Un colega dijo que Mustelier es original del norte de Francia. Pero el mío, le aclaré,  llegó a Santiago de Cuba desde Haití. Quizás pasando por Santo Domingo, en el mismo vapor que recorría puertos de este Caribe interconectado y mezclado, desde hace siglos. A esta regularización de los flujos migratorios y de intercambios múltiples que necesitamos viabilizar hoy día, y a lo que nos hemos dado en denominar "Cooperación  Transfronteriza y relaciones de vecindad", antes era un dale pa’ca y dale pa’allà, de carácter espontáneo y natural, sin tantos problemas de Visa y más que de vecinos éramos como una suerte de hermanos en este Gran Caribe, entre nuestras Antillas Mayores y Menores. Leí en el primigenio periódico dominicano Listín Diario del 1895, cómo en el Vapor Manuelita iban y venían reses, barriles de ron, grupos de teatros y familias enteras. Era muy fácil, comprabas el boleto ¡y ya! Ese "da’ca" fomentó la diversidad cultural unificadora, en este Caribe devenido espació de confluencias identitarias. Entremezclas de personas, de razas, historias y de culturas. Vínculos ancestrales que nos retan a ser estimulados hoy, por las políticas y planes de los gobiernos, instituciones académicas, y  organizaciones de la sociedad civil de los país antillanos y latinoamericanos.

Y es que el Caribe es un espacio transcultural de confluencias históricas, multidimensionales, de culturas compartidas que traspasan los límites físicos geográficos e idiomáticos, e incluso, por encima de antojadizas políticas de quienes dirigen nuestros países. Las esencias culturales constitutivas de rasgos propios y de nexos que nos identifican y distinguen, es una comunión entre los pueblos que trascienden lo temporal y lo político. En una Sociedad Global y de la Información se nos hace difícil la fluidez del intercambio entre nuestras naciones. Unas veces por la dependencia consular de las metrópolis, y las más de las veces, por las peores de las fronteras que mientras más cerca tecnológicamente estamos, más nos alejan y algunas veces nos acercan más a comportamientos neanthertales y no a los hombres y mujeres del siglo XXI que debiéramos ser. Horribles las fronteras del egoísmo, de los rencores seculares y del desamor. Como dijera el poeta afroantillano Nicolás Guillén "al corazón del amigo, abre la muralla (…) alcemos una muralla, juntando todas las manos, los negros sus manos negras, los blancos sus blancas manos".

Hay buenas prácticas que son atisbos de la luz que nos debe guiar en pos de mejores relaciones de intercambio inter fronteras y la Culture es una embajadora de elección natural. Un ejemplo, es el fluido intercambio cultural entre Guadalupe y República Dominicana, a propósito del "Año de la República Dominicana en Guadalupe" que ha sido un año de intercambio esencialmente, cultural. Artistas y obras de arte han viajado transfronteras para favorecer el conocimiento y el intercambio cultural, gracias a la coordinación entre la gobernación de Guadalupe, el Consulado Dominicano en Guadalupe, Cancillería dominicana y el Ministerio de Cultura en Santo Domingo. Y en esto hay que reconocer la voluntad facilitadora de la Embajada de Francia.

Iniciativas como ésta deben contribuir al conocimiento mutuo, a los encuentros de pueblo a pueblo, de cultura a cultura, de corazón a corazón. Este coloquio ha sido un llamado a la cooperación entre nuestros pueblos caribeños, antillanos y latinoamericanos que deben darse prisa en ayudarse los unos a los otros, como culturas diversas y similares al mismo tiempo, desde la afirmación y respeto a su identidades culturales, a su individuación dentro de lo regional y universal.
En estas horas de debate, algunos retos quedan planteados, como el incentivar investigaciones socioculturales de carácter científico para guiar políticas públicas, las que muchas veces, alejadas de las causas y necesidades reales de la población y del desarrollo, improvisan acciones etéreas, más para fines políticos personales que para resolver problemáticas socioculturales reales de la población.

Es por eso que la Cooperación entre los Estados de las Antillas debe propiciar no sólo acuerdos comerciales, de integración económica y fomentar el libre comercio sino que hay que hacer Programas para el conocimiento mutuo, el intercambio artístico y cultural para el enriquecimiento cultural caribeñas. Se hace necesario fomentar acuerdos para el intercambio artístico, de la cultura popular tradicional, en pos de afianzar la caribeñidad que nos caracteriza y nos une. Podrían implementarse proyectos conjuntos de rescate y conservación de nuestro patrimonio histórico, cultural y subacuático, proyectos de intercambio en la enseñanza artística o de la comercialización  de productos de las industrias culturales. Una propuesta puede ser establecer rutas de turismo cultural caribeño, diseñar rutas turísticas culturales, tenemos que funcionar como destinos turísticos complementarios y no como competidores antagónicos, inconexos. Debiéramos constituir una red antillana de turismo cultural sustentable.

La Cooperación Transfronteriza  deberá partir de los rasgos culturales propios de cada país, de su identidad cultural para favorecer una cooperación, enriquecedora y prometedora de una mayor y mejor integración regional antillana.
Las fronteras terrestres y marítimas, incluso, las del idioma, a veces, son mucho más fáciles de traspasar que las fronteras del querer hacer y el poder hacer. Esas fronteras nos alejan de hermanos de sangre, de nuestros propios vecinos.
Nos urge mirarnos juntos, andar juntos con manos entrelazadas, tolerándonos, comprendiéndonos y amándonos juntos. Lo que importa es el lenguaje del amor entre hermanos y la voluntad común del ¡Vamos hacer, juntos!

Nota: De la Ponencia presentada en el Coloquio "Los Encuentros América Latina, Caribe, Europa, de la Cooperación Transfronteriza", celebrado del 27 al 29 de noviembre 2013, en el Squash Hotel, Fort-de-France, Martinica. Evento auspiciado por el Euro Instituto-Caribe, de la Universidad de las Antillas de la Guyana.