Desde hace quince años gobierna el Partido de Liberación Dominicana con un modelo político centralista y clientelista, en lo económico basado en déficits fiscales financiados por deuda pública y por un control del sistema judicial por parte del gobierno. Desde el 2004 cada año se ha venido debilitando el sistema democrático, acompañado de altísimos niveles de corrupción impune, pérdidas de valores, delincuencia y amplia actividad del narcotráfico. El país se siente saturado por la falta de transparencia, la corrupción, el grave deterioro fiscal y abuso del endeudamiento y por los altos niveles de desempleo, pobreza y desigualdad. La sociedad vive en una encrucijada que requiere y demanda cambios.

En estos tres lustros se han experimentado logros y éxitos, pero el modelo que inicialmente lo sustentó se ha agotado, y ya se hace imprescindible cambiar dicho modelo político, económico y judicial, e implementar amplias reformas estructurales que modernicen el sistema e inicie un nuevo rumbo para la nación. Hemos tenido crecimiento con estabilidad macroeconómica, pero sobre la base de doce años de déficit fiscales, financiado con alta deuda pública, que consolidada alcanza el 53% del PIB, y representa un inviable servicio de pago anual. Las deudas del Gobierno y el Banco Central que ascienden a US$ 46,000 millones, son una grave carga para el Presupuesto Nacional.  Solo para el pago de intereses anual se destinan el 23 % de los ingresos tributarios.

El país está a seis meses de elecciones presidenciales en mayo del 2020, cuando se decidirá el nuevo camino y futuro de la nación, debe entender la necesidad de un cambio. Pero para cambiar el modelo económico y político se requiere sustituir al partido en el gobierno para que una nueva generación de políticos y hombres públicos, sin ataduras puedan modificar el modelo con políticas públicas realistas. Esta gran reforma la representa la robusta candidatura de Luis Abinader y del Partido Revolucionario Moderno, que ofrece y lleva la bandera de la vocación de cambio y regeneración institucional y moral, y las necesarias reformas estructurales y económicas.   

El candidato oficial del PLD ha dejado muy claro y reiterativo que él representa la continuidad de las políticas del presidente Medina. Ni presenta ni ofrece cambios y mejoras, solo seguir en el poder. Se vende electoralmente como un delegado de Medina. Por otro lado, el candidato Leonel Fernández jamás podría ofrecer y representar un cambio del modelo político, judicial y económico, porque él fue quien creó estas estructuras de control, de clientelismo, de crecimiento con déficit y deudas, y politizó el sistema judicial y las Altas Cortes. Fue Fernández quien creó la superestructura de un Estado clientelar populista, y el presidente Medina profundizó y amplió ese paradigma. Y Gonzalo Castillo solo aspira a continuar la misma filosofía y políticas de Medina.

El gran cambio, pues, es muy necesario y significa volver a fortalecer la democracia, con instituciones públicas más eficientes, transparentes y con una profunda reducción de la corrupción. Tolerancia cero con la corrupción. Representa también descentralizar la administración y finanzas del Estado, reformar y achicar el gobierno hipertrofiado de duplicaciones de instituciones y consejos, vía fusiones, cierres y traslados, eliminar las botellas y los dobles y triples sueldos y el altísimo clientelismo. Las nóminas y gastos en bienes y servicios han aumentado de RD$180,000 millones en el 2012 a la suma de RD$ 313,000 millones para el 2020. Se duplicaron las remuneraciones. Por eso el aparato burocrático se ha convertido en un elefante blanco muy ineficiente y despilfarrador.

El cambio también abarca modificar el modelo de la Justicia y las Altas Cortes del país, porque su dependencia de la política y la consecuente impunidad es absoluta y es una de las lacras más dañinas de la sociedad. Para fortalecer la democracia y el sistema judicial, hay que despolitizarlo y cumplir con la propia Constitución. Mediante ley se debe modificar el Colegio de la Magistratura, para sacar al presidente de la República y al Procurador General de ser miembros, como sucede en la mayoría de los países latinoamericanos. Si un presidente controla y decide todo, entonces la justicia es suya.

El Procurador General debe ser designado por el Colegio de la Magistratura, no el presidente, como ya ha propuesto el candidato del PRM, Luis Abinader, en un gesto de desprendimiento e institucionalidad. Ninguno de los presidentes de las tres Altas Cortes y los miembros deben ser militantes activos de los partidos, como ocurre en la actualidad. Todos deben ser profesionales y académicos sin vinculación política partidaria. Esta es la mejor forma de independizar la justicia, despolitizarla para que sea libre de perseguir la corrupción, el narco y la delincuencia. Se requiere de una justicia con fiscales y jueces independientes y honestos, que a su vez tenga autonomía económica.

