mañana. La entrega de guardia y la discusión de cada caso, preceden a las largas horas en el quirófano que terminan a media tarde. En cada año se enseña al residente las técnicas de las operaciones que van aumentando de acuerdo al grado de complejidad.

Nuestro servicio, además de los trastornos relacionados al sistema digestivo, la patología endocrina y las emergencias, resolvía también interconsultas para los departamentos de trauma, ginecología y las diferentes especialidades de la medicina interna.

No debemos dejar de resaltar las 32 horas de trabajo continuo durante las guardias presenciales dos veces por semana. Recibíamos vía emergencia pacientes con múltiples problemas que ameritaban solución quirúrgica.

Un acápite importante en la formación del residente, que entrenaba por cuatro años, era la docencia programada para cada nivel. Las clases teóricas a las que asistíamos con puntualidad extrema con conferencias magistrales de parte de los catedráticos y discusiones de casos interesantes, las consultas que el Jefe de Servicio cuidaba con esmero, los "grand round" a la cabecera de los pacientes, las bibliográficas y revisiones de temas trascendentes y aquellas en las que nos desarrollábamos también como profesores de los niveles inferiores y de los alumnos de pregrado, además de las labores de investigación y publicación de trabajos científicos.

La atomización en las especialidades de los tiempos actuales, ha fragmentado la labor del cirujano, haciéndolo más experto, pero menos versado.

La disciplina cuasi militar, la jerarquía inquebrantable y el respeto a la figura del maestro, son condiciones que deben primar  en lo que se considera una buena escuela quirúrgica. Esto es así desde los tiempos en que William S. Halsted, remedando las primeras academias formales europeas, inició el entrenamiento de la cirugía como especialidad. Ahora que es tan difícil salir del país a completar un postgrado, los actuales residentes y los que aspiran a convertirse en buenos cirujanos generales, no deben obviar esos valores.