Los senadores Antonio Taveras, Faride Raful y Eduardo Estrella (senadores electos) han dicho que no quieren ninguno de los privilegios que se les otorgan por su función. Como acción individual eso no está mal, sin embargo la experiencia que hemos tenido en otros casos es que algunos que han empezado diciendo eso mismo basta con pasar un año para dejarse seducir por las mieles de los privilegios y como ejemplo ahí está Hubieres por consiguiente eso no me mueve a aplaudirles, aunque haya concitado cierto sabor agradable en gran parte de la población.
Entonces ¿qué sugiero yo? que esa acción individual traten de convertirla en una acción colectiva, lo que necesitamos no es que uno o dos renuncien a eso, sino que se elimine por ley. Que ellos tres renuncien sirve de poco cuando otros 29 lo seguirán haciendo por eso es que después caen en lo mismo. Lo que queremos es que aprueben una ley que elimine de una vez y por todas esas distorsiones y en el Senado el partido que ellos representan son mayoría. Si tan convencidos están que convenzan a sus demás compañeros senadores y eliminen esos privilegios y demás yerbas aprobando una ley que desaparezca esa mala práctica porque del contrario su acción individual sirve de poco.
Aprovechando la coyuntura en que están empezando y por aquello de que, escoba nueva barre bien, me permito realizar otras sugerencias que muy bien podrían ser parte del discurso del cambio, al menos del cambio que yo quiero ver y que ameritan de un cambio en la legislación o de una ley que lo sustente
Me parece que no es lícito que una persona con expedientes abiertos en la justicia tenga la potestad para aspirar a ningún cargo electivo aunque posea un papel de no antecedentes penales pues se supone que los partidos deben conocer a sus candidatos y el que se le haya entregado un papel de “buena conducta” es irrelevante en un país de instituciones débiles y que cualquier persona con dinero consigue lo que quiera.
Pienso que también se debe limitar el número de veces que un diputado o senador puede aspirar al puesto en caso de ser electo. En este país solamente se limita la reelección del presidente, sin embargo hemos tenido senadores hasta con treinta años en el puesto como el caso de Amable Aristy que había hecho de la posición un feudo señorial. Los congresistas también deben ser por dos períodos consecutivos y nunca jamás.
El país, con el deseo de salir del PLD, también cometió el error de otorgarle la mayoría del poder a un solo partido, también espero que estos congresistas tengan voz e independencia, que no actúen como sello gomígrafo del poder ejecutivo para que no terminen cayendo en lo mismo que criticaban.
Por último hay un tema que siempre me ha parecido un absurdo y es en lo relativo a las pensiones. Un congresista le basta con agotar dos períodos consecutivos para salir con una pensión de lujo, mientras el resto de la sociedad debe trabajar al menos hasta los 65 años y cotizar un número específico de cuotas en la Seguridad Social para tener derecho a una pensión pírrica que con trabajo le dé para cubrir los medicamentos que use y una mala alimentación.
El próximo artículo hablaré sobre la justicia en el gobierno del cambio, pues si algo ha carecido en todos estos años es de la conciencia que la justicia es un poder del Estado, no una dependencia del ejecutivo. Pero de esto conversaremos más adelante.