El mundo experimenta un retroceso en el rumbo social y político, llevando las naciones a la ascensión de sistemas autoritarios con políticos insaciables de poder.
En el siglo XIX el prócer mexicano Benito Juárez prcolamó que “la democracia es el destino de la humanidad; la libertad su brazo indestructible”.
El problema es que muchos están utilizando la democracia como pretexto para el control y dominio absoluto. En particular, China sigue siendo un ejemplo de autoritarismo sistematizado que pese a su escalado nivel de desarrollo económico luego de la reforma del 1978, continúa siendo una nación que atenta contra la libertad individual y los derechos humanos.
De igual manera, pero sin el avance tecnológico, industrial, científico, señalo a Cuba, Vietnam, Corea del Norte, Rusia, Bielorrusia, Laos, Hungría y hasta Holanda.
¿Pero serán los avances que colocan a China en la posición económica más importante de la escala mundial lo que sirve de inspiración para que cada vez más naciones emulen su modelo autoritario?
En particular, esta modalidad de ejercicio de autoridad representa una amenaza, así como también la democracia representativa y liberal, que en nombre de la constitución emplean abiertamente la manipulacion en los medios de información para sembrar duda, utilizando el sufragio universal como excusa para sofocar voluntades y reprimir con la fuerza a la población votante.
Latinoamérica no es la excepción en los momentos actuales, vemos los ejemplos de la reelección de Daniel Ortega, en Nicaragua, la inestabilidad en Haití, las cuestionadas políticas ultraderechista en Brasil, de Jair Bolsonaro, o el nuevo ensayo de socialismo en Perú. Cada día crece la tendencia de grupos y caudillos de llegar al poder para concentrar riquezas.
Todo esto lacerando la constitución y en el peor de los casos, otorgando control a grupos y organizaciones íntimamente ligadas al crimen organizado que lo desestabilizan todo. El problema es que principalmente cada vez más personas se están ausentando de las urnas en los países donde existe el sufragio universal, profundizando el escepticismo en las llamadas “elecciones libres y democráticas”.
El autoritarismo, cada vez más predominante, es el resultado de que la construcción de un mundo donde el respeto a las libertades individuales dejó de ser relevante. Hoy se hace evidente que para muchos políticos todo vale con tal de obtener el poder y mantenerse en el poder; justifican las más descabelladas acciones contra los ciudadanos.
Los males sociales que por años no han sido resueltos se combinan con el deterioro de las instituciones, y la gente atisba con rabia estos hechos. La gente piede la fe y se suelen inclinar por el desconocimiento del Estado de derecho.
La democracia, paulatinamente, es remplazado por un orden represivo que daña el tejido social de naciones con importante capacidad productiva.
La dinámica ahora es que los políticos entretienen al pueblo manteniendo bajos niveles educativos, ninguna inversión en el desarrollo de políticas de crecimiento colectivo para que se generen cambios por y para la gente.
El autoritarismo, tanto de izquierda como de derecha, está tomando preocupante presencia en el mundo y llevando a los ciudadanos a la desconfianza generalizada. A pesar de que hoy en día hemos logrado avances para el diseño de un mundo plurinacional, el autoritarismo y el retroceso democrático permean a los países. Este problema debe mover al mundo a hacer una introspección de lo que se supone se debió superar hace muchos años atrás.