En Teoría de la justicia, John Rawls reflexiona sobre el rol que puede jugar la envidia en la sostenibilidad de una sociedad justa.

Rawls considera que la envidia puede ser generada por tres condiciones:

  • Una falta de confianza en el propio valor que uno tiene como persona.
  • La existencia de una estructura social que refuerce la baja autoestima visibilizando las profundas diferencias sociales entre los integrantes de la comunidad.
  • Una ausencia de alternativa constructiva para las personas menos afortunadas que confronte la situación de los más privilegiados.

Estas condiciones pueden fomentar sentimientos de envidia y resentimiento en el segmento poblacional excluido.

Rawls distingue entre una envidia general y una envidia particular. Con el primer concepto alude a una especie de rencor experimentado por los menos favorecidos de la sociedad con respecto a los más privilegiados, mientras que el segundo término alude a un rencor sentido por aquellos que han sido derrotados en una competencia concreta con respecto a quienes les han vencido.

La preocupación de Rawls es si el principio de diferencia -que justifica las desigualdades sociales- puede generar una envidia general desmesuradamente destructiva.

Si bien Rawls considera la envidia como un mal, entiende que la misma es excusable cuando es generada por unas desigualdades sociales que generan en la persona un sentimiento de degradación o pérdida de respeto propio.

Para Rawls, la cuestión básica es si una estructura básica de la sociedad que satisface los principios de la justicia que él ha establecido puede generar una envidia tan comprensible que incite a reformular sus principios.