El Arte de la Prudencia, de Baltazar Gracián, es como un puerquito navideño al que hay que trabajarlo, bien sazonado, adobado, para que rinda sus frutos más apetecibles.
Es una obra muy leída sobre todo por el conservadurismo al uso que lo interpreta a su modo y conveniencia.
Lo primero que se debe señalar es que la prudencia no es un arte per se sino un atributo, una condición y una forma de estrategia deliberada y preparada.
La prudencia puede tener efectos positivos y altamente negativos dependiendo del momento y de lo que se trate en cuestión.
Desde su torre protectora, los prudentes y muy prudentes, raramente han forjado nada para el porvenir del mundo.
Si se es excesivamente prudente (más bien cobarde, puesto que a ello puede conducir) se obtendrán derrotas inesperadas.
Si no se es prudente, como en el caso de quien dirige unas tropas y permite insubordinaciones problemáticas y peligrosas, puede sobrevenir el desastre funesto.
Es como la dirección orquestal: todos los instrumentos, además de estar afinados, deben ejecutarse de acuerdo a lo que demanda la melodía bajo interpretación.
Tiene su importancia decir que la imprudencia ha signado la historia.
Seres dotados que han sido juzgados como temerarios, arrojados, locos,(pero que sabían lo que decidían y sus consecuencias) cambiaron el decurso de los acontecimientos y abrieron ventanas al porvenir.
Estuvieron contra una época, cambiándola, haciéndola mejor, llenándola de luces.
No hay que ofrecer nombres ahora:
La mayoría de ellos, los más notables, fueron juzgados y hasta condenados por las elites conservadoras, abrazadas por el pánico ante los cambios, que no todos asimilan ni entienden ni aceptan.
Desde su torre protectora, los prudentes y muy prudentes, raramente han forjado nada para el porvenir del mundo.
Quienes sí lo han hecho han sido transgresores, inconformes, rebeldes, que se dieron cuenta de la lenta marcha de la verdad, de la historia, del devenir.
Toda sociedad organizada y hasta mal organizada crea una aristocracia del poder que termina abrazando un conservadurismo que quiere eternizar sus valores aun sean falsificados.
Esos locos descarados que enfrentan la situación, los imprudentes, con sentido claro de lo que hacen, tienen suerte si son reconocidos por la historia.