He leído accidentalmente en el  periódico electrónico “El Municipio.com” del miércoles 22 de enero  2014 que un “obispo auxiliar  emérito de Brooklyn, Nueva York, Rev.Guy Sansaríq expresó su desacuerdo con el Cardenal López Rodríguez en lo que se refiere a su defensa del polémico fallo del Tribunal Constitucional”.

Según la crónica del periódico indicado, el “obispo auxiliar” de Brooklyn, cuyo nombre delata un posible origen haitiano, le reprocha al Cardenal contravenir “el evangelio de Jesucristo  y los principios de la doctrina social de la Iglesia”.

Cual si fuese una tarjeta de presentación de limitaciones intelectuales, Guy Sansaríq  comete el infantil error conceptual y lógico de decirle a López Rodríguez que debido al profundo “respeto que siente por el título de Cardenal y de la venerable posición que ocupa en Santo Domingo, me  siento obligado  de expresarle mi más profundo desacuerdo con su aprobación pública de la sentencia 168-13 “.

Sansariq se siente “obligado” a criticar a López debido al profundo respeto que siente por él y por la venerable posición “que ocupa”.

Entonces Sansaríq pasa a mostrar sus  calidades políticas:
“Hablo en nombre de cerca de 200 sacerdotes “,  entre los cuales hay  haitianos. Amplía sus credenciales de portavoz autorizado de multitudes invocando la cifra sacada de la cabeza  de los que le escribieron la carta, muy posiblemente haitianos de Nueva York, de “más de un millón de inmigrantes  católicos“ , y entonces le pone un predicado enaltecedor a esas multitudes , dice de ellas que muchos son “distinguidos y apreciados en la República Dominicana”.

En el lenguaje del boxeo eso se llama golpear primero y los dominicanos le llaman “ponerse alante”.

Una vez presentados ritualmente sus poderes, pasa a sacar de la manga el sonsonete usado contra la República por los agentes haitianos de nacionalidad dominicana que impulsan desde dentro y desde sus páginas completas que tienen en periódicos de circulación nacional y en sus programas de televisión la hatianización del país: el estribillo  del despojo de la ciudadanía dominicana a “centenas de miles de dominicanos nacidos durante los últimos ochenta años”.

Aquí surge otra cifra maravillosa: “centenas de miles” pero ahora no se dice que son haitianos sino que son los mismos dominicanos los despojados de su propia nacionalidad.

Otra vez vemos cuan apagaditas están las lucecitas del raciocinio  de los haitianos que le escribieron la carta. Un  ayudante de obispo, pues eso es lo que quiere decir “obispo auxiliar”, sale en defensa de centenas de miles de dominicanos que viven aquí y no en Brooklyn, por haber sido despojados supuestamente de una condición política y no de un derecho humano, que es la ciudadanía, pues, el concepto de ciudadanía no califica como “derecho humano” sino como una relación política con el Estado que lo reconoce como sus ciudadanos. Entonces  Sansaríq defiende a esas centenas miles de dominicanos injusta y arbitrariamente despojados (!) de su ciudadanía dominicana como si aquí no hubiere adonde ir si se cometiese contra ellos un crimen imposible de cometer, pues la ciudadanía sólo se puede perder bajo las muy especiales  condiciones estipuladas por la Constitución y las leyes y no por una sentencia de un Tribunal Constitucional, pues, qué es lo que ordena la Sentencia 168-13: nada más y nada menos que una  AUDITORÍA  de las inscripciones como dominicanos en los registros estatales en busca de inscripciones legales  o de crímenes como las adulteraciones de las informaciones dadas a los funcionarios del registro civil. Cuando la Cámara de Cuentas hace una auditoría a algún organismo estatal o a una ONG que recibiere fondos estatales, elige un período de varios años para hacer su arqueo, un período que va hacia atrás y no hacia el futuro,  y nadie puede   quejarse de que el período de varios años hacia atrás conlleva un despojo de derechos de los auditados o desde ya una acusación de malversación de fondos estatales  porque le están auditando a tal y tal ONG u organismo estatal el manejo de los dineros públicos recibidos. Ahora bien como se dice popularmente con mucha razón: el que tiene hechas tiene sospechas.

El partido haitiano en Dominicana, representado por aquellos periodistas conocidos y reconocidos como agentes haitianos, los jesuitas y las ONGs,  quienes todos a una, como en Fuenteovejuna (Lope de Vega)  nos  quieren vender desde dentro, tienen hechas y por eso no sólo quieren impedir al precio que sea el cumplimiento de la Sentencia sino que  desfiguran  la auditoría  calumniándola  al llamarla “despojo” de  ciudadanía.

