Los activistas GLBT pretenden definir el matrimonio como una simple relación privada entre dos partes comprometidas que se aman. Sin embargo, el matrimonio es mucho más que la relación privada de dos personas.

El matrimonio es una institución social que le provee a la sociedad el fundamento de la civilización: la familia nuclear, procreadora de la especie humana.

No habría estabilidad para los niños ni la comunidad existiría sin el matrimonio natural entre un hombre y una mujer. De hecho, el matrimonio es la más vieja y la más básica de las tres instituciones fundacionales de la civilización occidental (las otras dos son el gobierno y la iglesia). Es la más básica de las tres porque sin niños no hubiera necesidad de gobierno o iglesia y ningún gobierno ni ninguna iglesia puede suplantar la labor parental del padre y de la madre.

Algunos beneficios del matrimonio natural entre hombre y mujer podemos definirlos:

–                     Prolonga la esperanza de vida de los hombres y las mujeres[1].

–                     Civiliza a los hombres y los enfoca en perseguir metas productivas.

–                     Protege a las mujeres de ser abandonadas y dañadas en lo económico por hombres sin compromiso.

–                     Protege a las madres de crímenes violentos. Madres que nunca se han casado son dos veces más propensas a sufrir de crímenes violentos que madres que sí se casaron[2].

–                     Estimula un reemplazo adecuado de la tasa de natalidad, resultando esto en suficientes jóvenes productivos que contribuyen a la sociedad y proveen seguridad social a los ancianos.

Asimismo, los hijos provenientes de hogares integrados en un matrimonio natural entre hombre y mujer son:

–                     Siete veces menos propensos a vivir en pobreza[3].

–                     Seis veces menos propensos a cometer suicidio[4].

–                     Dos veces menos propensos a cometer crímenes[5].

–                     Las hijas son dos veces menos propensas a salir embarazadas sin estar casadas[6].

–                     Se desarrollan mejor académica y socialmente[7].

–                     Más saludables física y emocionalmente cuando alcanzan la vida adulta[8].

Estos resultados positivos del matrimonio no son nuevos para nuestra cultura del siglo XXI. El antropólogo británico J.D. Unwin estudió 86 culturas civilizadas e incivilizadas, las cuales se extendían a cinco mil años de historia y concluyó en 1934 que las culturas más prósperas fueron aquellas que mantuvieron una fuerte ética matrimonial. Las civilizaciones que abandonaron esta ética, incluyendo el imperio romano, el babilonio y el sumerio, experimentaron el declive luego de liberalizar sus prácticas sexuales[9].

En resumen, la degradación de la institución del matrimonio natural entre hombre y mujer, que es lo que pretende el movimiento GLBT, traerá como consecuencia una mayor flexibilización de la práctica sexual de la sociedad. De ahí a ser una sociedad decadente. es un solo paso. Antiguos imperios, como el romano, el babilonio y el sumerio son testigos de esa realidad histórica. Por qué imitar la decadencia y por qué no trabajar para un mayor fortalecimiento de la ética matrimonial en la sociedad.


[1] Marital status and longevity in the United States population, http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16905719.

[2] Robert E. Rector, Patrick F. Fagan and Kirk A. Johnson, “Marriage: Still the Safest Place for Women and Children”, The Heritage Foundation, www.heritage.org/research/family/bg1732.cfm

[3] Patrick F. Fagan et al., “The Positive Effects of Marriage: A Book of Charts”, The Heritage Foundation, http://www.heritage.org/research/features/marriage/index.cfm. Charts 7-8.

[4] Michael J. McManus, “Why Is It in the Government’s Interest to Save Marriages?” The Heritage Foundation, http://www.heritage.org/research/family/WM80.cfm.

[5] Ibid, Fagan, Chart 17.

[6] Ibid, Fagan, Chart 29.

[7] Ibid, Fagan, Chart. 21.

[8] Ibid, Fagan, Charts 16-29.

[9] Joseph Daniel Unwin, Sex and Culture (London: Oxford University Press, 1934).