El Desfile Nacional no es el Carnaval. El Desfile Nacional está llamado a ser el espacio de confluencia de los mejores exponentes de los carnavales de todo el país. El carnaval dominicano es un símbolo de la cultura popular tradicional de este pueblo y ha de ser un proceso de todo un año y de todo un pueblo; un proceso nacido de las entrañas del pueblo, una celebración del cuerpo y del espíritu festivo que lleva muy adentro, cada dominicano.
El carnaval es un símbolo de nuestra identidad cultural. Pero…, hoy el carnaval dominicano se encuentra en el filo mismo de las luces y las sombras: O va camino al espectáculo sin alma, vacío y repetitivo que es decir a las sombras del declive, o se ilumina con la revitalización desde el fondo mismo de la creación tradicional comunitaria.
Cierto es que el carnaval no pertenece a nadie, ni si quiera a “los carnavaleros” que se preparan, año tras año, para mostrar sus personajes, coreografías y vestuarios, y algunos hasta se reúnen, solo, para venir al Desfile Nacional, a tratar de lograr uno de los ansiados premios o quizás algo del apoyo financiero que da el Ministerio de Cultura. Se preparan, cada año, los mismos “carnavaleros”, para lucirse en el Desfile Nacional.
Si esa práctica sigue así, perecerá el carnaval como tradición y quedará solo el espectáculo. Revitalizar el carnaval como tradición, es un reto. Ya desde esta edición se han introducido cambios notables: hemos apreciado en varios puntos de la ciudad muestras carnavalescas y el carnaval de la Zona Colonial fue una experiencia motivadora para nuevas ediciones, sin embargo, el carnaval necesita ser revitalizado desde su origen que quiere decir, a escala de barrios y de municipios. Es ahí donde se garantiza su sostenibilidad y autenticidad.
Debiera fomentarse la participación del pueblo como hacedor protagónico del carnaval, desde el nivel municipal y que todos los municipios que tengan potencial, organicen su comparsa y hagan su carnaval. FEDOMU en eso mucho puede colaborar. El carnaval es una de las mejores fiestas de las tradiciones culturales que cada Síndico debiera impulsar.
Un carnaval municipal antecedería al de cada provincia, y el jurado provincial otorgaría los premios y realizaría la selección de las mejores comparsas, personajes y carrozas que vendrían, como estímulo y reconocimiento, al Desfile Nacional. Así, no solo repartimos con más equidad “los panes y los peces” sino que se abre paso a las nuevas generaciones, a una mayor originalidad, diversidad y calidad. Mejoraría, cualitativamente, el Desfile Nacional; mostraríamos la memoria viva de una tradición que nos identifica.
Porque siempre he escuchado discusiones acaloradas entre "expertos folcloristas", con tendencias antagónicas, en torno a que si los elementos incorporados, los más actuales, distorsionan o no, la esencia del carnaval. Considero que eso no hay ni que discutirlo, porque no somos los dueños del carnaval. Es el pueblo su único y legítimo dueño. A él le toca decidir cuáles elementos nuevos entran y cuáles quedan fuera.
El pueblo es juez supremo de la tradición porque a él pertenece. No les toca a los folcloristas gastar tiempo en discusiones estériles y antiquísimas que si tradición o modernidad. Esas dos tendencias debieran desaparecer y unirnos todos en fomentar los carnavales comunitarios. La tradición la hace el pueblo, él es el protagonista, él es el decisor, él valida lo que debe estar en el carnaval.
Por eso el reto no está en perfeccionar el Desfile Nacional como espectáculo, sino en lograr que cada dominicano y dominicana tenga su verdadero carnaval. Debiéramos descentralizar los recursos de un día, para potenciar los carnavales municipales, durante todo el año.
Y hacer una gran eliminatoria, una competencia cultural, a escala municipal, provincial y regional, y los Ayuntamientos los artífices de esos carnavales comunitarios. Al Desfile Nacional solo vendrán los ganadores que el pueblo haya elegido, porque no hay mejor jurado que el pueblo mismo. El jurado provincial ha de nacer del propio pueblo. Y serán muchos los premios que otorgue el pueblo que es quien siente, hace y evalúa la tradición.
El carnaval es la festividad más auténtica de la cultura de este pueblo. La patria se hace fiesta con el carnaval. La patria ilumina sus colores con el carnaval; la patria goza y hace que gocen sus hijos, en el carnaval. Cada rincón de esta ciudad, debiera estar hoy en carnaval.
¡Y los dejo porque me voy a disfrutar el Desfile Nacional!