Aquí quiero expresar mi actitud de que  yo no les tengo miedo a los de afuera que nos quieren comprar, sino a los de adentro que nos quieren vender. Es posible  que el haitianófilo  Sansariq  esté confundiendo convenientemente a los miles de haitianos que recibieron por vía fraudulenta, o sea, por medios criminales, documentos de nacionalidad dominicana con auténticos ciudadanos dominicanos que no pueden  perder su nacionalidad.

Sansaríq continúa su ataque disparando con una artillería cada vez más pesada. Ahora son las naciones del mundo y las instituciones internacionales las que están contra la Sentencia, y derivado de ahí contra el Cardenal López.

Pero los autores de la carta no se conformaron con ese truco falaz de “las naciones extranjeras” y de las instituciones internacionales  para intimidarnos a los defensores de la República, sino que descubrieron que  en Dominicana  hay “obispos nobles” que son enemigos de la Sentencia, de López Rodríguez, y, por derivación, también de la República.

¿ O es que necesita ser demostrado  que quien se opone a la Sentencia es un(a) haitianófilo (a) enemigo(a) de la República?

Casi todas las naciones e instituciones internacionales han levantado su voz contra esta decisión repulsiva e inhumana que va en contra de las normas internacionales de las naciones civilizadas. Obispos dominicanos nobles y conscientes también han protestado contra el horror de esta sentencia  que contradice el sentimiento de una parte de la población dominicana que mantiene relaciones comerciales con Haití.  Estoy convencido , así como lo está el pueblo que represento, de que su posición  en el caso contradice  el Evangelio de Jesucristo  y los principios de la doctrina social de la Iglesia”.

Debido al profundo respeto que Sansaríq siente por el Cardenal dominicano termina la carta arrojándole un escupitajo en el  rostro.

“Lamento decirle que su posición puede confundir a los fieles católicos respecto a las enseñanzas de la Iglesia. Desgraciadamente el impacto social negativo  que Ud. provoca causaría grandes daños a la Iglesia”.

¡ Un ayudante de obispo de Brooklyn le reprocha a un Cardenal  que se entrevista con el Papa que desconoce la doctrina de la Iglesia!

Soy del parecer que el Cardenal debería responderle a Sansaríq  aunque se trata de un funcionario de tan bajo nivel intelectual y sea un simple ayudante de obispo en Brooklyn,  no por el funcionario mismo sino por la comunidad católica dominicana en Nueva York, la que podría ser infectada con el virus de la haitianofilia  y debido a ello tomar partido contra la República en esta coyuntura tan delicada. También se debería tratar de evitar que  dicho virus alcance algunos sectores de los católicos del interior del país. De esos católicos se excluyen los jesuitas, que ya se alzaron en armas verbales contra la República y no quieren ni estudiar a fondo la Sentencia ni mucho menos distanciarse de los organismos  del Partido Haitiano en RD, como el Centro Bonó  y la organización presidida por el super activo agente haitiano Regino Martínez, de Dajabón, ni tampoco con los periodistas que  impulsan desde dentro los intereses de Haití valiéndose de las páginas de periódicos y los programas de TV que tienen.

Me tomo la fresca libertad de sugerirle a un príncipe de la Iglesia responderle al haitianófilo (¿quién sabe si no  es también haitiano de origen o de nacionalidad?) Sansaríq con las siguientes preguntas, o con otras parecidas:

  1. Usted dice hablar en nombre de cerca de dos cientos sacerdotes católicos. Bien, ¿y porqué entonces  no aparecen en su carta secundándola ni siquiera una media docena de esos casi doscientos?
  2. Ud. afirma en su carta que de esos casi doscientos sacerdotes católicos “la mayoría son de origen italiano, irlandés, polaco, haitiano y de ascendencia sudamericana”.

Bien, ¿podría Ud. decirme  en una nueva carta cuál es el porcentaje de cada país de origen de los casi doscientos sacerdotes y cuántos haitianos hay?

  1. Ud. dice expresarse en nombre de más de un millón de inmigrantes católicos. Muy bien.

Sr. Sansaríq: ¿Cuál fue el mecanismo empleado para su elección como vocero de ese “más de un millón” , vale decir, cómo fue elegido Ud. vocero de esas impresionantes multitudes, que, por cierto, muy pocos políticos llegan a alcanzar como militantes que lo respalden ?  ¿Hay alguna declaración pública o algún documento firmado por los representados que atestígüe que Ud. habla por ellos?

En espera de su importante contestación, quedo  muy atte.