El profesor Leonel Fernández exitosamente ha sido tres veces presidente de la República Dominicana.   Su imagen es conocida por todos los presidentes y pueblos de América Latina. Tiene influencia en Europa y Estados Unidos.  Conserva una impronta astronómica emulada por otros presidentes de la región.  Es un líder del siglo XXI consultado por grandes políticos como Rafael Correa, Manuel López Obrador, Ricardo Lagos, Nicolás Maduro, Alberto Fujimori entre otros.

Pero ahora ese líder astronómico se encuentra en el laberinto de Gabriel: se dice que le hicieron fraude, y posiblemente por esta razón se marche del PLD.

Él está atrapado quizá en su propia sabana de primarias similares en el fondo a estas; por lo tanto aparentemente, no tiene muy claro que es lo que va a hacer (si recoger su guante, bate y pelota para que no se siga jugando, o esperar que el ampáyer revise la jugada anterior).

En lo que hacha va y viene, los psicólogos recomiendan, que en crisis no se toma decisión. Es bueno serenarse y calmarse primero.

Que significa esto, que ¨por amor al pueblo, por la estabilidad económica, por la paz y por los mejores intereses de nuestros padres y madres, no se deje llevar del fragor de la política, las pasiones del momento por la lucha de poder de los grupos y menos del escarceo del hombre interior (el ego) ¨.

Ciertamente no sabemos si hubo fraude, pero el camino de la paz es mejor que el de la confrontación y la guerra.

En el seno del partido existe un volcán a punto de erosionar o de estallar.  Si estalla, poca cosa quedaría con vida, y lo que quede lo dividirá en millones de partículas. En cambio si los líderes se sientan a la mesa y se ponen de acuerdo la escisión no tendría cabida. 

Sencillamente quiérase o no el PLD está en las vigas de amarres de sostenibilidad del pueblo dominicano: ¨Ha avanzado en la reducción del déficit habitacional, en el suministro de la energía eléctrica, en dar oportunidades al micro y pequeños empresarios, a la gestión del crédito, al conocimiento de las libertades constitucionales del derecho de la persona, al agua potable, los hospitales, las escuelas públicas, las estancias infantiles, elevados, túneles, caminos vecinales, autopistas, metro, teleférico, al emprendimiento…

Danilo y Leonel no son sólo parte de este progreso del Estado, son más que eso, ellos son los precursores de la obra de Juan Bosch.

No es fácil, volver atrás después de lo que se ha logrado (mucho o poco), retroceder es peor que seguir arreglando las diferencias en el camino entre los dos grupos dominantes del partido. «Hablando la gente se entiende».

Siempre es mejor: un ¨mal¨ arreglo que un ¨buen¨ pleito.