La cuestión haitiana es compleja, viene de lejos y hay demasiadas emociones de por medio. También hay cinismo y simulaciones por todas partes. Ni se diga de los intereses económicos y políticos.

No para todo el mundo, por ejemplo, la inmigración ilegal haitiana es mala. Porque detrás de ella medran los aprovechadores de la mano de obra barata, por un lado, que se niegan a pagar un salario decente a la mano de obra dominicana. Y, por el otro lado, están los que politizan el tema confundiendo, metiendo el cuco a todo el mundo, sólo con el propósito de pescar en río revuelto y sacar ventajas políticas.

En el campo de la agroindustria y la construcción contratan ilegales haitianos porque le pagan salarios de miseria. Algunos incluso llevan la práctica demasiado lejos: cuando le adeudan varios sueldos, los denuncian para que los deporten y así quedarse con el santo y la limosna.

Los defensores de “La Patria”, se hacen de la vista gorda ante el maltrato laboral señalado. Estos personeros, ante cada intento de regular la problemática, se alborotan, se movilizan, señalando la inminente invasión haitiana. Esos invasores no son más que esos venduteros ambulantes, esos jornaleros estafados que reclaman un trato justo. Esos seres humanos que ante el “subido a la camiona” imploran con los ojos anegados en lágrimas que le permitan recoger parte de sus ajuares.

Tampoco los patriotas de pacotilla miran el grave problema del negocio ilegal transfronterizo, contrabando que aporta pingües beneficios en todos los niveles de la estructura social.

Prefieren un discurso más “refinado” e “intelectual”. Aseguran que Haití quiere fusionar la isla en un sólo estado. La fusión la avizoran en la Constitución haitiana asegurando que esta consagra la sangre como derecho de nacionalidad (Jus Sanguinis) y define la isla como “una e indivisible”. Esta descabellada idea concita al empresariado que usurpa el sudor del migrante y a los patrioteros que creen sustentarse en principios ideológicos.

En el fondo, estos grupos son parte de un andamiaje para distraer la atención sobre un negocio que sólo perjudica a los dos estados, el dominicano y el haitiano.

Se sabe que Haití es el principal socio comercial de Republica Dominicana, después de Estados Unidos. Ese es el dato oficial. Pero existen estudios que establecen que Haití, si se ponen todas las cuentas claras, puede ser el socio número uno, superando por mucho a EE.UU.

Siendo así, ¿Por qué no se produce una relación beneficiosa para ambos países? ¿Dónde se queda la tajada del negocio ilegal de hoy día?

Para mí, el asunto es sencillo: entre ambos países existe un reducido grupo enquistado en los poderes fácticos, cuyo modus vivendi es el negocio ilegal o, dicho de otra manera, el contrabando. Estos piratas con patentes de corso, en uno y otro lado de la isla, cargan con beneficios incuantificables.

Son estos piratas que, ante el más mínimo intento de regular, normalizar, las relaciones entre los dos pueblos, inician acciones para accidentarlas y dar al traste con una relación honesta y sana de las dos naciones. Esa mafia camuflada con uniformes patrióticos y nacionalistas tienen poder y ambiciones sin límites.

Muchos recordarán que en el período 2000-2004, el tráfico de nacionales chinos era propiciado desde la misma sede del Consulado dominicano en Cabo Haitiano, siendo el propio Cónsul de la época quien dirigía la operación. Ese distinguido diplomático, en la actualidad, es un honorable diputado, aliado a la reelección del Presidente Medina.

Usted lector, al leer estas reflexiones se preguntará, ¿si es tan evidente todo eso que usted dice, por qué no enfrentan el tema como Dios manda? Le contestaría con una explicación que me dio un amigo y que me gusta mucho: “Miguel, aquí, en este país, nadie quiere tirar piedras para atrás”. Obvio, estaba citando al propio Danilo Medina, Presidente de la República.

Yo por mi parte, mientras escribo este artículo, revisando noticias y escarbando informaciones me cuestioné: ¿Habrá considerado la misión de la OEA, encabezada por Luis Almagro, Secretario General, el rol de estos capos migratorios de República Dominicana y Haití?