Pero el cambio del modelo económico es quizás el más importante y de mayor trascendencia para crear y aplicar políticas que produzcan un desarrollo más sano y equitativo, sin tanta dependencia de nuevas deudas, más de US$ 2,500 millones netos anuales, para financiar altos déficits fiscales. Se necesita cambiar la política económica y presupuestal para aumentar las inversiones públicas y disminuir el gasto superfluo clientelar y aumentar las inversiones en obras y gastos en salud, aumentos de salarios mínimos, mejor seguridad social y reformar y mejorar el ineficiente sistema de educación.

El actual crecimiento del PIB no ha contribuido a reducir significativamente el desempleo, la informalidad, la pobreza general y de la juventud, y reducir con planes concretos la enorme desigualdad en la distribución de la riqueza nacional. El gobierno del PRM del cambio tiene preparado medidas de carácter social para mejorar el bienestar de los trabajadores y los más pobres y vulnerables. Para mi, aun en medio de presiones presupuestarias, previa evaluación y depuración, se tiene que aumentar un mínimo de 33 % los montos de asignación de las tarjetas de asistencialismo cada año, hasta duplicarlas.

En el Presupuesto Nacional del 2020 se proyectan unos ingresos de RD$ 750,823 millones y unos egresos de RD$ 861,074 millones, que resulta en un nuevo déficit de 2.2 % del PIB, o RD$ 110,251 millones. Por los excesos en la campaña electoral y por la ambición de quedarse en el poder, es muy seguro que para agosto de 2020 el déficit fiscal habrá subido a RD$ 140,000 o RD$ 165,000 millones, dejando el presupuesto sin fondos y con una crisis de viabilidad fiscal y presiones de la tasa de cambio.

Será una situación compleja y delicada, que hay que manejar con destreza, pragmatismo y planificación previa. Por tanto, la primera fase inmediata del cambio de modelo económico-fiscal será realizar reformas tributarias para aumentar los ingresos, y reprogramar con racionalidad el gasto e inversiones y ajustar áreas del Presupuesto Nacional de septiembre/diciembre. Tarea inmediata de los primeros cien días.

Pero el verdadero cambio a largo plazo del modelo económico agotado del PLD, comenzará a modificarse mediante leyes y decretos específicos y en las nuevas bases y prioridades del proyecto de Presupuesto Nacional del 2021. En el pensamiento y programa del PRM y Luis Abinader, tenemos claro estas necesidades de cambios y variaciones de políticas públicas.

La tarea más urgente será reorganizar las finanzas públicas, mediante un Acuerdo Fiscal de aplicación rápida, no un Pacto Fiscal que por su proceso burocrático duraría mínimo dos o tres años. Hay que reducir el déficit fiscal por los menos un 40% el primer año y buscar un superávit primario en dos años que genere los recursos para pagar los intereses anuales de la deuda. Si no se reduce el déficit, entonces se dependerá igual de nuevas deudas, y no se lograría ningún cambio del modelo existente.

Hay que buscar reformas y ajustes por el lado de los ingresos, con mejorías de recaudaciones, ajustes de impuestos, reducir la evasión, racionalización y reducción de algunos incentivos-exoneraciones y vía medidas administrativas. Naturalmente, también ajustes y reformas por el lado de los gastos, con ahorros por partidas, recortes de gastos superfluos y clientelismo, reprogramación del calendario real de obras. En fin,  disminuir gastos pero aumentar inversiones que por su multiplicador crean más riquezas, producción y empleos. Estimo en lo personal que se debe aumentar el salario mínimo público y el salario mínimo y medio del sector privado de forma consensuada voluntaria.

Se tiene que promover, como aliado básico, la inversión privada y los proyectos de asociación público-privado y la inversión extranjera, que deberá mantenerse por encima de US$ 2,500 millones. El rol del sector privado como motor del crecimiento será vital, con una reformada política de las inversiones, exportaciones, turismo, zonas francas, agroindustria, agricultura, sector eléctrico, viviendas, minería y construcción.

De inmediato se debe firmar con ciertos cambios el Pacto Eléctrico ya negociado, aunque no tenga 100% consenso. He escrito sobre la profunda restructuración del BANDEX. A mi juicio la participación del sector privado en la formación del PIB es mucho más importante que la del Estado, por eso hay que tener muy claras las nuevas medidas fiscales y crediticias para apoyar el aumento de la producción interna y exportable.

Recomiendo reformar el CEA y dividirlo por ley en una corporación inmobiliaria y otra de la producción agroindustrial, para promover las inversiones en ambos sectores. Se debe promover un nuevo ingenio azucarero en San Pedro de Macorís con inversiones del sector privado y una refinería de azúcar. Es necesario dinamizar el Ministerio de Agricultura.

La sociedad en las elecciones de mayo de 2020 se juega la oportunidad de realizar un renovado cambio de modelo político, económico, judicial y social, o seguir con el mismo despilfarro, corrupción, más déficits fiscales y más endeudamiento interno y externo, hasta que venga una crisis que auto corrija todos los excesos de 16 años de un monopolio político del muy gastado PLD, en cualquiera de sus dos vertientes, porque piensan iguales. Por eso, solo el PRM con Luis Abinader representa el verdadero cambio y la renovación de la política y la ilusión.