Disponer de un equipo de comunicación de los llamados móviles ya no es un privilegio. Tampoco es un insumo del llamado consumo conspicuo o de distinción por su carácter de uso colectivo y no exclusivo o elitista. Por igual por su naturaleza de utilidad popular y de manejo generalizado de fácil adquisición, ahora resulta casi ridículo el ciudadano que no tenga el suyo, sea cual sea su marca, tipo o precio.
Lo anteriormente expuesto podría ser que implique una de las razones por lo que ya para atracadores y ladrones no resulte atractivo incluir entre sus fechorías dicha prenda, en el sentido, que además de haber perdido valor financiero, ya se adquiere o se consigue hasta en los ventorrillos en ofertas baratas y populares, sin olvidar que la política del cambiazo permite una vía de pasar el "viejito" como regalo a los amigos y familiares o sirve de mercancía de cientos de puestos de celulares apostados por doquier. Y más, a estas facilidades se le suma que ya no es imprescindible disponer de red inalámbrica instalado en dicha plataforma comunicacional, por el hecho que las ondas del Internet WiFi, están disponibles por todos los rincones y hasta en tarantines las hay. !Vaya manera de permear, y como dice Noam Chomsky, la de manipular y redirigir el pensamiento colectivo a una subordinación de depenendencia¨
Sin embargo, a parte de la ya obligatoria imprescindibidad de su tenencia y porte, además de cualquier otro valor y utilidad, constituye una herramienta de alto sentido de comunicación, contacto o chateo dentro de los cuales, y es a este punto que me refiero como enfoque principal del tema, también juega el estelar papel de Nana de las casas, ya que actualmente más que todo , se usa como embullo de los niños cuando los padres, o están trabajando, ocupados en algo , chateando, o lo propio comadreando largas horas con amigos y amigas, sin excluir las telenovelas y hasta los negocios, etc, por cuya causas los padres o tutores caen en una profunda distracción, que en la mayoría de casos como adultos que les corresponde atenderlos o propiciar este servicio, ni siquiera suelen fijarse en lo que estos hacen. Y peor, los desentienden debido a que los chicuelos tienen en sus manos, -provistos por los propios padres-, si no un celular, por lo menos una table.
Y a propósito, con estas facilidades, desde muy chiquititos, cuando son presas fácil de formársele una personalidad de imbéciles, los niños desarrollan el vicio -casi patológico- por los celulares, y lo peor es la consecuencia derivada de estas prácticas, mismas que les permite -a los niños-, tener el control de ver a sus anchas lo que quieran y de amplias opciones sin importar lo aberrante que sea las imágenes, informaciones o temas con los que entran en contactos. A lo que se le agrega el desarrollo de la manía de cambiar sin ningunas restricciones y controles de tiempos de uso, materiales y contenidos, que por demás los vuelven adictos, autómatas y distraídos mentales. Y lo peor, generando una relación impersonal, que por el hecho de estos – los niños-, repito, estar sumergidos en el mundo de libre información y sin controles de sus actos, lo que, por subutilizar el ejercicio natural de la mente creativa, imaginativa, productiva y sobretodo propia , terminan en individuos tarados, torpes y muy distantes de la realidad de la vida en sociedad que es la que permite el desarrollo de los sentimientos, la tolerancia los niveles afectivos, etc, en fin un conjunto de valores que representan su personalidad, hábitos, costumbres y actitudes de forma normal y natural.
Y lo más crítico es que este modelo de Nanas del hogar, ya ha tomado tanto cuerpos que poco a poco están suplantando los contactos, los caras a caras, los roces de mimos y las transferencias de amor que sin lugar a dudas los niños crecen carentes de sentimientos con cierta carga de psicopatología, o mejor dicho, envuelto en un submundo cibernético que ya no le atrae más nada que no sea ese mundo fantasioso. Y no es que el uso del celular en los niños sea dañino en sí. Lo que sí es absolutamente aberrante, a nuestro juicio, que el contacto humano sea suplantado por el aparatico, como dice Kinito. Y peor la climatización de altos niveles a dependencia que si no tienen uno en sus manos puyando 24 horas, inmediatamente se declaran aburridos, taciturnos, nerviosos y absolutamente insoportables lo que provoca que con el fin de devolverle "la felicidad a los niños, y que dejen de molestar, los padres vuelven a ponerle su Nana que es el bendito Celular"
Pero la realidad no llega hasta ahí. La pelota pica y se extiende, en el hecho que esa Nana del hogar juega el papel más tétrico de la realidad de desconexión familiar. Y se aprecia, padre, madre y otros familiares, en plena sala o lugar de la casa, todos de forma individual chateando. Y por el otro lado, cuando no, los nenes en los cochecitos o tirados en una cuna improvisada en el piso, y lo más anti valor social y de formación, los niños más grandecitos, de forma espeluznante, con sus Nanas-perdón, con sus celulares-, en sus manos también puyando sus aparatos. Lo que implica, toda una resocialización involutiva de los nexos familiares.