A Monseñor Jude Thaddeus Okolo, Nuncio de su Santidad, en la República Dominicana, áfricano.

Mis actividades en África, como Secretario General de la Federación Mundial de Trabajadores de la Agricultura, Alimentación y Hotelería (FEMTAA),(1996-2004) tenía entre sus objetivos ayudar a los trabajadores africanos a profundizar en la ideología sindical, elaborar planes de trabajos, y predicar sobre la ética sindical, la aplicación de la moral.

Además del contacto con sindicalistas africanos, me interesé en conocer el arte de ese continente, que es más rico de lo que muchos piensan.

Mi estadía en 14 países africanos, en misión sindical internacional, me brindaron la oportunidad de conocer el arte africano.

El arte, como la literatura africana es poco conocido en el continente latinoamericano, inclusive en el Caribe, donde habitamos personas con descendencias africanas.

El arte africano es un conjunto de manifestaciones artísticas producidas por los pueblos del África negra a lo largo de la historia.

El continente africano acoge una gran variedad de culturas, caracterizadas cada una de ellas por un idioma propio, unas tradiciones y unas formas artísticas especiales.

Aunque la gran extensión del desierto del Sahara actúa como barrera divisoria natural entre el norte de África y el resto del continente, hay considerables evidencias que confirman toda una serie de influencias entre ambas zonas a través de las rutas comerciales que atravesaron África desde tiempos remotos.

En numerosas tribus indígenas de África, el arraigo de la tradición artística autóctona ha permitido el mantenimiento de diversas manifestaciones estéticas hasta épocas relativamente recientes. De hecho, es precisamente a partir de principios del siglo XX cuando este arte comienza a ser apreciado en Occidente, primero por los representantes de la vanguardia y después por museos y público en general.

Características generales  del Arte

Hasta principios del siglo XIX el continente africano era el gran desconocido para los extranjeros; en él coexistía una gran pluralidad de razas y se hablaban más de diez mil lenguas.

Aunque los portugueses habían llegado al río Congo en 1482, el interés científico y, sobre todo, económico de las naciones europeas por África no se desarrolló hasta mediados de la mencionada centuria. A partir de esa fecha, sucesivas expediciones nutrieron de piezas los museos de las metrópolis.

El arte africano, desarrollado por comunidades aisladas, muy pequeñas, presenta una enorme variedad. Asimismo, se aprecia su relación cercana con diversas prácticas y actividades sociales.

En términos generales, como todas las manifestaciones artísticas primitivas, el arte africano es esencialmente funcional, siempre surge asociado a un acto religioso o de carácter social, y de ahí que esté fuertemente condicionado por las creencias.

Antes de que se iniciara el proceso de colonización europea del continente africano, la mayor parte de los pueblos eran "animistas", es decir, atribuían un alma o principio vital a todos los seres y fenómenos de la naturaleza.

Los africanos creían en un Dios todopoderoso que no se comunicaba con los imperfectos seres humanos. Esa divinidad otorgaba a todas las criaturas un espíritu, que podía ejercer una influencia positiva o negativa; los más poderosos eran los antepasados: cuando un hombre moría, su espíritu se separaba de su cuerpo y vagaba por el lugar donde vivió. Los africanos creían que estos espíritus moraban en las figuras talladas que representan a los difuntos y que eran custodiadas por sus parientes.

En general, los valores fundamentales que presiden este sistema de creencias son la unidad y la armonía dentro de la familia y con el clan, con los antepasados y los espíritus. La religión es un acto comunitario, no individual. Los nativos que se convirtieron al cristianismo o al islamismo se esforzaron por mantener estos principios.

En este contexto se diferenciaron dos manifestaciones artísticas básicas: fetiches y máscaras: Los fetiches son objetos a los que se atribuye un poder sobrenatural para ejercer influencias maléficas o beneficiosas.

Cabe distinguir entre figuras-relicario, con cavidades para guardar objetos, fetiches de clavos, que ejercen influencias malignas, fetiches que transmiten los mensajes de los espíritus y tallas conmemorativas de personajes relevantes.

Por su parte, las máscaras se emplean para captar la energía sobrenatural de los espíritus, en ritos funerarios y mágicos o en ceremonias destinadas a propiciar la fecundidad de la tierra. La realización de una máscara o de un fetiche se acompaña de un ritual específico, como el sacrificio previo de un animal.

La gran mayoría de las manifestaciones del arte africano tiene como materia básica la madera. En las tribus más desarrolladas se utilizaron, ocasionalmente, materiales como el hierro (en objetos de uso cotidiano, como cuchillos, azadas y hachas) o el bronce. El oro fue empleado por las culturas más evolucionadas, como las de Costa de Marfil, para joyas, pequeñas máscaras o colgantes.

El arte africano es tan variado como las culturas que pueblan el continente. Las primeras manifestaciones artísticas, fueron grabados rupestres que se remontan al Neolítico y que se encuentran en la zona del Sahara, por ejemplo, las pinturas del Tassili.

En la zona de influencia del Islam y la iglesia ortodoxa, la arquitectura desempeñó un papel fundamental: existen notables ejemplos, tanto en el área occidental del continente, como la mezquita de barro de Yené, en Malí, como en las regiones orientales ;iglesias rupestres de Lalibela, en Etiopía. La arquitectura doméstica tradicional se materializa en forma de sencillas chozas o cabañas; cuando se necesitan varias habitaciones se van añadiendo más cabañas.

En estas zonas, el arte rupestre tiene también una importante presencia.

Entre los pueblos agrícolas  de África central y occidental, como las cuencas de los ríos Congo y Níger,  la escultura dominaba el panorama artístico. Las primeras esculturas conocidas como cabezas y figurillas de cerámica de la cultura Nok de Nigeria (500 a. C.- 200 d. C.).

También corresponden a esta cultura las primeras muestras del trabajo en hierro del área subsahariana.

Las artes escénicas, danza, teatro y música,  presentan tanta relevancia o más que las visuales. Las características más sobresalientes de la música africana son la complejidad del ritmo, marcado mediante el empleo de diversos tipos de tambores, y la relación entre la forma melódica y la estructura tonal del lenguaje.

Hoy, por ejemplo, aparecen entre las culturas del sur del Sahara muchas muestras de arte islámico, así como también formas arquitectónicas de inspiración norteafricana. Además, las investigaciones apuntan a una influencia recíproca entre estas zonas del sur con las tradiciones artísticas y culturales de aquellas regiones del norte de África más cerradas al Mediterráneo.

El arte de Egipto, uno de los más brillantes de África, tiene importantes conexiones artísticas y culturales con las civilizaciones africanas al sur del Sahara.

Los collares africanos destacan por el conjunto de colores que en ellos se combinan. Cada collar tiene un significado, al igual que las máscaras.

Las artes africanas son fiel reflejo de las ricas historias, filosofías, religiones y sociedades de los habitantes de este vasto continente.

El arte africano, además de su importancia inherente a las gentes que lo produjeron, ha inspirado también a algunos de los más importantes artistas y movimientos del arte contemporáneo tanto de Europa como de América.

Los artistas occidentales modernos  han admirado la importancia que se concede a la abstracción en el arte africano, estimulando con ello su falta de preocupación por el naturalismo.

El arte africano va modernizándose con el tiempo, pero mantiene sus raíces en la naturaleza, la vida y sus creencias.