En este año, 2021, se conmemora el cincuentenario de la publicación de uno de los libros más influyentes del pensamiento político contemporáneo, Teoría de la justicia, de John Rawls.

La obra de Rawls se centra en el problema de la justicia social, entendiendo que  “la justicia de un esquema social depende esencialmente de cómo se asignan los derechos y deberes fundamentales, y de las oportunidades económicas y las condiciones sociales en los diversos sectores de la sociedad”. (Teoría de la justicia, FCE, p. 21).

Rawls parte de un experimento mental para fundamentar su teoría de la justicia. Imagina una “posición original” en la que los integrantes de una comunidad ignoran su lugar dentro de la sociedad, así como cual será la distribución de las habilidades o talentos naturales, como la inteligencia y la fuerza. En palabras del filósofo, estas personas piensan y eligen detrás de un “velo de ignorancia”.

Esta situación de imparcialidad propia del desconocimiento generado por la “posición original” impide que los individuos sesguen sus elecciones a partir de sus identificaciones con un grupo social, una ideología o un conjunto de especificidades psicológicas con las cuales puedan identificarse. De esta manera, se ven estimulados a formular principios que personas racionales y libres aceptarían para el beneficio de sus intereses en una posición básica de igualdad que constituyen los fundamentos organizadores de la sociedad.

Rawls sostiene que los principios de justicia derivados de la situación que ha formulado son dos:

  1. El principio de la libertad. Cada persona debe tener un derecho igual al esquema más extenso de libertades básicas iguales compatible con un esquema similar de libertades para los demas (p. 67).
  2. El principio de la diferencia. Las desigualdades sociales y económicas se explican a partir de que:
  • Resulten razonablemente ventajosas para todos.
  • Los cargos y puestos estén disponibles para todos en el contexto de unas condiciones de igualdad de oportunidades.

Para Rawls, el resultado de que personas racionales, libres y autónomas asuman estos principios es que los mismos se concreticen en las instituciones posibilitando una sociedad donde prime el autorespeto de todos sus integrantes.