Se puede pensar que lo que ocurrió el domingo 5 julio en las elecciones extraordinarias presidenciales y congresuales en República Dominicana fue una reacción política y no cívica, a pesar de todo el hartazgo, cansancio y agotamiento que ocasiona de forma natural 16 años en el poder un mismo partido gobernando. Pero hasta cierto punto, el cáliz que hay en el centro del inconsciente colectivo o en el seno de la sociedad dominicana exige un mejor rendimiento, desempeño y perfil al político dominicano. Entonces resulta que dicha expresión -del 5 julio- hizo aún el grito más agudo y profundo para a hacer reunir las condiciones en un político que cumpla con los estándares que requieren los tiempos para sociedades como las nuestras según la teoría de la anticipación.
Sin embargo, contradictoriamente a pesar de que los dirigentes del partido de gobierno están astronómicamente preparados en todos los sentidos y además tienen 20 años de experiencia gubernamental, penosamente no aprendieron la lección en áreas sensibles como la corrupción política y la delincuencia. Tampoco aprendieron el valor de las personas. Por ejemplo: El PLD no tuvo ni un minuto de tiempo para la autocrítica (a pesar de que el profesor Juan Bosch iniciaba de esta forma todas sus reuniones), tampoco tuvieron tiempo de cogerle una llamada telefónica a los compañeritos de las bases, mucho menos iban a tener tiempo para pensar en el eslogan: "e' pa' fuera que van".
El PLD en todo ese tiempo no supo renovar sus cuadros diligénciales, tampoco pudo modular el tono de comunicación, ni pudo servirle al partido para servirle al pueblo. Por lo que el talante de la doctrina boschista por 16 años consecutivos más un primer período de 4 años, zozobró inútilmente en las mentes de los nacidos después del año 96. Mejor dicho, por la arrogancia de sus dirigentes y por la gran similitud y parecido con otros gobernantes (permisivos) apañaron la corrupción: uno, la tapó con un dedo; el otro, la detuvo en la puerta de su despacho y un tercero y cuarto gobernantes se hicieron los ciegos, sordos y mudos, se alejaron de un segmento en crecimiento y consciente de lo que quiere, busca y espera de sus gobernantes.
Es cuanto que, más que un atrevimiento de querer detener y confinar las pretensiones de continuismo del oficialismo la clase media y la juventud enviaron una clara señal a la clase política dominicana de que [ellos] no darían su brazo ni su voto a torcer. Tampoco cederían ante el chantaje, ni la opresión, ni retrocederían a pesar de que el lugar está cada vez más cubierto de maleza.
Por eso es tan importante – desde mi punto de vista- que el presidente electo Luís Abinader, forme (como lo está haciendo) el gabinete de Gobierno con equipos de técnicos y profesionales independientes, altamente capacitados y de conductas intachables. Que sepan dónde estaba [ayer] moral y económicamente el país, dónde se encuentra actualmente, y que sepan también -sobre todo- a dónde querrán que esté mañana. Ese es el primero de los desafíos para el ascenso del político moderno.