Las relecturas combinadas de Samuel Huntington a través del Choque de las Civilizaciones y de George Lakoff y sus estudios cognitivos del comportamiento político, me condujeron a reflexionar sobre los más recientes procesos políticos y sociales en Rep. Dominicana.
Es una práctica recurrente de algunas agrupaciones políticas, el aprovechar la sinergia y la cohesión que genera la sociedad civil en un momento dado, al hacerlas suyas como conquistas que lamentablemente han estado irresueltas por ellos mismos, en tanto han estado en el poder o la oposición. Ese es el resultado de la inteligencia irracional de las sociedades, y sobre todo de su imposibilidad de impedir la manipulación y politización de sus procesos.
El movimiento social, fundamentalmente aquel integrado por jóvenes en Rep. Dominicana, guarda ciertos visos de paralelismo con el resurgimiento islámico, en términos de que se manifiesta en una especie de choque entre segmentos de la sociedad que no sintonizan con el accionar de los partidos políticos tradicionales, y terminan convirtiéndose en excluidos políticos. Una exclusión política que se ha corporizado en gente joven de clase media (alta y baja), profesionales, estudiantes cuya orientación dinámica hacia el post-modernismo les ha permitido hacer uso de las herramientas mediáticas que la globalización ofrece.
Huntington nos recuerda que "en los años ochenta y noventa, los movimientos islamitas influían en la política, no controlando los gobiernos, sino dominando y a menudo monopolizando la oposición a los gobiernos. En parte, la fuerza de los movimientos islamistas era una variable dependiente de la debilidad de las fuentes alternativas de oposición" (Huntigton,1996). Al igual que el movimiento islamista, el reciente movimiento social en nuestro país, básicamente el liberal y democrático, está conformado por elites sociales, profesionales e intelectuales que evidencian débiles raíces pragmáticas e ideológicas que puedan conectar con sectores sociales de masas y el segmento poblacional más pudiente; ambos segmentos necesarios para impulsar un gran proceso incluyente de transformación social.
La partidocracia tradicional en Rep. Dominicana, que posterior a la caída de Trujillo se recostó mucho en los extremos poblacionales para concitar apoyo económico y electoral, es decir en las clases más ricas y las más pobres, en los últimos años se han orientado a construir al precio de la falta de ética y honestidad una clase política empresarial que ha sustituido a los sectores ricos tradicionales. Estos a su vez, han comenzado a desvincularse y a reducir su apoyo a las acciones políticas de los partidos. No obstante, han ido encontrando formas de mantener cautivos a los sectores más pobres del país, donde tienen raíces y concentran sus fuerzas, esos mismos grupos definidos como lo hace Ortega y Gasset en su libro La Rebelión de las Masas.
El choque que se presenta entre el movimiento social y el político, no vislumbra un enfrentamiento ideológico, ni una agenda de desarrollo nacional. Primero porque los partidos políticos tradicionales han perdido eso, y sus agendas programáticas son repetitivas e incumplidas por ellos mismos; y segundo, porque el movimiento social luce ser el resultado de acciones coyunturales, dispersas y reivindicacionistas, compuesto por un reducido grupo de individuos militantes con sus causas. En términos de vinculación y simpatías, y como resultado de la ausencia de un coherente y cohesionante proyecto país que nos beneficie a todos, ninguno de los dos lucen estar sintonizando con el importante quinto quintil poblacional, y mucho menos con una nueva mayoría poblacional identificada con sus propios intereses.
Los cientistas sociales y cognitivos han demostrado que los seres humanos tenemos actitudes y realizamos acciones liberales y conservadoras de manera simultánea. Y que en términos electorales, no necesariamente votamos a favor del interés colectivo, sino que votamos por quienes nos identificamos y quien refleja nuestros valores. Es precisamente en este punto que se evidencia en términos cuantitativos el apoyo que reciben los movimientos sociales versus los partidos políticos.
¿Será que la sociedad dominicana se parece a los partidos, siendo los partidos políticos resultado de la misma sociedad? O ¿será que somos una sociedad liberal en términos colectivos y conservadora en lo individual? ¿Es posible que coexista el individualismo y la solidaridad en un mismo espacio de razonamiento? Permítanme seguir leyendo a Lakoff para entenderlo.