Cada vez que un funcionario estadounidense de alto nivel viene al país en misión oficial para entrevistarse con el Presidente de la República, se generan las mismas interrogantes ¿A qué ha venido en realidad? ¿Qué as trae escondido bajo la manga?
No ha sido excepción la breve e inesperada visita de Thomas Shannon, Consejero Especial del Departamento de Estado Norteamericano para reunirse con el Presidente Danilo Medina, después de haberlo hecho previamente por separado con el Canciller Andrés Navarro.
El objetivo de la misma según informó el funcionario estadounidense al finalizar ambos encuentros a los avispados reporteros que cubren las respectivas fuentes noticiosas sobre su apresurado itinerario local que lo ha llevado a una subsiguiente parada en Haití, habría obedecido al interés de su gobierno, como socio de ambos países, a propiciar un diálogo que contribuya al desarrollo de una relación insular más armoniosa.
Pero…¿ha sido este en verdad el real, o al menos el principal propósito de la visita del funcionario estadounidense y la misión que le acompaña?
Si fuese así, el gesto pudiera agradecerse por más que tardío por cuanto ya de común acuerdo y sin necesidad de intervención ajena ni mediadores externos, por mutua iniciativa, han comenzado a limarse las rozaduras surgidas en pasadas semanas y de hecho, se ha podido retomar la interrumpida ronda de reuniones de la Comisión Mixta Domínico-Haitiana, cuya reciente reunión fue encabezada precisamente por los cancilleres de ambos gobiernos.
Prevalece en cambio la impresión de que el objetivo que trajo en cartera el señor Shannon y que no reveló en sus declaraciones a la prensa, habría sido gestionar con el Primer Mandatario el apoyo del gobierno dominicano ante la próxima Cumbre de Jefes de Estado a efectuarse en Panamá, en los próximos días posteriores al fin de la Semana Santa.
En ese encuentro el tema candente de una agenda en que por lo general no figuran puntos de controversia que pudieran alterar el ánimo, la digestión o el sueño de los participantes, sería la ácida confrontación en que están envueltos los presidentes Barak Obama y Nicolás Maduro, con la decisión del primero de declarar a Venezuela “un peligro para la seguridad de los Estados Unidos” y la áspera reacción del segundo, de acusar al gobierno norteamericano de estar promoviendo una conspiración con la finalidad de derrocar su gobierno.
De ser así, el gobierno dominicano quedaría abocado a una coyuntura en extremo delicada dada la obvia importancia de las relaciones con los Estados Unidos y las que por otro lado han ido estrechándose con Venezuela, sobre todo bajo la cubierta de PETROCARIBE.
Sin descartar que durante sus entrevistas con el Presidente Medina y el Canciller Navarro se haya planteado el tema de las relaciones con Haití, la regularización de los indocumentados y el otorgamiento de la nacionalidad a los descendientes de haitianos nacidos en el país, todo apunta a que el as bajo la manga y el principal propósito de la visita del alto funcionario norteamericano haya sido el de la Cumbre de Panamá y la posición que asumirá nuestro gobierno frente al conflicto Obama-Maduro.