Estos dias de confinamiento, que empiezan a terminar, muchos los hemos pasado compartiendo el tiempo entre la televisión, sobre todo para mantenerse informado sobre los avances de la pandemia en el país, la lectura y el ver películas y series en plataformas digitales como Netflix. Las tres actividades son experiencias que van de lo familiar a lo individual y único. El cine por su condición de experiencia compartida se excluye por razones de salud.
La televisión es una experiencia que compartimos en un entorno que podríamos clasificar como familiar, de las otras dos la lectura es una experiencia individual y Netflix podría ser a su vez familiar o individual, dependiendo del medio que utilices Televisión o tablet/celular.
Estas reflexiones van sobre el cambio de escala en el uso del tiempo de ocio a que nos han sometido el desarrollo de los medio de comunicación masiva y como estos van cambiando nuestros hábitos que se dirigen cada vez más hacia la experiencia individual exacerbada por el confinamiento sanitario.
Hasta el siglo XIX la experiencia lúdica era mayormente una experiencia de dos escalas: la individual, manifestada en la lectura y la colectiva o experiencia compartida, manifestada en el teatro y los espectáculos. En 1895 aparece el cine como otra opción de experiencia compartida que compite con el teatro y los espectáculos terminando imponiéndose, como experiencia colectiva popular, a los mismos y estableciendo , en principio, hasta criterios de clase : la aristocracia prefiere el teatro y la clase popular el cine.
Con la aparición de la radio en la tercer década del siglo pasado(1921), la experiencia compartida de los conciertos se lleva a la escala familiar, lo que es reforzado entre 1930 y 1940 con la irrupción de la televisión, que se convierte en el principal y más popular medio de entretenimiento familiar compitiendo con el cine.
En la ultima década del siglo pasado(1990-1999) con la consolidación de la Word Wide Web (WWW)- el internet había sido desarrollado en 1969- se inicia una nueva era tecnológica que cambiaría la relaciones sociales, culturales y económicas del mundo y donde el internet o la www se impone como el medio de comunicación universal.
Pero lo que nos interesa abordar es como las plataformas digitales se han ido, cada día más, adaptando a tipologías analógicas y como estas a su vez se han constituido en modelos para plataformas como N que se han consolidados como opción de entretenimiento, con el aislamiento que ha traído el COVID-19.
Si observamos detenidamente estas plataformas se usan cada vez mas como una experiencia de lectura. Si el cine es una experiencia colectiva que disfrutamos en una sola tanda, el libro es una experiencia individual que disfrutamos en diferentes sesiones de lectura, incluso la estructura de un texto, articulada en capítulos, no solo ayuda a poder desarrollar el discurso de forma coherente, sino que también ayuda a tenerte una referencia para las sucesivas sesiones en que normalmente dividimos una lectura.
Lo que observamos es que los formatos de Netflix (y cuando hablo de Netflix nos referimos a todas las plataformas digitales: HBO, APPLE TV, etcétera) se consumen a una escala tan individual como la lectura de un libro. Incluso, como apuntamos mas adelante, permiten su consumo como una actividad de escala familiar, cuando se ven en un aparato de televisión.
Pero volviendo a la comparación con el libro, ahora vemos películas como si leyéramos un libro: sentados en cualquier lugar de la casa y las vemos con la posibilidad de detenerla y continuar viéndola en otro momento, como hacemos con la lectura de un libro.
Hace tiempo venimos preguntándonos por qué ahora hay esa profusión de series, con diferentes episodios, con la presencia de actores y directores que hace un tiempo solo hacían o actuaban en películas. Y hemos llegado a la conclusión de que estas series es una adaptación al formato del libro en cuanto se pueden desarrollar historias mas largas divididas en capítulos, que llaman episodios, dandole así al usuario la facilidad de verla por episodios-capítulos, de acuerdo a su disponibilidad de tiempo, tal cual hacemos cuando leemos un libro. Hay series vemos de un tirón-los famoso maratones del cable- y otras que vemos mas despacio, volviendo atrás, como en la lectura, para entender mejor el argumento.
Cuando muchos filósofos del internet profetizan el fin de los libros, como lo hizo Fukuyama con su fin de la historia, lo cierto es que la historia, como el libro, prevalecerán, este último convirtiéndose , además, en un modelo para las plataformas de entretenimiento virtual. El libro ha sido, ayudado por la imprenta de Gutenberg, el mayor vector de transmisión cultural de todos los tiempos y ha resistido la quema de bibliotecas por motivos de fanatismos, la quema de libro de los nazis; se ha sobrepuesto a la visión distópica de Fahrenheit 451 de Bradbury y Truffaut y a las censuras políticas de todo tipo.